19 de Noviembre, 2019
No es novedad que la bioeconomía proponga un modelo de producción cuyo eje central sea la sostenibilidad y el respeto por el medioambiente. Este concepto pone como protagonista el prefijo “re” a través de acciones como el reciclaje, reutilización y reducción, entre otras cosas. Y en el caso de las empresas, invita a repensar y reorganizar la forma en que producen y administran sus recursos.
Frente a este enorme desafío que incumbe a las empresas, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, conocido en inglés como World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) realizó una investigación titulada “Guía del CEO para la bioeconomía circular” donde analizan las ventajas de integrar la bioeconomía en las empresas. “El futuro está en tus manos”, sugiere el documento en la introducción. Y es cierto, la bioeconomía no solo es una oportunidad para las grandes compañías debido a que estas pueden abrirse a nuevos mercados y sectores productivos, también gana el usuario/cliente y por sobre todo, el medioambiente.
WBCSD es una asociación mundial con más de 200 empresas que trabajan exclusivamente con el sector empresarial y el desarrollo sostenible. Nació en 1990, tras la realización de la Conferencia mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas. Actualmente tienen sede en Estados Unidos, India, Londres, Singapur y Suiza.
Al principio de esta guía se enumeran cinco problemáticas que atraviesa el planeta para justificar la necesidad de implementar una estrategia de bioeconomía:
– Cambio climático: el documento explica que aprovechar las soluciones climáticas naturales para realizar buenas decisiones con el uso de la tierra puede proporcionar un mínimo del 30 % de lo necesario para mantener el cambio climático por debajo de 2°C.
– Escasez de recursos: el uso global de los recursos se ha triplicado desde 1970, y la producción no ha mejorado en los últimos 20 años. A eso se le suma el estrés hídrico y el constante aumento de la población mundial.
– Pérdida de biodiversidad: actualmente no existen acciones concretas y efectivas para conservar hábitats. Actualmente, la tasa de extinción de especies es la más alta en los últimos diez millones de años.
– Pérdida y desperdicio de alimentos: cada año, un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano nunca llega a la mesa del consumidor.
– Cambio en el uso de la tierra: la degradación de la tierra impacta negativamente 3,2 billones de personas, y representa una pérdida económica del orden del 10 % de producto bruto global anual.
La crítica al actual modelo económico que plantea el WBCSD es que éste depende “altamente de recursos finitos como combustibles fósiles, lo que significa varios riesgos para los negocios como la escasez de recursos e interrupciones en la cadena de suministro”. También, el modelo actual, señalan, extrae 90 mil millones de toneladas de recursos anuales de los cuales 75 % son a base de fósiles. Sin embargo, la cifra más abrumadora es que solo el 7 % del actual modelo está representado por la bioeconomía y que hasta 2030 crecerá al 13 %.
Pero el WBCSD ve un rayo de esperanza: gracias a la tendencia de “huella carbono cero”, se le ha dado cada vez más espacio a la bioeconomía, porque se ve “como un camino para satisfacer las necesidades de la sociedad mientras responde a los desafíos de medioambiente. La bioeconomía es un solución basada en la naturaleza que permite que más de 9 mil millones de personas puedan vivir bien dentro de los límites del planeta”. Y esto, advierten, será efectivo en la medida que exista un llamado a la acción: “A menos que nos volvamos más efectivos en cómo cosechamos, procesamos, usamos y reutilizamos productos biológicos, no nos enfrentaremos a las catastróficas consecuencias del cambio climático”.
En el documento se plantean tres grandes ejes en donde las empresas pueden obtener beneficios de la bioeconomía.
– Nuevos mercados, clientes y segmentos: la bioeconomía mejora el rendimiento financiero y crecimiento de la empresa a través de la creación de nuevos mercados y acceso a nuevos segmentos de clientes. Según explica el Consejo, el abastecimiento responsable y nuevas cadenas de valor resultan atractivos para un nuevo nicho de clientes.
– Mayor competencia: el Consejo cree que las empresas pueden hacer negocios con menos impacto ambiental, lo que significará una ventaja competitiva al atraer y retener talentos y nuevos clientes.
– Compromiso medioambiental: las empresas, sobre todo las multinacionales, poseen el estigma de que todas contaminan y que su regulación medioambiental es muy carente. El Consejo insta a que las empresas activen regulaciones que vayan en pro de atenuar el cambio climático, como la gestión de residuos.
Si esto lo aterrizamos a Chile, estos tres puntos se ven reflejados en los emprendimientos. Por ejemplo en ÜÑÜ, que vende mueblería y utensilios en madera de pequeños artesanos de Chiloé, o en la diseñadora Paula Corrales que vende maceteros y lámparas de corcho reciclado. Hay una apertura de mercado, se le está dando espacio a pequeños productores y además están recibiendo dinero por su trabajo, se reutiliza un desecho o se elige un material sustentable como la madera, que contrario al hormigón, plástico o acero, sí contribuye al cuidado del medioambiente.
El desarrollo de la bioeconomía ha permitido que hoy en día podamos hablar de envases hechos con biomateriales o fibras textiles de alta resistencia en base a plantas. O, como señala el Consejo, incluso de vacunas o tratamientos para el cáncer en base a sustancias vegetales. Y en su totalidad, el prefijo “bio” presente en productos como combustibles, plásticos, envoltorios, lubricantes de autos, compostaje para la agricultura, alimento para la ganadería, etc. “La economía del mañana depende del cambio de hoy a la bioeconomía circular”, sentencian.
Pero para que esto sea posible, en el estudio se identifican cuatro “barreras” o problemas más comunes que deben enfrentar las empresas:
– Costos: evaluar el ahorro de costos y oportunidades a través de rediseño, por ejemplo, es más barato el costo de entrada a través de residuos de reciclaje.
– Tecnología: incorporar principios de la bioeconomía como la innovación, aspecto que asegurará que el proceso productivo sea más sustentable. Para eso se necesita tecnología y mejor maquinaría, por ende más inversión y dinero.
– Política: identificar los incentivos por parte del gobierno para la producción de materiales de origen biológico o huella de carbono reducida, y colaborar con las instituciones medioambientales como ministerios u ONGs. Desarrollar guías, programas de difusión, etc. Muy importante algo que señala este documento que es la implementación de mejores políticas de gestión de residuos, las cuales deben nacer de la institución (en este caso el Ministerio del Medio Ambiente) para que las empresas se rijan por las mismas reglas.
– Percepción: educar a los clientes para demostrar el valor agregado que poseen los materiales bio-basados en comparación con alternativas basadas en fósiles. Capitalizar el atractivo de la bioeconomía para traer nuevos clientes.
Este último punto también es importante. Cuando a la gente se le habla de que un producto puede ser hecho a partir de desechos, les resulta extraño. Acercar el mundo “bio” a los usuarios y clientes es posible pero requiere credibilidad y costumbre.
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