13 de Febrero, 2020
¿Cómo obtienen la guitarra o el violín esa curvatura perfecta?, ¿cómo se puede fabricar una silla mecedora?, ¿cómo consigue un bote pesquero la forma que le permite hacerse espacio en el mar? Sin necesidad de contar con gran tecnología, la flexión a vapor es una de las técnicas más utilizadas para curvar la madera, desde el trozo más delgado hasta el pedazo más grueso.
La explicación es simple: al exponer la madera al calor y a la humedad del vapor de agua, sus fibras de celulosa se ablandan y quedan susceptibles de ser moldeadas de todas las maneras imaginables. Para hacerlo, es necesario tener una caja de madera o cualquier tipo de tubo PVC, conectada a un generador de vapor como una tetera grande o una olla de presión.
Para curvar la madera se introduce el trozo en la caja de vapor y se deja allí el tiempo necesario según su tamaño. La regla es que la pieza debe estar 60 minutos dentro por cada pulgada de grosor. Es importante cerciorarse de que la madera escogida esté completamente seca, ya que si contiene humedad en su interior, puede deformarse con el tiempo.
Una vez que los tableros han cumplido su tiempo de exposición al calor y la humedad, se sacan de la caja y se fijan en un molde que les otorgará la curvatura elegida. Para ello es necesario utilizar piezas metálicas fijas en los lugares donde se quiere curvar el trozo. Una vez que la madera se ha enfriado a temperatura ambiente y está completamente seca, ya está lista para conformar el diseño del objeto que se está fabricando.
Esta técnica artesanal se utiliza mayoritariamente en la fabricación de objetos de pequeña y mediana escala, aplicándose más al diseño que a la arquitectura y la construcción de grandes obras. Si bien existen otros métodos para curvar la madera como esculpir la curvatura en un gran trozo o encolar láminas para obtener glulam, una de las grandes ventajas de la flexión a vapor es que asegura y preserva la fuerza de las fibras de celulosa y la capacidad estructural de la madera.
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