24 de Julio, 2020
Aguahoja I examina cómo incluso los materiales que consideramos residuos pueden conformar el diseño.
Con una altura de cinco metros, la piel de la estructura está compuesta de celulosa, quitosano y pectina, que según el estudio, son los materiales más abundantes del planeta.
El proyecto demuestra la aplicación de la fabricación robótica en base de agua a una escala cercana a la de las ecologías naturales.
“Derivado de la materia orgánica, impreso por un robot y moldeado por el agua, este trabajo apunta hacia un futuro donde el crecimiento y lo fabricado se unen”, dijo Mediated Matter Group, diseñadores y fabricadores del proyecto.
El grupo de investigación, encabezado por Neri Oxman, ha intentado aplicar la inteligencia intrínseca de las ecologías naturales a la forma en que diseñamos y fabricamos el entorno construido.
Parte del MIT Media Lab, el grupo busca mejorar la relación entre entornos naturales y artificiales mediante la integración del diseño computacional con la biofabricación.
La investigación del grupo en el área de la ecología de los materiales se aplica al diseño desde la micro escala hasta la escala de construcción.
“En contraste con el mundo biológico, el entorno construido está compuesto por objetos artificiales e inanimados que están diseñados para realizar un conjunto finito de funciones predefinidas”, explicaron.
“El ritmo al que construimos las estructuras nos ha requerido extraer materias primas de la tierra y apropiarlas lejos de sus hábitats nativos más rápido de lo que pueden reponerse”, agregó Mediated Matter Group. “Cuando su función se cumple o se supera, estos materiales se convierten en residuos permanentes en nuestros vertederos y océanos”.
Aguahoja I fue realizada para resaltar esta ineficiencia en comparación con la capacidad de la naturaleza de “hacer más con menos”.
El revestimiento biocompuesto flexible de la estructura se imprime a temperatura ambiente utilizando materiales solubles en agua.
Cuando se expone a la lluvia, se descompone, permitiendo que los materiales vuelvan a entrar en el ecosistema natural y continúen el ciclo natural.
“La materia producida por un miembro de un ecosistema, vivo o no vivo, inevitablemente alimenta el ciclo de vida de otro”, explicó el grupo de investigación. “El resultado es un sistema alimentado por agua con una eficiencia incomparable en el uso de energía y recursos”.
Según el estudio, a través de pequeños cambios en la composición química, los materiales orgánicos pueden ser tan resistentes y flexibles como el cuero o tan rígidos como la madera.
El material también tiene la capacidad de responder a los cambios en las condiciones ambientales, como el calor y la humedad.
“En un momento en que el planeta necesita urgentemente métodos de diseño y construcción sostenibles, Aguahoja proporciona un ejemplo de lo que se puede hacer con los materiales orgánicos más abundantes de la tierra”, dijo el grupo.
“Al sintetizar materiales sostenibles a partir de corrientes de desechos orgánicos, ajustar sus propiedades y programar su descomposición y retorno a los ecosistemas, el proyecto se apropia del nacimiento, la vida y la muerte de un diseño”, agregaron.
El pabellón Aguahoja I y los artefactos asociados se exhibieron en el lobby del MIT Media Lab en febrero de 2018.
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