El programa estratégico nacional Construye2025 le dio un papel preponderante a la madera en su hoja de ruta (2015), debido al rol que podría jugar en la sustentabilidad del sector construcción, un material que presenta ciertos desafíos. Tal vez el más importante -declarado en esta estrategia- es el desarrollo de una industria para la madera como material de construcción.
Por el lado de la sustentabilidad, las ventajas son evidentes: material renovable y de alto estándar térmico, de alta durabilidad, reutilizable y capaz de absorber CO2 de manera especialmente eficiente (1 tonelada de CO2 por cada m3).
Desarrollar una industria para la madera implica diversos factores productivos, de tipo tecnológico, técnico, de mano de obra, normativo y de provisión de materia prima, entre otros. Además, un punto crítico es la demanda, que además de ser creciente, debe apreciar a la madera, especialmente, cuando tiene un alto valor agregado.
Chile es un país forestal y cuenta con compañías de gran tamaño que producen y agregan valor a la madera, pero también con un número significativo de empresas de menor tamaño, que manejan grandes volúmenes de este material. Sin embargo, estamos atrasados en la masificación de una oferta de productos estructurales de alto valor para el sector construcción. ¿Qué debe darse primero: la oferta o la demanda?
Despejemos algunas dudas: ¿cuáles son sus ventajas, disponibilidad de capacidad productiva y características clave? Hay bastantes mitos y estigmas por derribar. La madera es un material orgánico, renovable y de alto valor estructural, que hace una importante contribución al confort de las edificaciones en cuanto a aislación térmica, ruido y calidez ambiental. Chile produce este noble material en calidad estructural que se exporta en grandes volúmenes a mercados que hoy lo aprecian como se merece y lo ocupan en soluciones constructivas de alto valor. Países como Estados Unidos y Canadá utilizan madera en más del 85% de sus casas y hoy también se está comenzando a edificar en altura con ella.
La madera puede ser un material barato a la hora de pensar en soluciones de bajo valor como construcciones ligeras sin mayores pretensiones, lo hemos visto en soluciones de “vivienda de emergencia” o “mediaguas”. Esto, sin duda, ha afectado nuestra apreciación de ella como material. Pero, hoy, conocemos su enorme potencial que incluso la ha llevado a ser considerada “de lujo” cuando es ocupada en sistemas constructivos de mayor valor agregado.
Chile cuenta con proveedores de este alto estándar y seguirán llegando más. Tenemos ya una planta industrializada de sistemas constructivos prefabricados y estamos también usando sistemas constructivos como el Cross Laminated Timber (CLT), de alto valor estructural, térmico y estético. Ya estamos construyendo viviendas en extensión, edificios en mediana altura y prontamente haremos edificios en altura, con madera de alto valor. Sigamos construyendo un futuro para la madera, que al aumentar su demanda nos ofrece, además, mayores economías de escala, mejores encadenamientos productivos, mayor provisión y, como resultado final, un producto de alto valor, de producción nacional y al alcance de todos.
El resto del mundo avanza rápido. Países madereros como Finlandia, Austria, Japón, Estados Unidos y Canadá, junto con otros no forestales, como Australia e Inglaterra, llevan años apostando y -sobre todo- proyectan grandes desarrollos en madera. Existe incluso un ranking de los edificios más altos de madera, liderado hoy por la torre Mjøstårnet, cerca de Oslo, Noruega, con 18 pisos y 85 metros de altura total. Seguida de cerca por la HoHo Viena Project, con 84 metros y otros edificios como el edificio mixto (núcleo de hormigón) Brock Commons Tallwood House, en Vancouver, Canadá (53 metros). Incluso se proyectan torres de 300 metros en Inglaterra y Japón. ¿Nos quedaremos fuera de esta carrera?
La madera ha se proyectado con más fuerza que nunca, gracias a la tecnología y particularmente, gracias a la industrialización. Este material requiere ser industrializado para extender su uso y maximizar sus atributos. Por eso, necesitamos contar con infraestructura al alcance de productores de diversos tamaños, para su aserrado, secado y posterior procesamiento. Chile está avanzando en esto, gracias al empuje estratégico de organismos como Madera21, Programa Madera Alto Valor de Corfo y Pymemad, entre otros.
Por el lado de la industria, la madera se ha posicionado al concretarse proyectos tales como la Torre Peñuelas de Valparaíso, el icónico pabellón de la Expo Milán (hoy en Temuco), el campamento minero de Los Bronces, el ecobarrio de Chañaral, el edificio de Mininco CMPC en Los Ángeles y tantos otros. Asimismo, tenemos hoy la capacidad productiva para montar viviendas y hasta hospitales, con estructuras de madera logradas en plazos significativamente acotados y con un alto estándar de calidad.
Los desafíos son varios, pero las oportunidades son más y debemos aprovecharlas. Tenemos aquí en nuestras manos el poder de agregar valor a una materia prima abundante, dejando de ser simplemente demandantes de sus beneficios, para pasar a convertirnos en exportadores de productos industrializados de madera de alto valor. La carrera ya comenzó.
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