4 de Diciembre, 2019
Estoy parado en un sitio de construcción aparentemente ordinario de un edificio de oficinas en el este de Londres. El edificio de siete pisos tiene aproximadamente dos tercios completos: la estructura básica y las escaleras están en su lugar, con el enlucido y el cableado apenas comenzado. Pero mientras camino, algo diferente se revela lentamente. El sitio de construcción es tranquilo y limpio, incluso huele bien. Y hay muchísima madera. Los sitios de construcción generalmente presentan madera como molde para verter el concreto. Pero aquí, la madera es el concreto.
“Debido a que un edificio de madera pesa el 20 % de un edificio de concreto, la carga gravitacional se reduce enormemente”, comenta entusiasmado Andrew Waugh, el arquitecto, quien me muestra los alrededores. “Eso significa que necesitamos cimientos mínimos, no necesitamos grandes cantidades de concreto en el suelo. Tenemos un núcleo de madera, paredes de madera y losas de piso de madera, por lo que reducimos la cantidad de acero al mínimo”. El acero se usa generalmente para formar los principales soportes internos o para reforzar el concreto en la mayoría de los edificios modernos grandes. En este edificio de madera, sin embargo, hay relativamente pocas secciones de acero. Los que quedan se atornillan como un juego de Meccano para ser desmontados fácilmente al final (o durante) la vida del edificio. “Si quisieras poner una escalera aquí”, dice Waugh, señalando hacia el techo, “desenroscas esa viga [de acero] allí, obtienes una motosierra y haces un agujero en el [piso] de madera”.
Las estructuras que usan materiales de madera también tienden a ser más rápidas y fáciles de construir, por lo tanto, reducen los costos de mano de obra, el combustible de transporte y el uso de energía en el sitio. Alison Wring, directora de Aecom, una compañía de infraestructura, cita un bloque residencial de CLT de alrededor de 200 apartamentos que “tomó solo 16 semanas [para construirlo] … mientras que si se hubiera hecho tradicionalmente con un marco de concreto, habría tomado al menos 26 semanas”. De manera similar, dice Waugh, un reciente edificio con CLT de 16.000 metros cuadrados en el que trabajó, “habría necesitado alrededor de 1.000 entregas de camiones de cemento solo para el marco. Para entregar todo el CLT, solo necesitábamos 92 entregas”.
Por esto, algunos arquitectos como Waugh, están impulsando un retorno a la madera como nuestro principal material de construcción.
La madera contralaminada, o CLT, es el material principal en el sitio de construcción que Andrew Waugh me muestra en el este de Londres. Debido a que se describe como una “madera de ingeniería”, espero ver algo similar al aglomerado o la madera contrachapada. Pero el CLT se ve como comunes tablones de madera de tres metros, de una pulgada de espesor (unos 25 milímetros), repletos de nudos y astillas. El ingenio es que los tablones se fortalecen pegándolos en capas de tres, con cada capa perpendicular a la otra. Esto significa que el CLT “no se dobla ni comba, tiene una fuerza integral en dos direcciones”, dice Waugh. “La pared [de CLT] soporta el piso de arriba, con una resistencia horizontal para transportar una carga por encima, actuando como una viga larga”. Eso, dice, “cambia la arquitectura”.
El CLT, es adhesivo por debajo de un 1 %, y generalmente usa un poliuretano de base biológica. Las tablas se unen bajo calor y presión para fusionar esa pequeña cantidad de adhesivo utilizando la humedad de la madera. Para mirar, oler y tocar, es madera tan pura como la casa del árbol de un niño: nudos y todo.
Muchas fábricas de CLT en Austria incluso funcionan con biomasa renovable que utiliza recortes, ramas y ramitas. Algunas fábricas producen suficiente electricidad para alimentar a las comunidades circundantes.
A pesar de que el CLT se inventó en Austria, el espacio de arquitectura de Waugh en Londres, Waugh Thistleton, fue el primero en usarlo para construir un edificio de varios pisos. Otra forma habitual, es la del Murray Grove, un bloque de apartamentos de nueve pisos con revestimiento gris, que causó “conmoción y horror en Austria” cuando se construyó en 2009, dice Waugh. El CLT solo se había utilizado para “casas bonitas y simples de dos pisos”, mientras que cualquier cosa más alta se convirtió en concreto y acero. Pero para el Murray Grove, toda la estructura sobre la losa del primer piso se compone de paneles CLT, con todas las paredes, losas y núcleos de elevación formados por madera, como un bloque de panal.
Desde entonces, el proyecto ha inspirado a cientos de arquitectos a construir en altura con CLT, desde el Brock Commons Tallwood House de 55 m, en Vancouver, Canadá, hasta la ‘Torre HoHo’ de 84 m, 24 pisos, actualmente en construcción en Viena, Austria.
A menos de cinco años después de su llegada a las costas de Estados Unidos, actualmente, se están desarrollando proyectos con CLT en casi todos los estados continentales de este país. Más importante aún, a diferencia del Reino Unido, que actualmente importa todo su CLT, Estados Unidos está invirtiendo en la fabricación nacional de este material, con fábricas en Montana y Oregón, y más planificadas en Maine, Utah, Illinois, Texas, el estado de Washington, Alabama y Arkansas. El nuevo edificio de “centro tecnológico” de Amazon en Minneapolis está hecho de madera laminada con clavos (como CLT, pero usando clavos en lugar de pegamento). La Ley de Innovación de la Madera de 2018 también incluyó disposiciones para la investigación y el desarrollo de la madera en masa.
Otros países también están recurriendo a la madera, comenta Monika Lebeničnik, ingeniera de ventas de Ledinek Engineering, una empresa austriaca-eslovena que fabrica las prensas para las fábricas de CLT. Cuenta que desde 2013 comenzaron con un pequeño número de pedidos desde Austria y Escandinavia. Pero a partir de 2017, hay un repentino aumento desde Japón, Francia, Australia, Letonia y Canadá. “La capacidad anual de dichas líneas oscila entre 25.000 y 50.000 metros cúbicos [de CLT]”, explica Lebeničnik.
Hay ventajas que hacen que el material sea particularmente atractivo para países como Japón, ya que se ha encontrado que funciona bien en las pruebas de terremotos. Un equipo conjunto de investigación italiano-japonés construyó un edificio con CLT de siete pisos y lo probó en una “mesa batida”. Descubrieron que podía soportar temblores al nivel del terremoto de 1995 en Kobe, Japón, que destruyó más de 50.000 edificios.
Waugh junto con un creciente grupo de arquitectos internacionales, están convencidos de que la adopción masiva de CLT es una herramienta clave para afrontar el cambio climático. “No es una moda o tendencia”, me dice mientras terminamos el recorrido por su edificio del este de Londres, y tomo mi último aliento del aire del bosque. “El desarrollador comercial más grande del Reino Unido acaba de comprar este edificio. Para mí, ahí es donde queremos estar… quiero que esto sea integrado . Todos deberíamos estar construyendo con esto”.
Vuelvo a mi pregunta original: ¿Podríamos volver a la madera de manera realista como nuestro material de construcción principal? “No solo es realista, es imperativo”, argumenta Waugh. “Tiene que suceder. En arquitectura, siempre se vuelve al bosquejo: el bosquejo es el cambio climático”.
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