1 de Octubre, 2019

Espacio Mandela: talleres de mueblería y tallado en madera para los internos de la Ex Penitenciaría de Santiago

El proyecto “Espacio Mandela” de Fundación Invictus lleva cinco años trabajando en algunas cárceles de Chile por la reinserción laboral y social de personas privadas de libertad. En Santiago, en la Ex Penitenciaría, realizan tres niveles de mueblería y un taller de tallado en madera con este objetivo. Además de recibir materiales y herramientas donadas por el Estado y sus propias familias, los reclusos obtienen facilidades para comercializar sus productos y lograr un ingreso monetario constante.

Miguel Carmona tiene 68 años y desde hace más de tres décadas se dedica a la madera. Previo a eso trabajaba reparando electrodomésticos, pero consolidó su pasión por este material construyendo un taller en su casa. Hace cuatro años y medio que imparte las clases del primer nivel de mueblería en madera del Centro de Detención Preventiva Santiago Sur -más conocida como la Ex Penitenciaría- bajo el nombre de Espacio Mandela. Asegura que sus hijas suelen preguntarle que por qué trabaja, si él está bien o no. “Papá, ¿te falta algo?”, le dicen. A lo que él responde: “Las cosas buenas de la cárcel no las ven, en la tele se muestra todo lo malo”.

Previo a Espacio Mandela, Carmona hacía clases en INFOCAP, el Instituto de Formación y Capacitación Popular de la Compañía de Jesús, también conocidos como los Jesuitas. “Gran parte del equipo de INFOCAP está ahora en Espacio Mandela”, explica.

Este proyecto es desarrollado por la Fundación Invictus, encabezada por el padre jesuita Luis Roblero, y el Área Técnica de Gendarmería de Chile, desde 2014. En marzo de ese año se remodeló la Calle 11 de la Ex Penitenciaría de Santiago y gracias al apoyo de SENCE (Servicio Nacional de Capacitación y Empleo), FOSIS (Fondo de Solidaridad e Inversión Social), el Ministerio de Economía y el Ministerio de Justicia se logró desarrollar ahí el primer Espacio Mandela.

La iniciativa consiste en la realización de talleres de mueblería en madera, que se dividen en tres cursos según su grado de dificultad, junto a otro enfocado en tallado y artesanía. Además de estar en Santiago, actualmente se imparten en Valparaíso -en el Centro Penitenciario Femenino y Masculino-, en el Complejo Penitenciario de La Serena y en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Puerto Montt.

En la Calle 11 de la Ex Penitenciaría -un galpón de dos pisos, de 30 metros de fondo por 50 de ancho- se albergan los cuatro talleres: tres niveles de mueblería y tallado en madera. En este espacio no hay funcionarios de Gendarmería que intervengan. “Es un trato entre ellos y yo, y el que no lo respeta se va”, señala Carmona. Las herramientas que utilizan son sierra circular e invertida, router, caladora y taladro. Al terminar el primer nivel, SENCE les regala la maquinaria para que los reclusos continúen con proyectos personales.

Enseñanza basada en “aprender haciendo”

Carmona está a cargo del taller del primer nivel cuya duración es de seis a ocho meses. La dificultad en esta etapa es menor y los materiales y herramientas son financiados por el SENCE y FOSIS del Ministerio de Desarrollo Social. El taller se realiza de martes a viernes, en dos jornadas: de 9:00 a 12:00 hrs y de 14:00 a 16:00 hrs. Son 25 personas en cada grupo y la participación es completamente optativa.

Solo el primer nivel recibe la madera que dona el SENCE, mientras que los otros más avanzados reciben madera proveniente de demoliciones, que las familias de los mismos reclusos compra. Raulí, roble, mañio o laurel son algunas de las maderas con las que acostumbran a trabajar. “Ha llegado cedro blanco, una madera casi extinta. Lo reconoces cuando lo estás lijando porque se te pone la boca amarga”, recuerda Carmona.

Entre los tres niveles y el taller de tallado en madera, son más de 150 internos los que participan de este programa. Cuando terminan el primer nivel, lo aprueban y se certifican, pasan al segundo y así sucesivamente.

La forma de enseñar, dice Carmona, no es tan pedagógica: “Tenemos distintos tipos de alumnos. Hay algunos que saben leer, que tienen cierto tipo de preparatoria, pero otros que presentan cierto analfabetismo. Eso te va quitando tiempo y te impide poner un método más estandarizado”. Por lo tanto, la base es aprender haciendo, no tanta teoría: “Son personas con poca capacidad de retención a largo plazo. Haciendo les queda, ocupando las máquinas, fabricando. Pero si les explico con pizarra y que anoten, habrá un alto porcentaje que no va a prestar atención”.

Todo es un paso a paso. Parten con marquetería, se les enseñan tipos de corte, como los de 90, 45 y 27 grados. Aprenden sobre resistencia y cómo fabricar muebles estables, entendiendo el comportamiento de ángulos. También, sobre tipos de armados como el puente Warren o Eiffel. Se les entregan bocetos o estructuras armadas que ellos deben reproducir. “A veces sin saber matemáticas, lo saben reproducir bien”, dice Carmona.

Fabrican muebles tipo como mesas de centro, cajoneras de clóset, pies de cama, escritorios y rack para tv, entre otros. Con el material sobrante hacen mesas de camping plegables que destinan para uso al interior del recinto. Venden en la Ex Penitenciaría o a sus familias o lo hacen por fuera.

En el segundo nivel, la fabricación de muebles es similar, pero aumenta la dificultad. Los del tercer nivel fabrican muebles de cocina para Sodimac –que tiene una ferretería con herramientas disponibles para los alumnos del segundo y tercer nivel, además del de tallado-  y otras constructoras. Reciben un salario según la venta. El día lunes es el día libre para ellos, y pueden trabajar en sus proyectos personales.

Carmona destaca a los estudiantes del taller de tallado. Hay algunos que llevan su talento hacia el lado de la escultura, esculpiendo figuras como moáis en troncos brutos. Otros un tanto más detallistas, fabrican relojes y autos de modelos antiguos. Todo en madera. Carmona recuerda a un alumno en particular, de los que tallan autos, porque saca el barniz con una bombilla y con la boca va soplando y barnizando. “La necesidad los lleva a crear”, enfatiza.

La madera como reinserción

El objetivo principal de Espacio Mandela es que los presos logren una mejora en su conducta, por lo que cada tres meses son evaluados: mala conducta, regular, buena o muy buena. Incluso, pueden obtener beneficios en el grado de su pena. Estos talleres son los únicos disponibles para las personas privadas de libertad de este recinto.

Provienen de “El Óvalo”, uno de los lugares más emblemáticos de la Ex Penitenciaría. Según Carmona, “es un circo romano”. Son internos que en promedio cumplen penas de hasta 20 años. “Ya con 20 años entran en la categoría de que están fijos, de que la libertad es poco probable”, explica. Otro aspecto que señala el profesor de dicho taller es la edad: “El que es menor de 30 años es choro, se cree que líder, es más violento. De 30 años para arriba tienen cana suficiente y lo que quieren es la libertad. Se han perdido la muerte de su madre, de un hermano. De los tres hijos que tienen, dos han nacido mientras ellos están adentro”.

Cuando los internos finalizan los meses de duración del taller que cursan, el FOSIS (del Ministerio de Desarrollo Social) los apoya con una ceremonia de titulación. En sus años de experiencia, Carmona ha percibido un alto nivel de compromiso familiar: “Recién cuando se gradúan del primer nivel, la familia se convence de que el tipo estuvo estudiando un año. No les cuentan el cuento, tienen que verlo. Después escuchas que las familias tienen los muebles en sus casas, los usan. Las familias se van afianzando”. Para el Día del Niño, por ejemplo, hacen mesas o sillas con dibujos de Frozen o personajes de Disney con témpera, para regalar a su hijo, hija o algún sobrino.

En estos cinco años de Espacio Mandela, la tasa de deserción ha sido baja, por lo que para Carmona “el sistema funciona”. Según el seguimiento que le han dado a algunos internos al salir en libertad, varios han seguido la senda de la madera: “Algunos están trabajando en constructoras, ganando $600.000 mensuales. Se demostró que realmente se podría hacer el cambio. Se ve”.

La proyección para los próximos años es que Espacio Mandela tenga presencia en todas las cárceles de Chile. Para Carmona, en el país sigue faltando una “real apuesta por la reinserción”. En estos casi cinco años que lleva como instructor del taller de mueblería, lo que más valora es el agradecimiento que ha recibido de algunos estudiantes quienes le han dicho que nunca antes alguien se había preocupado por ellos.


Escrito por Diego Zúñiga
Fotografías cortesía de Espacio Mandela

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