Por primera vez una mujer preside el jurado del Concurso de Innovación en la Semana de la Madera y es Victoria Hurtado, abogada y gerenta de Microsystem. El énfasis de la convocatoria de este año es la innovación en los modelos de negocio, un lineamiento que le entusiasma.
Victoria Hurtado es una sorpresa estimulante en su debut como directora del jurado del Concurso de Innovación de la Semana de la Madera. En jurados donde tradicionalmente han dominado los hombres, su presencia será clave. No sólo porque es mujer, sino porque también sabe mucho de innovación y, curiosamente, no tanto de la industria forestal.
Pero lejos de ser esto último una desventaja, es una fortaleza, pues su mirada –la mirada que circula hoy en el mundo de la innovación de vanguardia─ es la de la “fertilización cruzada”, como ella misma lo describe. La idea es darle visibilidad a la madera y en general a otras industrias.
Abogada de la Universidad de Chile, magíster en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard y hoy gerenta de Innovación en la empresa Microsystem –empresa chilena fundada hace 32 años─, Victoria Hurtado describe sus expectativas.
“Le hemos dado una vuelta a cómo queremos encarar el concurso, con una mirada que uno intuitivamente no habría pensado así: el sano ejercicio de asociar cosas distintas con la madera, como modelos de negocio, temas de sustentabilidad, diseño con valor agregado. Para darles visibilidad a otras industrias, en un país donde tenemos concentrada la matriz productiva alrededor del cobre”, explica.
El Concurso de Innovación este año recibió el nombre de “Toca madera”. Y una de las innovaciones de las bases del concurso es el lineamiento sobre modelos de negocios en torno a la madera. “Va a ser entretenido encontrarse con estos modelos de negocio. O si nos llega un nuevo magíster o un diplomado de alguna universidad. Eso también puede ser premiado si nos parece innovador”.
Me gusta el bosque nativo, me ha tocado participar en proyectos para su conservación. La madera la asocio a la calidez, al diseño. En algún momento me tocó estar en Finlandia, país con el cual hice convenios desde Chile. En Finlandia recuerdo haber estado en una tienda cualquiera y haber visto un valor agregado increíble en diseño en madera: abridores de vino de madera, saunas, sillones, lámparas. Todo era valor agregado. Y aquilaté ahí el potencial infinito de la madera.
Los concursos generan muchos vínculos nuevos. A veces se juntan piezas de un puzzle. Mi experiencia es que se genera una red entre el jurado y los postulantes que redunda en una amplitud de visiones. Es como una fertilización cruzada en la agricultura. Tengo curiosidad de ver cómo se va a producir esta fertilización cruzada entre intelectos diversos. Es clave que Madera21 de CORMA empiece a identificar dónde están estas personas. Y relacionarlas: este tipo tiene una idea genial, por qué no juntarlo con este otro que puede complementar la idea. Eso que ocurre es tanto o más valioso que ser el número 1 del concurso. Como hemos hecho este llamado de abrirnos no sólo a lo material de la madera, sino que también a la dimensión intelectual y a los servicios vinculados a ella, vamos a ver cómo prenden los chilenos.
Es diverso. Personas que ya tienen experiencia en este concurso, personas que vienen del área de innovación, personas que vienen del mundo jurídico, especializadas en la propiedad intelectual. Porque es importante ir sembrándoles a los chilenos la inquietud y necesidad de que se vayan patentando cosas. Porque esto es una tarea de largo aliento y hay que pensar estratégicamente. Entonces a la larga no es solo una persona que tenga la habilidad de calificar un proyecto, sino que la idea es generar un jurado diverso, con miradas diversas.
Lo interesante del tema de la madera es que nos lleva al sur de Chile, a los bosques, y es por definición una industria descentralizada, una industria que tiene muchísimos desafíos hoy y que merece ser pensada con nuevas perspectivas. En este contexto, este concurso puede ser clave para contribuir a ello. Eso es muy valioso.