24 de Marzo, 2021
Para poner en contexto, el proyecto podría resumirse de la siguiente manera: un grupo de vecinas y vecinos de Barcelona ha empezado a construir un edificio de 32 coviviendas en cesión de uso en la Plaça de les Dones de Nou Barris, en el barrio de Roquetes de Barcelona. Se está llevando a cabo sobre suelo público, cedido por el Ayuntamiento de Barcelona en 2017, e impulsado por Sostre Cívic (cooperativa que promueve alternativas de acceso y de tenencia de la vivienda). Los futuros habitantes han participado en la definición del proyecto arquitectónico y del modelo de convivencia, siendo acompañados por Celobert durante todo el proceso.
Ahora bien, ¿cómo llegó esto a producirse? Para eso, hay que remontarse a 2010, año en que cuatro profesionales del ámbito de la arquitectura, la ingeniería y el urbanismo, al constatar la dificultad de acceso a una vivienda digna y que, además, el escenario para conseguir trabajo estaba complicado, decidieron crear una empresa propia. Así nace la cooperativa Celobert, la cual enfoca la profesión desde una perspectiva social, sustentable y eficiente.
Justamente uno de los desafíos más interesantes y que ilustra a la perfección su tarea es Cirerers, el edificio de madera más alto del Estado con ocho plantas y 32 viviendas. Éste se cimenta en el modelo de la vivienda cooperativa en sesión de uso, el cual se basa en la propiedad colectiva. Para explicarlo bien, podríamos decir que las personas no tienen un piso en propiedad ni tampoco alquileres, sino que todas son propietarias y entre todos pagan los gastos. De este modo, los que allí habitan tienen más estabilidad y no se encuentran con sorpresivas subidas de arriendo ni de hipoteca. Otra característica, además, son los espacios comunes para apuntar hacia una vida comunitaria, núcleo central del concepto de vivienda colectiva.
Así, además de contar con el distintivo de la altura, tendrá criterios de construcción pasiva y ecológica. Pasivo porque tendrá una mínima demanda energética en cuanto a climatización y producción de agua caliente y ecológica porque se utilizarán materiales con mínima huella y preferiblemente orgánicos.
Según cuenta Júlia Valldolitx de Celobert, la iniciativa “nace de nuestro compromiso de lucha contra la emergencia climática, a través de lo que nos permite nuestra profesión que es el diseño y construcción de edificios ecológicos y energéticamente eficientes”, señala. En esa misma línea, Valldolitx agrega que “es desde la conciencia ambiental de la sociedad y de equipos técnicos que podemos incidir en la normalización del uso de estos materiales”, refiriéndose, en especial, a materiales de origen natural como la madera.
Construir en altura utilizando madera no es algo que se puede definir como muy común. Al contrario, pues es un método que claramente se escapa de lo convencional y que a veces suele dársele bastante atención por ese mismo motivo. En el caso de Cirerers, para la estructura se utilizó un sistema de componentes prefabricados de madera contralaminada (CLT) basado en muros de carga y losas horizontales que, con su disposición trabada, permite construir en altura con la rigidez y resistencias necesarias. Ésta (de madera de abeto procedente de Austria) arranca sobre el techo de planta baja, un forjado de losa de hormigón armado que permite la separación de la estructura de las humedades del terreno y, a la vez, crea un espacio diáfano.
En cuanto a los cerramientos exteriores, se resuelven mediante una combinación de tablero de OSB, rastrelado de madera y aislamiento térmico de origen mineral, el cual va revestido con mortero de cal natural. Sobre la metodología y sus razones de fondo, en tanto, Diego Carrillo de Celobert explica que la madera es el principal material de construcción de Cirerers debido a su origen orgánico y a sus ventajas.
“No sólo no emite CO2 en su fabricación, sino que lo transforma en O2. La clave es que la madera provenga de bosques con sello FSC (Forest Stewardship Council, una organización internacional sin ánimo de lucro que tiene como objetivo la promoción de la gestión responsable de los recursos forestales del planeta desde un punto de vista ambiental, social y económico) para garantizar una gestión responsable y sostenible del mismo. La construcción con sistemas convencionales como el acero o el hormigón va asociada a enormes emisiones de CO2 en todas las etapas del ciclo de vida de los edificios y el volumen de residuos que genera es mucho mayor. Por otro lado, la madera es un material de baja densidad que facilita el aislamiento térmico y minimiza los puentes térmicos”, expone.
Una de las grandes particularidades del proyecto es que la arquitectura de este edificio es fruto de un proceso participativo entre la comunidad que habitará la construcción y el equipo técnico de Celobert, traduciéndose en cuatro tipologías de espacio. El primero se refiere a los espacios abiertos al barrio, donde destaca un taller/escuela de cocina y restauración destinado a la formación de mujeres. Luego están los espacios de uso comunitario, entre los cuales hay estacionamiento de bicicletas, sitios habilitados para el trabajo, biblioteca, talleres de reparación para carpintería, entre otros. En tercer lugar se encuentran los espacios de uso colectivo, una zona intermedia que no es 100% propia ni 100% comunitaria. En específico, se trata de un espacio exterior cubierto de 40m2 situado en cada planta, dando acceso a las viviendas y, al mismo tiempo, es una sala compartida para las vecinas de cada piso.
Por último, están los espacios de uso privado, cuyo nombre se refiere a los 32 espacios de uso exclusivo para cada unidad de convivencia. Uno, de hecho, se destinará a vivienda social. De esta forma, y sumando las tipologías específicas que se refieren al metraje y la división de los departamentos, es que se puede afirmar que la casa es todo el edificio y no sólo la vivienda personal.
Acerca de su realización y teniendo en cuenta que el mundo cambió con la pandemia, Carrillo destaca la elección de la madera como material central, enfatizando sus ventajas constructivas y sanitarias. “La madera supone más rapidez de ejecución, mayor precisión en el proceso y mayor seguridad para la salud durante el transcurso de la obra. Además, tiene beneficios directos para la salud de las personas debido a su transpirabilidad, su baja conductividad y la ausencia de COV (compuestos orgánicos volátiles). A esto se suman sus cualidades organolépticas relacionadas con el olor, la sensación de confort y sus buenas cualidades acústicas”, detalla.
Se prevé que el edificio esté listo a finales de 2021. Mientras tanto, en paralelo, ya se encuentran trabajando en cuatro proyectos más, nuevas obras plurifamiliares de coviviendas (similares a Cirerers) en Barcelona y decenas de proyectos de viviendas unifamiliares aisladas en Cataluña.
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