14 de Diciembre, 2016
De lejos, puede ser confundido con un granero más de la región austriaca de Tirol. Pero en realidad es el nuevo recinto deportivo del club SV Haiming, en la aldea del mismo nombre. El equipo había estado usando, para sus entrenamientos de fútbol y voleibol, el salón de una escuela mucho más reducido.
La nueva instalación, en cambio, ─encargada al estudio Almannai Fischer, el arquitecto Florian Fischer y el ingeniero Harald Fuchshuber─ ofrece un pabellón con el espacio libre requerido de 7,5 metros.
Situado en las afueras de la aldea, tenían en el mandato abierto para interpretar la forma como quisieran, siempre y cuando fueran capaces de proporcionar una solución asequible. Los arquitectos, entonces, se inspiraron en la simple construcción de edificios agrícolas y almacenes.
“Por un lado tratamos de respetar el contexto y su historia y por otro lado queríamos cumplir con el deseo explícito de construir un pabellón deportivo lo más barato posible”, dijo Fischer al medio inglés Dezeen.
Este requisito de mantener los costos al mínimo llevó al equipo del proyecto a explorar un tipo de construcción en madera que no se usa normalmente para edificios públicos. Emplearon un entramado de clavos con placas dentadas para conectar las vigas de madera y formar así una estructura barata y sencilla de producir, típicamente usada para construir edificios industriales prefabricados.
“Con gran placer, pero con una extrema disciplina al mismo tiempo, buscábamos nuevas posibilidades de romper los límites y los estándares de un pabellón deportivo común”, dijo Fischer. En cuanto a la construcción, pero también a nivel arquitectónico y formal, el pabellón parece estar tomado de un catálogo local de construcción en madera y de las plantas prefabricadas.
El uso extensivo de la madera y de un tejado inclinado ayuda al salón deportivo de Haiming a aparecer desde la distancia como uno de los muchos graneros agrícolas encontrados a través de la región.
En una inspección más cercana, se puede apreciar un tratamiento más refinado de los materiales y una atención a los detalles que apoyan el techo sobresaliente ─como la fila de los postes diagonales, por ejemplo─ que insinúa la función pública del edificio.
Dentro del pabellón deportivo, los arquitectos intentaron crear un espacio “que se siente heroico, pero también muy funcional y relajado”, explican. Esto se logra celebrando la estructura y garantizando una calidad de luz adecuada.
La elevación de la construcción es particularmente evidente en la pared norte, donde los paneles translúcidos de policarbonato permiten la entrada de luz difusa en el espacio y forman un telón de fondo iluminado para la estructura de madera.
En algunas partes del edificio, las secciones del marco que parecen estructurales son de hecho decorativas, y se introducen para proporcionar un tratamiento estético consistente a través del interior del pasillo.
La pared sur, por ejemplo, presenta una viga sostenida por gruesas columnas, sobre la cual una rejilla de madera oculta algunas columnas de acero, pero que son estructuralmente redundantes.
Los materiales ásperos y los detalles simples ─incluyendo el suelo de baldosas, las paredes y los paneles de madera usados a través de los interiores─ acentúan la resistencia de la facilidad y la función utilitaria.
“Por un lado tratamos de crear una especie de espacio sagrado, lidiando sólo con estructura y luz”, dijo Fischer. “Pero también quisimos evitar las consecuencias de un espacio y atmósfera con tales características, por lo que el pabellón deportivo se ve, además, muy robusto”, concluye.
Escrito por Alyn Griffiths y publicado originalmente en Dezeen.
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