1 de Febrero, 2021
El objetivo era el siguiente: solicitar a la Comisión Nacional de Productividad (CNP) un informe que identificara las barreras que dificultaban el crecimiento de la productividad en la construcción y, una vez detectadas, se realizaran recomendaciones para mejorar su desempeño. De hecho, fue el mismo Presidente de la República Sebastián Piñera quien realizó el encargo, evidenciando preocupación por conseguir un diagnóstico integral de los desafíos del sector. Fue así como la CNP se puso manos a la obra y, a través de un trabajo colaborativo y complementario representado por la Cámara Chilena de la Construcción, se lograron vislumbrar falencias, oportunidades y diagnósticos siempre mejorables para optimizar y desarrollar un rendimiento equilibrado y sistemático.
Ahora bien, ¿por qué está inquietud por parte del Gobierno? Básicamente porque la construcción representa alrededor del 7% del PIB, emplea a cerca del 10% de los trabajadores del país y es uno de los sectores con más altas tasas de crecimiento de cantidad de empresas y trabajadores. De hecho, a nivel mundial, la construcción también se configura como un sector económico clave, con más de 10 trillones de dólares gastados anualmente en bienes y servicios entregados por el sector. Sin embargo, su efecto más significativo se manifiesta en sus beneficios sociales para los usuarios. Por ejemplo, a través de viviendas que dan soluciones habitacionales a las familias o de obras de infraestructura que otorgan conectividad a los países, permitiendo el crecimiento económico de largo plazo.
A su vez, la importancia del sector de la construcción en la economía y el bienestar de los ciudadanos se refleja en los anuncios de la autoridad respecto a programas, planes y otras medidas para impulsar su crecimiento. Ejemplos de ello son el programa Construye 2025, el Plan 30/30, el Plan Maestro de Transporte de Santiago al 2025, los Planes de Infraestructura y Recursos Hídricos 2021 y el Plan Nacional de Infraestructura y Movilidad 2020-2050. En cuanto a la más reciente (la cual fue creada a partir de la pandemia), se encuentra el Plan Paso a Paso Chile se Recupera, cuyo objetivo es reactivar la economía mediante una inversión total de USD 34.000 millones en el periodo 2020- 2022.
Adentrándonos en el estudio en sí, es necesario advertir que cuenta con 625 páginas y que contiene un sinnúmero de temáticas que se ramifican amplia y específicamente, dando cuenta de un trabajo riguroso y completo. Sin embargo, si pudiéramos realizar una compresión a grosso modo, éste presenta una hoja de ruta que considera la factibilidad y la prioridad de implementar las medidas identificadas (acciones críticas a corto y mediano plazo y otras estratégicas con mayor horizonte). En total, el estudio contempla 73 recomendaciones, las que se clasifican respecto del tipo de obra que afecta, vía de implementación y la institución a cargo de ello. Así, el estudio plantea cinco recomendaciones para mejorar la construcción de obras de edificación privada, 25 de obras infraestructura pública y 43 que buscan hacer frente a los obstáculos detectados en ambos subsectores de la construcción. En lo que respecta a las vías de implementación, 55 recomendaciones se pueden aplicar por la vía administrativa y 18 requieren cambios legales. El Ministerio de Obras Públicas (MOP) es el gran llamado a llevar adelante las propuestas, las que sugieren otros 21 organismos para llevarlas a cabo.
Al tratarse de un estudio sumamente exhaustivo, es difícil establecer y nombrar cada uno de los impedimentos que frenan una productividad mayor, pues éstos provienen tanto del ámbito público como privado. Aun así, escenarios como la presencia del COVID, por ejemplo, surgen como relevantes a la hora de generar oportunidades de análisis para crear nuevas y mejores formas de construir.
Allí entran las innovaciones tecnológicas, los esquemas particulares de trabajo y las medidas de sustentabilidad que se pueden emplear (rol en el cual la madera juega un papel fundamental). En efecto, y siguiendo con los efectos de la pandemia, 2/3 de los incumbentes (titular actual de un cargo o puesto, generalmente en relación a una elección) vinculados al sector de la construcción a nivel mundial cree que la presencia del coronavirus catalizará los cambios hacia nuevos modos de construcción. Dicho de otra forma, se espera que las recomendaciones permitan mitigar los problemas más relevantes e, incluso, comenzar el proceso de generación y sistematización de toda la información de los proyectos.
Todo lo anterior permitiría contar con insumos y antecedentes históricos para la toma de decisiones y la formulación de medidas adecuadas de política pública.
Si hablamos de un material como la madera, a primera vista surgen sus beneficios en los indicadores de impacto ambiental al ser un elemento biodegradable, renovable y reciclable. No obstante, aparte de ser una pieza clave y fundamental en este ámbito, también lo puede llegar a ser en términos de productividad. A modo de muestra simple, una construcción sustentable puede traer múltiples beneficios para el desarrollador, tales como la disminución de costos y plazos.
Según Juan Domingo Pau, gerente de Proyecto de Matrix Consulting (la cual impulsa mediante propuestas la productividad en la construcción), construir sustentablemente también tiene grandes beneficios para el usuario, pues le permite reducir su consumo energético entre 15% y 35%, la del agua entre un 20% y 40% y, a la vez, disminuye la emisión de CO2 entre un 33% y 39%. Además, incorporar la gestión de residuos dentro de las obras de edificación conlleva múltiples ventajas prácticas; sobre todo con la generación de menos escombros (lo que hace que una obra sea 8% más productiva), incluso llegando a una reducción del 60% a nivel nacional.
Centrándonos en el papel de la madera, Pau señala que proyectos de gestión de residuos con este material (para compostaje, por ejemplo) puede llegar a evitar la emisión de 25,4 toneladas de CO2 por proyecto (también puede contribuir el reciclado del fierro). También, es la única materialidad que reduce el CO2 de la atmósfera, disminuye notablemente los residuos (las de acero y cemento pueden producir entre un 8% y un 23% más) y puede llegar a ahorrar un 35% en el consumo de calefacción debido a su buena capacidad de aislación.
Como un ejemplo de un tipo de madera, el uso de CLT (madera contralaminada) presenta beneficios tanto en términos de productividad como en lo que se refiere a indicadores de impacto ambiental, ya que puede reducir un 30% de los tiempos de construcción y un 15% de los costos. Además, al ser un 25% más liviano que una estructura tradicional, facilita el transporte, la instalación y lo hace muchísimo más seguro para los trabajadores que la manipulan, reduciendo las tasas de accidentabilidad.
En síntesis, una excelente oportunidad para que tanto la mano de obra como las mismas empresas salgan ganando.
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