30 de Octubre, 2017
Alejandro Garrido sigue la veta de la madera y la de su padre. Toma las tablas que recuperaron de la antigua casa de Puerto Montt en la que vivieron por años y en ellas moldea piezas únicas.
Sus hijos, de 4 y 6 años, muchas veces lo acompañan al taller de su casa en Santiago. Al parecer, ellos también seguirán la veta de su padre y de su abuelo, pues muestran el mismo interés por armar juguetes y resolver problemas con las herramientas entregadas, sin pedir ayuda, aceptando la guía pero no la solución.
Garrido, arquitecto y diseñador, piensa que los adultos siempre son niños y el interés por tener juguetes no cambia. “Ahora compramos juguetes más caros”, dice. Por eso continúa fabricando automóviles y aviones de madera, además de muebles y otros elementos decorativos.
Todo partió con un huevo tallado con corta cartón mientras hacía su práctica de diseño gráfico en 1997. Una pata de silla tirada que trabajó durante unos cinco meses en sus momentos de ocio, en la que esculpió figuras y pulió. Fue ese el momento en que pensó: “Qué rico hacer esto, qué ganas de vivir de esto para siempre”, recuerda. Ese fue el instante que algo hizo “click” en su mente, un anhelo que ahora hace tangente.
Tuvo buenas críticas para la época y para tener casi nada de entrenamiento en tallados de madera. En esa época se dijo a sí mismo: “En algún momento me dedicaré a esto. En algún momento, cuando tenga tiempo y plata, lo haré para mí”.
Y ese momento llegó. Ahora se dedica a eso. “Puedo estar así tres o cuatro horas lijando un pedazo de madera, avanzando lento, y sin darme cuenta ya pasaron cinco horas”, comenta Garrido.
Los juguetes que esculpe los hace con detalle. Ese es su sello. Aviones de madera tallados, moldeados, pulidos, barnizados pero jamás pintados, pues los colores cubrirían la veta que revelan el raulí, el alerce y el coihue.
Los automóviles, por ejemplo, surgen desde el raulí y el alerce, hechos a la semejanza de los bólidos originales. Si debe llevar un número, seguro que estará tallado. Para elegir qué madera utilizar, investiga sus propiedades y las aplica según el objeto que diseña.
Materia prima y diseño van de la mano en el taller al que también llegan sus hijos para tomarlo todo, con prudencia pero con curiosidad. “Empiezan a jugar con cartones, a inventar, toman pegamento, cortan, pegan.
“A veces me sacan piezas que empecé a fabricar y las encuentro entre sus juguetes. Pero su cabeza ya empezó a trabajar y saben que pueden, cualquier cosa si no la tienen la empiezan a crear. Le hacen pistas a los autos, están rallando con dibujar y los dibujos los convierten en objetos en tres dimensiones, están siguiendo la misma veta”, cuenta Garrido.
Para él, su padre es una especie de arquitecto frustrado. Tenía un taller básico en su casa y ahí pasaba sus tardes Alejandro, compartiendo herramientas, parte de las mismas que utilizaron para arreglar la vivienda por largo tiempo cuando su padre se jubiló.
Ese conocimiento le sirvió cuando decidió hacer muebles personalizados tras renunciar a su trabajo. Vivió de eso durante años y en ese tiempo armó su propio taller en casa, con herramientas básicas.
Al tiempo volvió a una oficina, pero siguió con los muebles para sus amigos, para su propio hogar, el que comparte con su esposa, también arquitecta, y sus hijos, a quienes como primer regalo les fabricó un circuito para trenes de juguete, proceso que costó una noche y dos brocas de Dremel.
Junto a su esposa decidieron hacer una pyme con muebles para constructoras, pero decidió ampliar el objetivo y surgieron los juguetes. “Me senté un día y tenía un diseño en la cabeza que hace mucho rato quería llevarlo a cabo: un auto de Fórmula Uno de los años 60 que me encantaba y dije: ‘Si voy a empezar algo, voy a empezar con esto’. Así que me senté, empecé a diseñar los planos, las dimensiones”.
Armó un torno y ese es el método que aplica: armar sus propias herramientas para cada estructura. La siguiente será una moto.
Barrio Italia fue el sector elegido para la venta de estos juguetes. Kruz Toca Madera es la tienda que se ajusta a quienes disfrutan de este material y del diseño que realiza Garrido, quien tiene su propio sello. “El detalle para mí es esencial. Uniones casi perfectas, trabajar los distintos tipos de madera para producir los valores cromáticos de los juguetes, no tener que pintar el juguete para generarle la gráfica”.
El huevo que talló hace años lo puso como elemento decorativo en el escritorio. Lo encontró en un cajón y recordó cuánto demoró en tallarlo, el momento en que se lo regaló a su polola, quien hoy es su esposa. Estaba perdido entre cambios de casa y arreglos. “Pero lo encontré. A veces las cosas tienen que aparecer cuando tienen que aparecer”.
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