4 de Julio, 2018

Nanotecnología y madera se unen para desarrollar tejidos corporales

La regeneración de partes del cuerpo humano con fibras extraídas de la celulosa o adhesivos y lubricantes en base a pino son algunas de las bioinnovaciones que, de acuerdo con expertos de todo el mundo, son esenciales para hacer frente al cambio climático.

Con el actual ritmo de consumo, la humanidad se quedará sin recursos y tiempo para mantener un planeta habitable. De esta forma, bajo el modelo económico que predomina, que depende de las crecientes demandas de energía, las industrias están constantemente produciendo materiales para la ropa, el transporte, la construcción y el embalaje que aún provienen en gran medida de los combustibles fósiles, siendo el plástico un excelente ejemplo.

“Si queremos abordar el urgente desafío del cambio climático, dichos materiales tendrán que provenir principalmente de fuentes libres de fósiles, básicamente de recursos biológicos renovables”, afirma Marc Palahi, director del Instituto Forestal Europeo.

Asi, una alternativa es la bioeconomía, un modelo basado en recursos renovables y de base biológica. Enmarcada dentro de la economía circular, en el que los recursos se utilizan el mayor tiempo posible, esta opción podría impulsar a la sociedad hacia la sostenibilidad.

De forma, materiales biológicos como los bioplásticos y la nanocelulosa, extraída de la celulosa, un recurso renovable natural ampliamente disponible y biodegradable, pueden utilizarse para crear productos sustentables y utilizados en la vida diaria, pero también para aplicaciones médicas y químicas.

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Creciente variedad de productos Bio

Actualmente es posible encontrar una serie de productos que tienen como base materiales renovables. Cuchillería, asientos de autos y calzado deportivo hechos de bioplásticos, junto con productos de curtido de pieles a base de plantas hechos de extracto de hoja de olivo, o ropa hecha de piña, bambú e incluso leche están llegando al mercado.

Sin embargo, los recursos renovables también se pueden utilizar en una amplia variedad de procesos químicos y biomédicos, aunque la mayoría de ellos todavía están en la fase de investigación.

El instituto noruego de investigación, sin fines de lucro, RISE PFI está trabajando en “partes del cuerpo” humano hechas de madera o, más específicamente, nanocelulosa. Una pata de palo estilo pirata puede ser lo primero que se te ocurra, pero en este caso, la madera se refiere a pequeñas fibras que forman andamios, que junto con los nutrientes y las células madre del paciente lesionado ayudan a regenerar el tejido corporal.

“Con este uso avanzado, de un componente de un recurso biológico, podemos ayudar al cuerpo a reparar por sí mismo una lesión o una herida”, explica Kristin Syverud, científico líder en investigación de nanocelulosa en el RISE PFI.

Esto representaría un avance significativo en el campo de la medicina, con la sustentabilidad en el centro. A diferencia de otros productos médicos sintéticos, estos tejidos humanos “de madera” no se basarían en combustibles fósiles sino puramente en recursos naturales, explicó Syverud.

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Productos biológicos

también podría aumentar significativamente la ecología de la industria química, donde el petróleo y el gas natural son las materias primas más utilizadas. La industria química alemana por sí sola usa alrededor de 18 millones de toneladas de recursos de combustibles fósiles cada año. Solo el 13% de la materia prima utilizada para procesos químicos es renovable.

Frente a esa tendencia, Kraton, el mayor fabricante mundial de productos químicos de pino, utiliza materiales naturales a base de pino en sus adhesivos, carreteras, procesos de construcción y lubricantes, entre otros productos tradicionalmente hechos de combustibles fósiles, principalmente de petróleo crudo.

Dinero y política

A pesar de que la mayoría de estas tecnologías basadas en la biología se han demostrado con éxito, aún no se han implementado a escala comercial, lo que significa que su rentabilidad aún está en discusión. “Eso es crucial. Tú puedes mostrar todo tipo de tecnologías sostenibles, pero si no hacen sentido económico, fracasarán”, afirma Jennifer Holmgren, CEO de LanzaTech, una compañía que ha convertido gases de desecho en etanol.

En este punto, la política juega un papel decisivo. Sin incentivos públicos, estos productos podrían no llegar al mercado, señala Holgrem. Pero, como la ciencia detrás de estos productos sigue siendo extremadamente compleja para el público en general, los políticos y las partes interesadas siguen siendo reacios a prestar su apoyo, señalan los expertos.

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Cambio de comportamiento

“Si queremos enfrentar los problemas ambientales urgentes, al mismo tiempo, satisfacer las mayores necesidades de una población en crecimiento, no hay otra manera más que tener un cambio paradigmático en nuestra economía”, sostiene Palahi del Instituto Forestal Europeo.

Y a pesar de lo técnico y complejo que pueda parecer todo lo relacionado con la bioeconomía, los ciudadanos comunes también tienen un papel que desempeñar.

“En un ‘mundo inteligente de carbono’, como lo llamo, quiero que usted, como consumidor, no solo compre café de comercio justo”, señala Holmgren, quien agrega: “Quiero que vayas a la tienda algún día y digas: ‘Quiero el pote de yogur del carbono reciclado, en lugar del que está hecho con carbono fósil fresco'”.

Sin embargo, el avance hacia una sociedad sostenible y un planeta saludable no vendrá de un solo producto o idea. “Necesitamos utilizar una diversidad de fuentes y soluciones, y cada solución que pueda contribuir a un cambio positivo necesita tener un espacio en la mesa”, concluye Holmgren.


Publicado originalmente en Dw.com / Imagenes cortesía de Drew Hays y chuttersnap en Unsplash

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