Fue desarrollado por el área de innovación de Arauco y tuvo gran éxito en la Semana de la Madera 2016. En diciembre fue lanzado comercialmente al público y en menos de una semana agotó su primer stock.
El desafío general era vincularse con los usuarios a partir de la personalización. Eso fue lo que InnovArauco estuvo desarrollando durante todo 2015. Luego surgió un proyecto más específico que tenía por objetivo crear un mobiliario que creciera con los niños, que fuera evolucionando con ellos sin dejar de satisfacer sus necesidades en la medida en que se iban desarrollando.
Convergieron diseñadores, educadores, terapeutas, psicólogos y otros profesionales para definir un mobiliario que pudiera ser modificado por el usuario, pero descubrieron que las personas no quieren cambiar radicalmente sus muebles.
Esto implicó la re-significación del proyecto hasta llegar a un sistema constructivo de piezas intercambiables. Y a partir de esa lógica surgió Lookid, un revolucionario producto de Arauco que hoy apuesta por ingresar a las salas de clases y potenciar el aprendizaje de los niños.
Fue lanzado comercialmente en vísperas de Navidad y en apenas una semana agotaron sus primeras 90 unidades, siendo uno de los juguetes más vendidos por Falabella en Mall Plaza La Dehesa.
Pero la palabra “juguete” no es lo suficientemente precisa para hablar de Lookid. Sus creadores prefieren hablar de él más bien como una herramienta educativa versátil que busca convertirse en un actor relevante para la enseñanza de los niños.
Es similar a Lego, pero a una escala mayor, y permite vincular a grandes y chicos en una suerte de trabajo colaborativo para construir casas, autos o animales, y en donde además se pueden crear dinámicas educativas que combinen las matemáticas con el lenguaje, por ejemplo, y fortalecer otras competencias. De esta forma, sin darse cuenta, los niños se desarrollan y aprenden jugando.
“Si hay una palabra que sintetiza a Lookid es la versatilidad”, asegura Marcelo Romero, jefe de innovación de Arauco. Y llegar a él no fue fácil. Tuvieron que pasar mucho tiempo probando y haciendo muchas maquetas e impresiones 3d, además de probar con diferentes materiales.
Uno de sus insumos principales fue el tablero de melanina Vesto, también desarrollado por Arauco y que obtuvo un premio Avonni en 2014 por incorporar las propiedades antimicrobianas del cobre. Pero era muy pesado para los niños, por lo que se vieron en la necesidad disminuir el peso conservando la resistencia.
“Gracias a esta exploración logramos especificar un nuevo producto para Arauco que no estaba dentro de su portafolio, que es una melanina de 9 milímetros de MDF”, cuenta Romero. A esta innovación se sumó el desafío de Francisco Lozano, gerente de InnovArauco y presidente de Madera21: tenían que probarlo en la Semana de la Madera 2016.
“Tuvimos que correr en paralelo con este nuevo tablero ─que no estaba desarrollado por la empresa─ y con los conectores, así que nunca pudimos probar el producto final hasta que llegó el día del evento”, recuerda Romero. Ahí tomó el conector, el tablero y trató de unirlos, pero las piezas tenían unos milímetros de descalce. “Ese fue un punto de no retorno”, agrega.
“Entonces nos conseguimos un martillo de goma ─de esos que se usan para enterrar estacas─ y probamos. Tuvimos una epifanía, un hallazgo dentro del proyecto, porque los niños se empoderaron muchísimo y era un elemento de organización, de orquestación que no habíamos vislumbrado originalmente y que no hubiese pasado si no hubiésemos estado interactuando con los niños en la Semana de la Madera”, comenta Romero.
Al final, Lookid resultó tan exitoso que los niños no se querían ir del stand y crearon cosas que el equipo no había siquiera pensado que podrían crear.
A partir del evento, se elaboró un martillo propio y mejoraron el agarre, además de lograr diseños de conectores más sofisticados. Para fabricar estos últimos, hasta ahora sólo habían trabajado con nylon, pero probaron reciclando redes de pescas industriales.
Para las 90 unidades que ofrecieron a la venta, fueron reciclados 400 kilogramos de redes de pesca, otorgándole una nueva dimensión de sustentabilidad al proyecto. “Esto es súper interesante, porque la idea es empujar economías circulares. Es decir, si se echa a perder una pieza, que no sea necesario comprar todo el juego, sino que se pueda comprar la pieza que falta y que nosotros podamos hacer algo con eso también de vuelta. Se puede reciclar el mismo conector infinitas veces”, explica Romero.
Actualmente están trabajando en el desarrollo de dinámicas físico virtuales e incorporando la tecnología, a través de sensores de movimiento, sonidos y un panel led de luces multicolores que puedan ser manejadas desde el celular y que el profesor pueda enseñar las letras y los números de una forma mucho más interactiva.
“El límite de Lookid solamente lo va a definir la comunidad”, asegura Romero. “Y para activar esa comunidad estamos trabajando en nuevos desafíos, en cómo actualizar los calendarios académicos ─en el 21 de mayo o el 18 de septiembre, por ejemplo─ para comenzar a ser parte de la vida de las personas y, al mismo tiempo, que el producto se vaya desarrollando con ellos”, agrega.
Y es que son varias las competencias y habilidades que Lookid puede potenciar, como el trabajo en equipo, el incentivo al logro, el comunicar, el llegar a acuerdos, entre otros, pues debido a las dimensiones del producto, obliga que el niño se apoye en otro, que uno tome el rol del martillo y que otro organice, etc. También se pueden generar relatos ─que uno lea y que otro construya lo que se dice─ integrando áreas que actualmente no están vinculadas en la educación.
El futuro para Lookid es promisorio. En 2017 será lanzado en EE.UU. ya ha sido invitado a varias ferias internacionales, incluyendo la feria del juguete de Nueva York. Actualmente se está vendiendo en Centroamérica y existe la posibilidad de que también llegue a España, además de ser uno de los productos elegidos para la Bienal de Diseño 2017. “Estamos hablando de una innovación chilena, con productos chilenos y con empresas chilenas, de aquí al mundo”, concluye Romero.
