FLEXbio, el bioplástico derivado del aserrín, impacta positivamente a los madereros del sur de Chile

FLEXbio-aserrin

Hace cuatro años que el Centro de Polímeros Avanzados (CIPA) trabaja en este material que cuenta con un aditivo proveniente del aserrín. FLEXbio busca la reutilización de este desecho de aserraderos, por lo que decidieron aliarse con las Pymes madereras de la Provincia de Arauco, llegando hasta la existencia hoy en día de una cooperativa encargada de la línea de negocios y la planta piloto. Rodrigo Briones, uno de los investigadores de este bioplástico, entregó más detalles de esta innovación, tanto ambiental como social.

De los variados subproductos que genera la industria maderera, uno perfectamente reconocible es el aserrín. Un material caracterizado por su color, olor, textura y, sobre todo, por su acumulación, la que se comprueba tras cualquier proceso de serrado. Comúnmente considerado como desperdicio –pese a que las grandes empresas lo utilizan para generar energía por medio de combustión–, distintas investigaciones buscan cambiar ese concepto. Así, el camino no se limita solo a quemar o botar este elemento.

Una de estas investigaciones proviene del Centro de Polímeros Avanzados (CIPA), donde se creó un bioplástico biodegradable y compostable, constituido por almidón comercial –como matriz principal– y un aditivo biobasado plastificante, obtenido a partir de la conversión de aserrín de pino radiata. Su nombre es FLEXbio, proyecto que se adjudicó el primer lugar del Concurso de Innovación de Madera21 en el marco de la Semana de la Madera 2019.

Rodrigo Briones lleva seis años como investigador de esta institución ubicada en Concepción, donde ha podido trabajar en diferentes tipos de proyectos. Con respecto a esta tecnología, especifica al teléfono, son cuatro años de estudios y pruebas con el fin de dar otro uso al residuo.

“FLEXbio surge por una de las misiones que tiene CIPA, que es mejorar la productividad de los rubros y territorios que lo necesiten, disminuyendo brechas tecnológicas y generando transferencia de conocimientos para mejorar la calidad de vida. Uno de los sectores donde hemos tenido un fuerte trabajo es con los pequeños madereros de la Provincia de Arauco”, introduce recién iniciada la conversación.

Desde 2015 CIPA lleva un trabajo en conjunto con micros, pequeñas y medianas empresas del sector. Una interacción donde se enteraron de sus necesidades, entre las que estaba la acumulación del aserrín.

“Para la gran mayoría era solo un residuo porque no tenían las máquinas ni las calderas necesarias para quemarlo y transformarlo en energía, algo que sí hacen las grandes compañías de la industria forestal. Eso provocaba que sus aserraderos estuvieran a tope, lo que, además de un problema de espacio, genera inconvenientes ambientales y el aumento de la posibilidad de un incendio. Conociendo esta situación, les propusimos profundizar en nuestra tecnología”.

El nexo que comenta Briones fue primordial en la búsqueda de las primeras fuentes de financiamiento, principalmente públicas, como de Corfo y Conicyt. El mayor espaldarazo vino del Gobierno Regional, tras adjudicarse montos provenientes del Fondo de Innovación de la Competitividad, con los que pudieron desarrollar una línea de negocio y la planta piloto.

FLEXbio, al tocarlo, se siente muy similar a un plástico común. Briones menciona que su olor es a madera ahumada, propio del aserrín, mientras que su tonalidad deambula entre el café claro y el negro. “Eso se produce dependiendo de la formulación y el proceso de conversión del aserrín, lo que también orienta su futura aplicación al no ser transparente, blanco o traslúcido”.

Otras de sus cualidades es que puede ser empleado para futuros objetos biodegradables, biobasados y compostables. Estas características irían de la mano con las investigaciones mundiales de la materia. El investigador asegura que en Europa, de donde provienen los comités especializados en bioplástico, existen estudios y estadísticas que estiman un crecimiento de un 20% de este tipo de materiales en los próximos cinco años. Una industria de gran futuro, tanto por los actuales debates ambientales, como por la gran oportunidad de innovar a partir de un desecho.

“Con FLEXbio podríamos entrar tranquilamente en el abanico de posibilidades a nivel mundial, sobre todo porque el recurso, la materia prima, es abundante en Chile. No hablamos de que la madera y el aserrín estén limitados, tampoco de que haya una gran empresa dueña de estos elementos. Desde la Región del Maule hacia abajo encuentras aserrín, por lo que esta tecnología podría replicarse perfectamente en otras zonas del país, sin que pierda su punto de vista social”.

Briones menciona ese último punto ya que, para hacer la transferencia tecnológica desde CIPA, los madereros de la Provincia de Arauco formaron una cooperativa de base tecnológica –Coopemad Arauco Ltda–, “ya que no podíamos entregar las máquinas de la planta piloto a un particular. Eso los llevó a agruparse como comunidad encargada de producir y llevar adelante este negocio a futuro”.

–Antes de que desarrollaran FLEXbio, ¿conocía productos similares a partir de aserrín?

Sí. Hay resinas biodegradables y compostables, pero todas son importadas. Se pueden adquirir en el mercado porque hay grandes industrias químicas que traen productos, principalmente de Europa. En este caso, la gran diferencia es que estamos desarrollando una tecnología base para aplicar en un producto que puede tener diferentes aplicaciones, dependiendo del mercado, además de que se hace con material de la zona. No hay otro material que sea producido en su génesis, desde aquí, a diferencia de otros donde la materia prima es de afuera.

–Pese a que dice que el uso de este bioplástico depende del mercado que lo requiera, según su visión, ¿en cuáles podría ser utilizado?

El primer interés fuerte viene del sector agrícola, debido al uso de plásticos en la agricultura. Veo una variedad de aplicaciones porque se utiliza mucho para el crecimiento de cultivos, al igual que en otros ámbitos como la floristería y los viveros. Pueden existir muchas aplicaciones, pero no te digo todas porque para un invernadero se necesita algo que dure dos, ojalá cuatro años. Eso implica resistencia y FLEXbio no va para allá porque esto se degradará fácilmente con las condiciones climáticas, pero sí tiene cabida en otros aspectos como mulchs (acolchados), maceteros, pots y bolsas.

–¿En que se encuentra actualmente FLEXbio?

Actualmente nos encontramos en evaluaciones técnicas de desempeño, viendo las propiedades físicas, mecánicas y de biodegradación, como también de las normativas, principalmente europeas. Lamentablemente, no podemos tener proyecciones para todos los mercados porque los recursos son pocos, entonces nos da para pensar en ciertas aplicaciones estudiadas. Es por eso que queremos conocer el interés de los distintos sectores, el que te aseguro que existe porque siempre se nos pregunta para qué podría servir FLEXbio. Por ejemplo, con envases para la comida.

–¿Y qué responde?

Que nuestras pruebas van por otro lado, pero que si quieren ver las posibilidades de este bioplástico, podríamos investigar algo juntos. La idea es que se involucren tanto las Pymes como las empresas para avanzar en la definición final de los productos, según la aplicación que quieran.

–¿Y el mercado se encuentra informado sobre las posibilidades de aplicación de un bioplástico como este?

Sí, creo que se está avanzando. Está la ley de la Responsabilidad Extendida del Productor, también lineamientos y directrices que van bien por iniciativa propia, pero faltan cosas como que la normativa se instale bien el país. El Ministerio del Medio Ambiente dijo “chao bolsas” y no hubo filtros ni estudios sobre qué pasaba con las bolsas biodegradables. Si estaba la posibilidad de realizar ensayos o ver instituciones que certificaran su efectividad. Entiendo que este tema se volverá a retomar de una manera más informada, lo que es bueno. Tomando ese mismo ejemplo, una gran aplicación de FLEXbio tiene que ver con las necesidades de compostaje de la población, sobre todo en el reciclaje de residuos orgánicos domiciliarios.

–En ese caso, ¿cómo sería la aplicación?

Con FLEXbio se puede elaborar una bolsa de basura 100% compostable. Tenemos los estudios y ensayos que permiten estimar la actitud y funcionalidad que tendrá su aplicación, con los que nos basamos para asegurar que es posible elaborar un material que dure 30 días, que resista cinco kilos y que se degrade en condiciones de compostabilidad.

–Ya para terminar, ¿por qué postularon al Concurso de Innovación de la Semana de la Madera?

Principalmente, porque es uno de los eventos más grandes a nivel maderero, junto a Expo Corma. Además del proceso de innovación social con los madereros de Arauco, vimos en esta postulación un gran potencial para el desarrollo de tecnologías como ésta, proveniente del aserrín. La Semana de la Madera es una tremenda y buena plataforma, que permite escalar y replicar este tipo de modelos en otros polos madereros de Chile, como también en pensar en mercados internacionales. Porque esto puede ser aplicable en todo Sudamérica, tranquilamente.


Escrito por Marcelo Salazar
Fotografías cortesía de Flexbio/Madera21
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