Macarena Almonacid es una arquitecto chilena que ha participado en numerosos proyectos de restauración de iglesias de Chiloé, incluidas aquellas que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su esfuerzo se ha centrado en la puesta en valor de este patrimonio en madera a través de un trabajo técnico que incluye la inspección, estudio y diagnóstico de los materiales para luego recuperarlos y conservarlos.
Junto a Katerine Araya y a Olivia Medina, formó el Taller de Patrimonio y Restauro, que tiene la misión de poner en valor el patrimonio arquitectónico de Chile. Desde su taller nos cuenta cómo se lleva a cabo un proceso de restauración y de qué manera se pone en valor la madera.
“En general, lo primero es conocer el estado de conservación de los inmuebles a restaurar”, cuenta. “En el caso de Chiloé, las iglesias poseen un sistema constructivo a base de ensambles y empalmes de madera, valioso sistema fruto del sincretismo entre la cultura chilota y la europea”.
Y agrega: “Posteriormente se debe desarrollar un proyecto de intervención patrimonial (PIP) el cual debe rescatar dicho sistema constructivo, tratando de conservar la mayor cantidad de elementos que componen cada edificio. Lamentablemente, hay una serie de patologías que afectan la madera, asociadas principalmente a la acción de xilófagos y agentes como la lluvia o la humedad que provocan distintos tipos de pudrición. Si bien este tipo de deterioro está asociado a la falta de mantención periódica de los inmuebles, también está asociado a la dificultad que presenta realizar inspecciones técnicas en estos antiguos edificios, sumado al abandono de la técnica constructiva a través del tiempo, la cual desde un período se dejó de utilizar en Chiloé y en Chile.
La técnica en sí es un sistema de armar que tiene ensambles y empalmes, es decir, las piezas estructurales solo se vinculan entre sí mediante uniones de la misma madera, las que en algunos casos son reforzados con tarugos, también de madera, existiendo en Chiloé algunas manifestaciones particulares. Esta técnica constructiva se presenta en varios lugares del mundo en algún tiempo de la historia, en donde existían personas, madera y ausencia de fijaciones metálicas. En Chiloé se dejó de utilizar probablemente desde el terremoto del 60, condicionado por factores principalmente económicos.
Si bien existió un declive en el conocimiento de esta técnica constructiva, a medida que se han restaurado iglesias, esta técnica se va recuperando. En Chiloé, el conocimiento de la madera y la carpintería tradicional es un oficio de gran legado, por lo que muchos carpinteros del archipiélago se han re- apropiado rápidamente de esta forma de construir de sus antepasados.
Con una buena mantención de los edificios de madera, se podría evitar la restauración y realizar solo trabajos de conservación, sin embargo si existe deterioro, lo que aplica es restaurar. En el caso de las iglesias del patrimonio mundial, debido a sus inmensos valores arquitectónicos, constructivos, sociales e históricos, estas sí o sí deben ser preservadas, por lo que según su estado de conservación se debe determinar cómo serán restauradas.
Por otra parte, en Chiloé existe un conjunto de más de 60 iglesias de madera que no están protegidas por ley y que poseen el mismo valor de las que sí están protegidas, muchas de ellas requieren urgente restauración. Por lo anterior, es necesario proteger por ley mucho patrimonio en madera en Chile, ya que son vestigios materiales de distintos acontecimientos históricos en el país. Una vez relevados los valores patrimoniales de un inmueble, se debe abordar caso a caso la manera de conservar o restaurar.
En las iglesias de Chiloé se realizan destapes para realizar inspecciones visuales y toma de muestras, apoyadas por herramientas manuales como punzón y formón. La información levantada por expertos, da como resultado un levantamiento crítico, que permite determinar deformaciones, patologías y desaplomes entre otros. En las últimas restauraciones integrales de las Iglesias de Dalcahue y Chelín, se implementaron levantamientos con scanner, que permitían corroborar deformaciones y asentamientos.
Exactamente. La inspección visual, realizada por arquitectos y carpinteros, permite determinar distintos tipos de patologías de la madera, algunas como la pudrición, son evidentes. Hay otras patologías como la acción de agentes xilófagos, donde se identifica el tipo de insecto, y el porcentaje de deterioro debe ser especulado, según el tipo maderero de cada elemento. Si es un tipo maderero más blando, como la tepa por ejemplo, es probablemente que el porcentaje de insectos xilófagos sea mucho mayor que una pieza de ulmo que es mucho más dura. En la inspección visual también puedes evidenciar si existe presencia de fendas, roturas locales, deformaciones estructurales, etc.
Una vez que se desarrolla el proyecto de intervención patrimonial, ya se tiene claro cómo será abordado el trabajo sobre el inmueble, los cuales en el caso de las iglesias de Chiloé, además poseen criterios de intervención elaborados por el CMN. En el proceso de desarme, todos los elementos son etiquetados y almacenados ordenadamente para permitir su correcta reutilización.
Para asegurar el correcto diagnóstico de las piezas, estas son evaluadas mediante una herramienta cuantitativa denominada “Fichas de diagnóstico, clasificación y destino de piezas” con el fin de determinar desde ya la reintegración de piezas estructurales, de revestimientos exteriores e interiores considerando su estado de conservación, las especies madereras, los tipos de defectos etc.
Cada elemento obtiene una puntuación, según su grado de deterioro, permitiendo determinar si la pieza es reutilizada en su posición pre- existente, si la pieza debe ser reemplazada pudiendo ser utilizada en otra área, si la pieza debe ser reemplazada y debido a su valor debe almacenada como pieza de museo, o si la pieza debe ser desechada debido a su severo estado de deterioro. Todas las piezas reutilizadas son sometidas a tratamientos químicos, que permitirán alargar de cierta forma su vida útil.
La conservación del patrimonio es una práctica relativamente nueva en el país, y creo que el Estado está entendiendo progresivamente su importancia para el desarrollo de los territorios. Las Iglesias de Chiloé aún no cumplen 20 años desde que fueron declaradas patrimonio Mundial, por lo que todavía hay mucho por hacer. Las instituciones cada día están disponiendo más recursos para preservar el patrimonio no sólo en madera sino en distintos ámbitos y eso se ve reflejado en que cada año va surgiendo nuevos financiamiento ─que todavía es poco─ pero que antes no existían, como el fondo del patrimonio o algunos FONDART de líneas específicas.
Por otro lado, está el Programa Puesta en Valor del Patrimonio de SUBDERE, que también se empezó a implementar en el 2010 con el terremoto y que puso en la opinión pública la importancia de no perder nuestro patrimonio en todo Chile. Yo creo que estamos al debe en términos institucionales de trabajo con la arquitectura civil, sobre todo en madera porque ahí es más difícil obtener recursos porque son propietarios privados.
Como país debemos entender que el patrimonio es una gran herramienta de desarrollo con identidad, que permite poner en valor la historia de las personas y de los territorios, y activar economías locales sostenibles. Todos debiésemos educarnos al respecto.