4 de Septiembre, 2017
Con el objetivo de dar vida a un “espacio residual” generado por la excavación de un pique para la construcción de la Línea 3 del Metro, los estudiantes de la Universidad Católica, Domingo Nieva y Felipe Valdivia, decidieron pensar en una solución para un popular barrio de Santiago, planteando así un proyecto de “Comedor Público Matta Sur” que recientemente obtuvo el 2do lugar del Concurso de Arquitectura en la Semana de la Madera 2017.
Se trata de una construcción emplazada en el barrio Matta Sur, específicamente en un espacio público en desuso donde el desafío era ambicioso: dar utilidad a más de 950 m2 que no podían soportar estructuras pesadas y además generar un diálogo entre el intenso flujo vehicular de Avenida Matta y un barrio residencial y comercial.
Pero no se trataba simplemente de dar cualquier uso a este espacio público, que se encuentra rodeado de una amplia variedad de locales de comida para servir y llevar, muchos de ellos con años de tradición. “Encontramos súper pertinente juntar estas distintas ofertas de comida en un lugar que fuera como una plaza y una forma de comer distinta, que fuera complementaria a lo que ocurre actualmente”, explica Domingo Nieva.
Considerando que debían pensar en una estructura liviana, la madera de pino radiata se constituyó como un excelente aliado. “Respetando sus medidas y todas sus configuraciones, logramos mantenerla en su mejor potencial, a pesar de que fuera al exterior. A diferencia de otros materiales, tiene la cualidad de que es mucho más liviana, es mucho más transportable y más fácil de trabajar”, destaca el estudiante.
Inspirados, principalmente, en el pabellón del arquitecto suizo Peter Zumthor, Nieva y Valdivia diseñaron una estructura que tomó como referente la tradicional técnica de las quinchas, con las que tradicionalmente se construían las casas y en donde un entramado de madera era cubierto con adobe.
Esta vez sin adobe, los estudiantes escalaron esta técnica a las necesidades del proyecto transformándola en pilares de 10 metros de altura que van conformando la grilla que da vida al comedor, un espacio abierto al que además pueden sumarse los ya famosos “food trucks”.
Por otro lado, y como desafío adicional, el revestimiento de la madera expuesta a cualquier inclemencia climática también fue considerado. En aquellos sectores expuestos a la lluvia buscaron una solución de recubrimiento a partir de sustancias químicas. “Lo que necesita ser protegido son solo algunas partes del proyecto. El resto se protege por sí mismo, por su propia configuración”, comenta Nieva.
Para estos dos estudiantes que realizaron el proyecto como parte de uno de los ramos de taller en la universidad, obtener el segundo lugar fue bastante sorpresivo, pero a la vez reconocen el gran valor que trae consigo: “Nos dimos cuenta de que nuestro proyecto, de una manera u otra, logra atender distintos temas muy variados entre sí: el pique, un sector de comida y un espacio público. Es un proyecto unitario y coherente. No son muchas cosas distintas en un mismo lugar, sino que a través de una misma estrategia logra atender a todas al mismo tiempo”, reflexionan.
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