15 de Julio, 2019

El estribo chileno: patrimonio tallado en madera

Con la llegada de los españoles a nuestro país, arribó también el estribo, elemento fundamental para el apero del huaso chileno. La diseñadora Camila Undurraga investigó esta pieza, desde su historia hasta su iconografía, rescatando su valor artístico y patrimonial.

Una invitación a detenerse, mirar y maravillarse con el estribo chileno es lo que logró la diseñadora Camila Undurraga con su libro “El estribo chileno, rescatando el patrimonio visual desde el diseño”. Esta publicación fue el resultado de su tesis para optar al grado de diseñadora gráfica, con la colaboración y edición de su profesora guía, Úrsula Bravo, de la Universidad del Desarrollo. Así, junto a la docente y bajo el nombre y ejecución de la casa de estudios postularon y ganaron un Fondart para profundizar la investigación, complementar el registro de estribos, e implementar la estrategia de difusión, lo que resultó en una publicación de mil ejemplares que fueron repartidos a bibliotecas públicas de la zona centro del país y a escuelas de diseño de la Región Metropolitana.

Como explica la diseñadora, los primeros estribos llegaron a nuestro país de manos de los españoles durante los siglos XVI y XVII. Eran piezas en su mayoría de hierro y plata, y tenían una importante finalidad: dar equilibrio al jinete para que pudiera usar sus manos libremente en peleas y batallas. Los criollos la adoptaron y de a poco fueron cambiando de forma y materialidad. Como la plata se comenzaba a destinar a la acuñación de monedas, los estribos de metal fueron reemplazados por los de madera, aprovechando la riqueza de la materia prima que ofrecía el país. En un comienzo, los estribos eran grandes “cajas de madera” que tenían por finalidad combatir la geografía chilena llena de riscos, ríos y espinos, y con el tiempo fueron adoptando distintas formas para otorgarles mayor comodidad.

Así, en toda la tradición chilena, se pueden encontrar seis tipologías de estribos: pantufla; medialuna o rugendas, popularizado por el cuadro “El huaso y la lavandera” del artista alemán Mauricio Rugendas; capacho; baúl; trompa de chancho o huevo; y el actual, que es más sencillo en forma y ornamentación.

Como explica Undurraga, las maderas más utilizadas para cualquiera de estos estribos son las de quillay, naranjo, nogal, peral y peumo, todas de distintos colores. Para su fabricación, es fundamental que el tronco tenga un tamaño de 60 x 25 cm, ya que cada estribo sale de un solo trozo. “La madera es ideal para la confección de los estribos, ya que tiene mucha resistencia a los elementos geográficos y climáticos, y resulta en una pieza cómoda para el calce del jinete. Además, su materialidad le permite al artesano realizar los surcos y tallados fácilmente”, comenta la diseñadora.

Iconografía de herencia barroca

Gracias a las características de la madera, el tallado de los estribos cobró relevancia desde el inicio. Con la llegada de los jesuitas a nuestro país, el arte tomó un lugar importante, dando cauce al principio del barroco que estipulaba que la religiosidad y la palabra de Dios deben llegar a través de los sentidos. Y aunque el estribo no fuera una pieza eclesiástica, recibió la influencia de la red de talleres y oficios que la congregación fundó en el país. Así, comenzó una tradición artesanal en la que imprimieron el estilo rococó de Múnich y Praga en todas sus piezas.

Como cuenta Undurraga, una vez hecha la investigación histórica y de campo, comenzó a estudiar la iconografía de los estribos, donde pudo observar los elementos presentes en estas piezas, que tienen clara relación con la influencia de los jesuitas. Para ello, tomó más de 100 muestras que pudo fichar a través de artesanos y coleccionistas y las redibujó de manera vectorial, obteniendo patrones que se repiten en esta tradición artesanal.

Dentro de las figuras más utilizadas en los estribos, destaca la espiga que simboliza la cosecha y la prosperidad, y en el sentido cristiano, representa el pan y el cuerpo de Cristo. También es recurrente observar la imagen del sol o botón, que representa calor y vida, fundamental en las culturas agrarias, y que es además el símbolo de la Compañía de Jesús. La figura de la roseta, flor compuesta por un botón central rodeado de pétalos, es usual en los estribos, representando la belleza, pureza, perfección y vida celestial. También destaca la estrella, que en el cristianismo simboliza la presencia de ángeles; y la cruz, que se presenta como una roseta esquematizada, y que es uno de los símbolos más universales para representar la pasión y presencia de Cristo.

Como explica la diseñadora, todos estos íconos han ido variando de forma al pasar de los años presentándose de distintas maneras en el tallado. Si bien hoy los estribos son más simples en su iconografía, algunas de estas imágenes siguen presentes, ya que el oficio transita de generación en generación y esas herencias son parte fundamental del trabajo del artesano. “Fue muy bonito hacer esta investigación. La disciplina del diseño fue la que me brindó las bases de este proyecto, aplicando las herramientas necesarias para hacer un registro, análisis, interpretación y difusión de esta pieza artesanal.  En la medida que se conoce su historia, influencias y características, se la puede comenzar a valorar como un verdadero tesoro que enriquece la identidad de nuestro país, contribuyendo así con el rescate y valorización de este patrimonio visual chileno, en tiempos en que este oficio ya se comienza a perder”, cuenta Undurraga.

De hecho, el libro no fue la única muestra de este trabajo. Para el lanzamiento de la obra, se realizó una exposición en la Casona Santa Rosa, donde se mostró la historia del estribo, las tipologías, los dibujos vectoriales y la aplicación de los íconos en esta maravillosa pieza chilena tallada en madera.

Además, para mostrar próximamente su trabajo, Undurraga visitará la Semana de la Madera 2019 con una exposición donde se encontrará su proyecto. Asimismo, también estará presente con una charla enmarcada en el seminario de patrimonio que tendrá lugar en este encuentro de agentes del mundo de la madera.


Escrito por Josefa Torres
Fotografías cortesía de Camila Undurraga
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