Raíz Nativo busca la reinserción laboral de internos y exinternos de las cárceles por medio del reciclaje de madera

raiz nativo

Este programa fomenta artesanos madereros provenientes de recintos carcelarios de la Región de O’Higgins, otorgando continuidad laboral incluso una vez cumplidos sus periodos. Su fundador, Cristián Barahona, explica más sobre esta plataforma social, los productos que ofrecen en el mercado y sobre cómo esto nos hace pensar en una segunda oportunidad para los que muchas veces no la tienen. “Siempre digo que ambas cosas, el trabajo en madera y el de ellos como artesanos, son complementarios, porque aparte de reciclar madera yo también reciclo vidas”, reconoce.

Hablar de su proyecto es también hacerlo sobre la historia de Jorge. Él era interno del Complejo Penitenciario de Rancagua —Región de O’Higgins— cuando debutó este proyecto de reinserción social a través de la capacitación. Era 2016, quedaba un año para su salida del recinto y al frente había un desconocido con algo entre manos: un viejo trozo de madera.

“¿Qué podemos hacer con esto?”, les mostró esta persona que luego se presentó como su profesor. No era cualquier madera: era un roble anteriormente utilizado como cuba de vino. Esta debió tener una vida útil de 30 o 40 años, continuó el capacitador, antes de ser desechada o guardada en una bodega mientras el paso del tiempo hacía lo suyo y al hombre ya no le era útil.

“Ahí es cuando llegamos nosotros para rescatarla y darle una nueva vida, una segunda oportunidad, como la que pueden tener ustedes”, explicó mientras sostenía la madera.

El profesor de Jorge era Cristián Barahona, el fundador de Raíz Nativo, una plataforma social que busca la reinserción laboral de personas privadas de libertad por medio del reciclaje de madera nativa como el alerce, pino americano, raulí y roble. Su trabajo promueve diseños y productos ligados a lo gourmet, como platos, bandejas, tablas, fuentes y cucharones de fabricación única y de autor.

El trabajo de Raíz Nativo recoge platos, bandejas, tablas, fuentes y cucharones, entre otros / Raíz Nativo

“Tengo tres opciones para abastecer de material. La primera es un gran lote de madera en desuso que quedó en la bodega de una antigua viña ubicada en Isla de Maipo. También conseguí mucha madera de una remodelación que hubo hace un tiempo en una antigua iglesia de San Fernando —de donde Barahona es oriundo—, obteniendo material de sus vigas y retazos provenientes del año 1800. Por último, siempre voy a las demoliciones y construcciones de la zona que me permitan rescatar cosas como puertas, ventanas o parte de la estructura de las casas”, dice Barahona.

El entrevistado continúa: “Luego ingreso todo el material a las cárceles y capacito a los internos con una formación de artesanos. Lo primero que aprenden es descubrir el amor y la pasión por la madera, después viene descubrir y extraer su talento interior por medio de la capacitación en distintas herramientas y técnicas, para terminar con la creación de diseños a partir del estado natural de cada trozo. A los que presentan interés y compromiso les ofrezco continuidad laboral una vez egresados de los recintos, instalando talleres en sus casas que les permitan abarcar distintos pedidos. De esa forma, pueden verse beneficiados de un proceso de reinserción laboral, social y también cultural”.

Hoy Raíz Nativo cuenta con nueve artesanos, los que no son únicamente provenientes del Complejo Penitenciario Rancagua como Jorge. Algunos también son de la cárcel del Rengo, el segundo recinto incorporado a este programa social que pretende sumar dos más de la Región: los establecimientos de Peumo y Santa Cruz. Barahona planea consolidar el sector y replicar esta idea en otras regiones del país.

Cristián Barahona y algunos de sus alumnos / Raíz Nativo

“Hoy la tasa de reincidencia en Chile es brutal, una de cada dos personas que salen de la cárcel vuelven a delinquir y de esos, el 70% lo hace en su primer año. La causa principal es la falta de oportunidades laborales. Un interno le cuesta al Estado unos 700 mil pesos, y esa misma persona cuando delinque, ocasiona un daño evaluado entre 350 y 500 mil, dependiendo de la comuna. Un gasto enorme de plata que se podría invertir en otra cosa como prevención del delito”, menciona.

¿Por qué hablar de Raíz Nativo es también hacerlo de la historia de Jorge? Porque él es el primer egresado que optó por seguir ligado al programa. Al poco tiempo tuvo su propio taller en casa y empezó a trabajar con pedidos que permitían la perfección de su técnica y también de las texturas y tonalidades, al mismo tiempo que estudiaba de noche el oficio de operador de grúa, mediante convenio CAIS de Gendarmería. Cristián Barahona asegura que esta continuidad fue motivacional para Jorge, ya que mientras trabajaban juntos decidió estudiar y convertirse en operario profesional de grúa. También fue el capacitador en las primeras experiencias en la cárcel de Rengo, algo que el fundador de Raíz Nativo mantiene vivo en su memoria.

“En esa capacitación Jorge supo crear un círculo virtuoso con su experiencia ya que él había vivido lo que iba a relatar. En esa época trabajaba conmigo y en otras cosas esporádicamente, pero nunca pudo conseguir un empleo formal por sus antecedentes. Sin embargo, luego que estudió y se formó como operador de grúa, al poco tiempo fue contratado de manera indefinida por una empresa que, recuerdo, necesitaba un operador urgente, y sin importar sus antecedentes fue contratado. No le interesaba otra cosa que no fuera ponerse a trabajar”, recuerda Barahona.

–¿Qué tipo de herramientas y técnicas terminan dominando los artesanos de Raíz Nativo?

–Su formación contempla dominio de gubias, formones, cepillos manuales, sierras caladoras, cepilladoras eléctricas, serruchos, galleteros y discos de goma. Con respecto a la técnica, lo fundamental viene a ser el vaciado manual de la madera mediante las gubias, el pulido con el galletero y los discos de goma con lija adherida, y el acabado final con lija de manera manual.

El proyecto fomenta artesanos madereros provenientes de recintos carcelarios / Raíz Nativo

–¿Cómo se toman ellos esta oportunidad laboral? Porque nuevos espacios para desarrollarse conlleva cambios de mentalidad, otras reflexiones.

–Hay un cambio de mentalidad, sí, también porque reciben un pago justo. Comúnmente quienes llevan este tipo de empleos a las cárceles piensan en los internos como “mano de obra barata”, pero eso no ayuda en definitiva a los que salen de los recintos porque para estar ganando muy poco dinero prefieren volver a robar, y no representa un incentivo. Deben obtener un pago justo, con condiciones igualmente justas. Por ejemplo, Raíz Nativo entrega todos los elementos de protección, además construimos talleres en sus casas, damos aguinaldo y otros aspectos que intentan mejorar sus condiciones. Asimismo, el trabajo logra sensibilizarlos y acentuar su interés cultural y artístico.

–Lo que usted lidera es un proceso completo de reutilización de la madera, ya que además de trabajar con algunas en desuso, las vuelve productos distintos a su origen y fomenta empleo en un grupo de la población. ¿Cómo logra transmitir todo este proceso inclinado por lo sustentable a sus distintos artesanos?

–Siempre digo que ambas cosas, el trabajo en madera y el de ellos como artesanos, son complementarios, porque aparte de reciclar madera yo también reciclo vidas. Hay que recordar que, desgraciadamente, un gran número de la población mira a las cárceles como “basurales humanos”, entonces trato de ir a esos “basurales” a rescatar, transformar y dar una segunda oportunidad tanto a las personas como a los materiales que utilizarán. Es una nueva oportunidad de vida, al igual que la que le darán a la madera. Qué mejor que puedan salir de su periodo en la cárcel, que tengan sus talleres y que otorguen valor agregado a sus productos por medio del reciclaje. Eso genera una cultura para trabajar con maderas nobles y vuelve más interesante su oficio, porque se apasionan y trabajan mejor. Cada pieza es única, es arte.

–¿Qué efecto logra esto en las familias de los artesanos?

–Ocurre un factor importante y es que ven que existe alguien que cree en ellos. Pasan de un momento en que nadie creyó en su familiar interno de una cárcel, a otro en donde un desconocido como yo lo llama, le pregunta cómo está y le lleva pega. Siempre trato de hablar con la familia para recomendarles cosas, como que tengan tolerancia a las distintas emociones que su familiar puede experimentar dado todo lo que pudo vivir adentro, cosa que también me agradecen.

Raíz Nativo recicla madera nativa como alerce, pino americano, raulí y roble / Raíz Nativo

–¿Por qué trabajar por un cambio de paradigma sobre los presos de Chile? ¿Qué lo motiva?

–Creo que dar una señal de que sí se puede hacer cambios. Sí se puede trabajar con la población penal y su reinserción, pero para hacerlo se necesita un modelo validado, sobre todo cuando salen de la cárcel, porque ahí es donde ellos son más vulnerables de cruzar la línea o no. Si hay algo presente, donde podamos decir hagamos esto, que tengan acompañamiento y seguimiento, todo funcionaría mejor. Yo las hago de psicólogo, de profesor, incluso de prestamista. Ahora, sin duda que también existen casos donde esto no es así o donde eventualmente pueden salir con un germen de adicción, cosa que pasa mucho dentro de los recintos, pero eso puede tratarse profesionalmente con psiquiatras y medicamentos que controlen su ansiedad, a pesar de los entornos vulnerables en que puedan estar.

–Y porque lo suyo va sobre entregar otra oportunidad. Es cierto que podemos cometer errores y pagar las consecuencias, pero esto último no asegura tener una nueva posibilidad para volver a empezar. Bajo esa lógica, ¿es complicado para el Estado asegurar esa segunda oportunidad?

–Como política pública, yo creo que sí, porque en los dos últimos años en la ley de presupuestos, la partida por concepto de reinserción fue siempre más bajo en relación al año anterior. Es cierto que se ha mejorado en cosas, hoy existe un plan de Gobierno (+R) que capacita internos a punto de salir y que luego busca cupos laborales, lo que es un método profesional que nos hace avanzar, pero el tema es que esos internos no reciben un acompañamiento y seguimiento a cabalidad posterior a su cumplimiento de condena. Es muy necesario agregar más recursos a la reinserción, más programas validados que hagan seguimiento de los casos. Imagínate la cantidad de plata que podríamos ahorrar y próximamente destinar a la prevención del delito u otros conceptos.

–¿Qué momentos son los más gratificantes de este trabajo ligado a la madera?

–La verdad es que muchos. Cuando entro, cuando los capacito, cuando salgo de la cárcel, en todos esos momentos mi corazón sale lleno. En el fondo, esto es entregar y recibir, pero ver cómo reciben la ayuda es gratificante. Notar que se superan, que cumplen y luego vuelven a sus hogares con lo aprendido. Cuando a Jorge, de quien hablábamos anteriormente, lo contrataron definitivamente como operario de grúa, fue muy emocionante. Para mí fue gratificante eso y también lo orgullosa que se veía su mamá. Momentos que aleonan y dan ganas de seguir.


Escrito por Marcelo Salazar Medina
Fotografías cortesía Raíz Nativo/Cristián Barahona
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