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Taller Aureo ofrece cursos de diseño y construcción para vivir la experiencia de la carpintería

Taller Aureo

En 2015 creó su primer taller y le puso “Taller Aureo”, inspirado en la proporción homónima. Un año después, el arquitecto Paulo Muñoz se dio cuenta de que dar cursos a sus alumnos para crear los muebles que ellos querían era una idea distinta, interesante y que le permitía ejercitar su creatividad mientras lograba que otras personas se interesaran por la carpintería. Por eso creó dos cursos, donde ya han participado más de 200 personas.

La pared más grande de su oficina está repleta con 50 maquetas, a pequeña escala, colocadas en cuatro repisas. Contienen sillas, racks, mesas y estantes. Sus alumnos llegan al taller con una idea y luego de definir el diseño trabajan con pino y la convierten en un producto tangible. Ese es el trabajo principal de Taller Aureo, un proyecto que fundó Paulo Muñoz en 2015 y que, tras mudarse cinco veces de sede, ahora se ubica en Barrio Matta Sur.

Paulo Muñoz es arquitecto. Trabajó en consultoras chilenas, dedicado al desarrollo sustentable y la eficiencia energética, pero luego de viajar durante nueve meses por todo el continente –desde Brasil hasta Canadá–, decidió fundar su empresa. En principio, se enfocó en crear productos a base de madera, pero luego se centró en ofrecer un curso que permitiera a los participantes vivir la experiencia de construir la idea que ellos tenían con ese material.

“Ver tangible algo que estaba como una idea era algo que la carpintería me ofrecía en una escala mucho más accesible, más amigable y mucho más económico, porque no tienes que esperar a que un cliente te dé un presupuesto de millones”, responde cuando se le consulta por qué apostó por Taller Aureo.

-¿Cómo partió la propuesta de dar clases en el taller?

-La idea era encerrarme a trabajar tranquilo con mis máquinas, mis maderas y ver qué salía. En ese proceso se me empezó a acercar gente. Me decían: “Oye quiero hacer una repisa, ¿me puedes ayudar?” O “ando buscando un curso de carpintería”, y yo les decía que podía enseñarles lo que sé.

Como yo para atenderlos a ellos no podía usar mi tiempo, decidí cobrarles una cosa así ridícula, así como “mira, te propongo que vengas de tal hora a tal hora durante estos cuatro días y armemos tu repisa o lo que sea que quieres hacer”. Entonces me empecé a dar cuenta de que funcionaba porque a la gente le servía.

-Ah, lo armaban juntos… Entonces no era cobrar por armarlo, sino por aprender durante el proceso.

-Exacto, entonces era una experiencia compartida. A mí siempre me interesó, desde un inicio, que la persona que viniera a trabajar conmigo propusiera la idea. Más allá de yo proponerle lo que vamos a hacer para que aprenda, empezamos a investigar en el proceso de construir cómo se hace y vamos descubriéndolo y armándolo hasta que salga.

-¿Qué te pedían?

-Me acuerdo que un proyecto que hicimos era una especie de mueble que permitía poner el datashow para proyectar películas, entonces para meter el living en la sala y que tuviera una estructura interesante y le hicimos ángulos más complejos. También llegaban propuestas de racks chiquititos para parlantes, algunas sillas.

Ahí se me ocurrió llamarlo Taller Aureo porque yo venía explorando un poco cómo utilizar la proporción áurea en el diseño, que se basa en la ley matemática que está presente en la naturaleza.

-¿Y sobre los cursos de carpintería, empezaste con tus amigos y luego?

Armé un programa, que en un principio eran cuatro clases de dos horas cada una y empezó a llegar gente que no tenían nociones de carpintería, construíamos proyectos y seguí comprobando que la gente lo pasaba muy bien. Resultaba súper entretenido y me empezó a gustar mucho el proceso, empecé a dedicarle más tiempo y me abrí al público en 2016. La idea que yo hago es acercar el oficio de la carpintería a todos.

-Es que uno escucha carpintería y suena a una labor complicada

-La carpintería puede ser aprendida e incorporada por cualquier persona que no necesariamente pretende dedicarse 100% a ella, pero depende de cada uno dedicarle tiempo, práctica y estudio para ir mejorando con el tiempo. Si bien la técnica y las herramientas son importantes, el foco de lo que yo muestro está en el proceso creativo que experimentan los alumnos, desde el diseño hasta la construcción de sus ideas.

-¿Cuántos cursos son?

-Tengo dos cursos: el “Piezas Únicas”, que es el extenso de seis sesiones. La primera sesión es de herramientas y seguridad y dura dos horas; la segunda es de diseño y dura cuatro horas, porque va desde que se dibuja, hasta el diagrama de corte definido; y construcción de maqueta a escala, después, de la tercera sesión a la última, son todas de construcción y esas duran dos horas y media cada una.

-¿Y construyen lo que se les ocurra?

Sí, la persona tiene la libertad de proponer y yo lo voy guiando. Por eso la idea es crear en el taller y no traer una foto. Una vez tuvimos un proyecto que era un rack para poner los zapatos y guardar vinos con la televisión encima. Y esa propuesta puede sonar muy rara pero en el fondo esa es la gracia. Le pregunté por qué a ella y me dijo que usualmente esperaba a su marido en una salita mientras llegaba del trabajo y tenían un rito que él llegaba, se sacaba los zapatos, abrían un vino y veían Netflix. Entonces ese mueble resolvía esa necesidad exacta.

-¿Los cursos son individuales?

-Dos personas en paralelo. Si fueran más, necesitaría más espacio y más colaboradores, porque si no explotaría mi cabeza (risas) por el hecho de que son siempre diferentes proyectos.

-¿Y el otro curso?

-El otro curso es una respuesta un poco para aquellas personas que no tienen tiempo para un curso de seis sesiones. Es más orientado a la técnica, donde ya está definido el proyecto, que es un rack y lo llamo “Aureo rack”. Todo eso se tarda un día: desde las 10 am hasta las 8 de la tarde, o hasta que terminemos.

Ese es para tres personas y se hace los días sábados.

-¿Tienen otros servicios? Por ejemplo, si alguien no quiere un curso, solo que fabriquen su mueble

-Eso es algo que he estado probando de a poco. Porque como los horarios de los cursos igual son demandantes, cuenta comprometer una entrega de un encargo. En volumen sí, por ejemplo, por lo general me gusta tener un proyecto en paralelo a los cursos que lo desarrollo por encargo, pero no es algo que ofrezca abiertamente al público hasta que yo no tenga mejor definido el plan. Es uno de los proyectos que se vienen para este año.

Muñoz explica que en los últimos tres años han pasado más de 200 alumnos con sus ideas materializadas y dejan sus maquetas a pequeña escala en los estantes de la pared. Ahora está pensando colocar más repisas, porque ya no le caben los proyectos en miniatura, pero continuará ofreciendo todos los meses ambos talleres, que los gestiona a través de su cuenta de instagram (@talleraureo).


Escrito por Manuel Hernández González
Fotografías cortesías de Paulo Muñoz, director de Taller Aureo.

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