11 de Mayo, 2021
Dentro de la milenaria historia japonesa, pródiga de profundidades, corrientes y recovecos, resalta una actividad casi icónica de su cultura: la carpintería. De esta hay muchos ejemplos como edificios, ambientes, puentes, patrimonio histórico, mobiliario u ornamento. Sin embargo, hay una rama particularmente llamativa de este oficio que ostenta una técnica, precisión y estética realmente inigualables, originando obras que sin duda van más allá de lo decorativo: el arte Kumiko.
Esta es una técnica especial tanto por su antigüedad, con primeros registros en el siglo XVII, como también por su realización, que no precisa clavos, pegamento, herrajes ni nada que interfiera con la madera. El Kumiko solo emplea ensambles, ángulos y articulaciones, los que no escatiman en firmeza, sostén ni duración en el tiempo. Para ello, cuenta con más de doscientas opciones de piezas y encajes posibles, determinados como “patrones”, donde cada uno encarna un mensaje de acuerdo a la filosofía nipona, mayormente de la naturaleza, testimoniando ánimos de buen augurio.
Luego que la madera es cortada, dimensionada y cepillada, quienes se dedican a esto comúnmente fabrican el marco exterior de la pieza y luego inician la parte más específica del proceso. Ensamblar pieza por pieza, a paciencia de relojero, para que su posicionamiento entregue estabilidad y soporte a la obra artística final. Cientos y miles de pequeños ejemplares geométricos que, uno a uno, dan forma a un cuadro, a una caja, a una lámpara, a una mampara o a cuanto objeto pueda imaginar su autor, jugando con las texturas y diseños que por veces parecen repetirse interminablemente.
Para adentrarnos en el tema, exploramos el estudio chileno Casa Hado que preserva este arte y al mismo tiempo propone otros elementos, ideas e insumos para salvaguardarlo a futuro.
Elías Fuentes y Mauricio Herrera se conocen desde su época universitaria, cuando ambos estudiaban diseño industrial en una universidad capitalina. Luego de su egreso cada uno siguió distintos rumbos profesionales, siempre ligados a su formación y experiencia como profesionales creativos de objetos útiles y estéticos.
Si bien tanto en su pregrado como en ámbitos laborales lograron conocer a la madera de cerca, como un material noble y de distintas aplicaciones, no fue hasta que convergieron en el Kumiko que entendieron la afinidad con estas posibilidad de creación. Ambos quedaron interesados por la precisión, las articulaciones y el sentido detrás de todo esto. Mantuvieron conversaciones y se juntaron en septiembre del 2020 para confirmar la idea. Antes ya tenían intenciones por un emprendimiento en conjunto ligado a la madera, por lo que desde el mes patrio que se encuentran trabajando en obras bajo este tipo de carpintería, cumpliendo un sueño que se venía ensamblando en sus mentes, tal como el Kumiko.
“En un principio, cuando empezamos a desarrollar este arte japonés, nos dimos cuenta de varias preguntas interesantes que promueven este tipo de técnicas, quizás no ligadas netamente a lo constructivo sino que a los significados detrás de los productos. Al comienzo éramos muy rígidos, pero poco a poco generamos más confianza y experimentamos con distintos tipos de ensambles”, indica Elías Fuentes.
Fue así como empezaron elaborando una serie de cuadros basados en esta técnica milenaria. El marco actúa como un contenedor, mientras que en el interior se manifestaba el arte y el alma del Kumiko. Comenzaron a vender los primeros ejemplares, algunas compras se reiteraron y así, expandieron su interés por adentrarse más y más en esto, jugando con las articulaciones y la flexibilidad maderera. “Para desarrollar el arte Kumiko, intentamos utilizar maderas semiduras y semiblandas que brinden la oportunidad de que el corte quede lo más limpio posible. Es por ello que nuestra primera preferencia es la lenga, luego el roble, el paquío, el castaño y así otros elementos similares”, agrega Mauricio Herrera.
Y es que, tal como ocurre en el diseño, el tipo de material para elaborar obras es fundamental. Solo por tomar su primera preferencia, la lenga es la primera opción debido a su tono atractivo, a su origen noble y su precio accesible. Herrera y Fuentes lo ven como un material óptimo para sus intenciones pues, de cierta forma, genera un intermedio entre las propiedades blandas del pino y la fuerza estructural del roble. Un perfecto híbrido, capaz de navegar en las exigencias del Kumiko, donde es fundamental que la madera no se deforme y que soporte posiciones extremas, tanto con varillas delgadas o cortes robustos y pensados para apuestas vigorosas.
No fue hasta que participaron en una feria de emprendimientos que entendieron el valor de todo esto en ojos de terceros. Esta fue previa a las actuales cuarentenas y la guardan como esas anécdotas que cambian negocios. Esa vez mostraron uno de sus cuadros desarmados y comenzaron su elaboración interior desde cero. Las miradas se iban en cada uno de sus movimientos, como también las distintas dudas sobre su realización y posterior firmeza al exhibir el objeto final.
“Antes de esa vez, nuestra mayor interacción era por redes sociales, la que no causa mayor repercusión que comentarios o ‘me gusta’. Puede que muchos conozcan de este arte japonés, o del arte geométrico en sí, pero cuando hicimos esa elaboración en vivo entendimos el valor de ver y engancharse inmediatamente con esto, tal como nos pasó a nosotros. El significado de sus patrones, la técnica, lo que efectivamente significaba ensamblar y no pegar o perforar, como también entender el sentido de trabajar así con la madera, fue lo que nos cautivó de este arte japonés”, dice Herrera.
Los fundadores de Casa Hado afirman no ser los únicos en Chile que hacen esto. Hay muchos exponentes, autores y otros interesados como ellos. No obstante, si tuvieran que manifestar algo que los diferencie del resto es que otros siguen las mismas aplicaciones que en Japón, como cajas, lámparas o mamparas, sin ir más allá con otras ideas de producto.
“Algo que nos juega a favor como diseñadores es que, una vez que dominamos la técnica, podemos alejarnos de algunos cánones tradicionales e incorporar otros conocimientos que nos brinda nuestra expertise profesional. Ideas nuestras que combinen con los elementos tradicionales y permitan desarrollar otros productos”, manifiesta Fuentes.
“Hay clientes que parten comprando un cuadro, luego se interesan por otro y luego otro a la semana siguiente. Muchos entienden que todo tiene una relación y que patrones geométricos se pueden mezclar con ambientes y espacios que siguen esas mismas lógicas, rompiendo con la decoración tradicional y poco ligada a su entorno. Y es ahí donde nosotros, como autores, podemos agregar valor y lanzarnos con nuevas propuestas”, complementa Herrera.
Herrera y Fuentes no tienen dudas del valor de la técnica Kumiko, pues es uno de los fundamentos de su estudio, pero también se encuentran abiertos y entusiasmados por el desarrollo y la inclusión de tecnología en todo esto, para una valorización de sus próximos catálogos. Mantener un pie en lo tradicional, pero el otro en lo que respecta a innovación y nuevas propuestas, respetando las técnicas y la espiritualidad de todo esto. Porque tienen claro que un elemento fundamental de este arte son sus patrones, algunos más simples que otros.
“Existen cerca de 200 patrones en el arte japonés Kumiko, donde nosotros hemos trabajado de seis a siete hasta el minuto. Por ejemplo, el patrón Asanoha, que es uno de los más tradicionales, representa una sustracción de la hoja de cáñamo, que en la cultura tradicional nipona se relaciona a la resistencia, pues esa planta crecía sin importar las condiciones climáticas. Es por ello que los japoneses la estampaban en el vestuario de los niños y la transferían a otras actividades como la arquitectura, la construcción o este arte. Hay otro, como el patrón Square Goma-gara que simboliza la semilla del sésamo; o el patrón Chochin Izutso Tsunagi que simboliza las cercas que rodean los pozos de agua como elementos vitales de la vida humana, por lo que este motivo es utilizado como símbolo de protección de nuestra vida diaria; y así un montón de otras consideraciones que las vuelven algo más allá de un elemento decorativo”, dice Fuentes.
Desde este año, en Casa Hado han ampliado el catálogo y han desarrollado muebles, espejos y pisos donde la unión a partir de ensambles tradicionales es el eje conceptual de los productos. Los diseñadores comentan que un objetivo para el 2021 es que su estudio exhiba sus atributos profesionales y por ello continuar desarrollando nuevos patrones y productos basados en los ensambles y las articulaciones del Kumiko, guardando el mismo sentimiento creativo que tuvieron los carpinteros japoneses que lo emplearon por primera vez en el 1600.
“Dentro de nuestras nuevas propuestas está el desarrollo de pisos de madera de lenga, combinadas con otros materiales para tener contaste de texturas, como también escritorios, modelos de espejos, muebles pequeños y así una constante de desarrollo de nuevos productos. Todos basados en esta filosofía y la cultura japonesa, con un pie siempre en lo natural y significativo”, finaliza Herrera.
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