12 de Marzo, 2019
El diseño de Surnevik, arquitecto con sede en Oslo, fue el ganador de una competencia internacional, destacándose por la empatía con que respondió al encargo del concurso, honrando en su proyecto la memoria de La iglesia anterior.
“La historia principal de la liturgia se ha convertido en la narrativa de esta iglesia, que ha transitado del fuego a la resurrección”, explicó Surnevik, agregando que la ubicación, la forma y la materialidad del nuevo edificio están influenciadas por su antecesora.
La iglesia de Våler está posicionada en el eje procesional que existe a lo largo del sitio. Su entrada principal está directamente alineada con la del edificio original de 1860, inmortalizado por un muro bajo que traza su contorno en el cementerio.
El plano de planta del nuevo edificio está organizado en cuatro cuadrantes, con la sala principal y el baptisterio flanqueados por un área comunitaria y espacios de administración.
Esta disposición, junto con la proyección de aberturas de mirador en las fachadas norte, sur, este y oeste, hacen referencia directa a la forma de cruz de la antigua iglesia.
Los dos espacios principales están definidos externamente por sus techos piramidales, que alcanzan alturas de 12 y 24 metros. Los volúmenes angulares se apoyan en un zócalo de hormigón que forma una base común o “roca basal” para la iglesia.
Ambas estructuras del techo están rematadas con aberturas que permiten que la luz del día inunde los espacios de adoración y brindan a los feligreses una conexión visual directa con el cielo.
Durante el proceso de diseño, Surnevik colaboró con el artista Espen Dietrichson buscando formas de expresar el tema de la resurrección a través de aspectos de la arquitectura de la iglesia. “El elemento más importante es el trabajo con la luz del día que llega a la iglesia desde diferentes aberturas de luz natural”, dijo el arquitecto. “Esto simboliza la esperanza, y esa luz desafía la oscuridad después de la trágica pérdida de la vieja iglesia”.
Uno de los resultados clave de la colaboración mencionada es la configuración de 28 ventanas que perforan la esquina noreste de la sala principal y permiten que luz diurna adicional caiga sobre el altar. Las aberturas aparecen como simples ranuras verticales cuando se ven desde el exterior, mientras que internamente, Dietrichson introdujo cortes en ángulo y superficies espejadas para reflejar la luz en un patrón que se asemeja a un rayo solar.
El edificio está revestido externamente en planchas de pino, material comúnmente utilizado en la construcción local. Las fachadas naturales se oscurecerán gradualmente, y la intención es que sean reemplazadas cada 50 años, por lo que la iglesia “resucitará como nueva para cada generación recién nacida”.
Los espacios interiores están envueltos en madera contrachapada de abedul pálido, la que ayuda a mejorar la sensación de espacio y de ligereza generada por los techos altos.
Surnevik ha trabajado anteriormente en un par de cabañas sobre pilotes que las elevan a la altura de un dosel del bosque en el este de Noruega, mientras que Dietrichson ha producido obras de arte fotográficas que muestran vistas de edificios en la ciudad francesa de Lyon.
Escrito originalmente por Alyn Griffiths para la plataforma Dezeen.
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