Osvaldo Peña: “Tener una obra en un espacio público habla de lo democrático que llega a ser el arte. Está a disposición de la ciudad, del paisaje, de la gente, de todos”

PORTADA_ Osvaldo Peña, a la sombra del arbol_Animat Galeria

El destacado escultor nacional explica su relación artística con la madera, la vinculación con la naturaleza en sus obras y cómo este tipo de creaciones potencian su carrera al siempre preferir ejemplares nativos, nobles y resistentes para esculpir. 

Fue en los años 90 cuando tomó una carpa, un saco de dormir, su bicicleta y todo el ánimo que tuvo en ese momento para recorrer Chiloé. Una beca de la Fundación Andes le permitió viajar al archipiélago para investigar el uso de la madera en la escultura, desde un punto de vista vernáculo. Un viaje, dice él, que no tenía una hipótesis ni una idea clara, pero que marcó el inicio de su relación con el material y, al poco tiempo, una presentación en el Museo de Bellas Artes llamada “El espíritu de la madera”. 

“Estuve mucho tiempo dando vueltas por la isla, iba y venía cada un mes, mes y medio o cada dos meses. Fue con esa presentación que me involucré con la madera y con la mitología chilota al pie de la letra. Partí conociendo algunas muestras y primero trabajé con el ciprés de las guaitecas, que nunca lo había visto, que no tenía idea qué era, pero que fue mi primera experiencia para comprender al material en toda su dimensión. Entenderlo desde su uso, su aroma y sus sentidos”, rememora el escultor y académico Osvaldo Peña

Peña es un referente escultórico en la tridimensionalidad y la representación humana / Osvaldo Peña

El reconocido artista visual goza de una destacada trayectoria en Chile y el extranjero, siendo galardonado por su creatividad y expresión con un gran número de distinciones, entre los que destacan tres premios Altazor en 2000, 2002 y 2009. Su currículum contiene un sinnúmero de obras y expresiones con su nombre, siendo un referente escultórico en la tridimensionalidad y la representación de la figura humana. Un camino que comenzó trabajando con fibras de vidrio y resinas de plástico, para luego incursionar con la madera y el metal. De su autoría son distinguidas estatuas e instalaciones metálicas en Santiago como Espiral (1995), en la calle Nueva Tajamar, Pueblo (1988) del Parque Forestal o El viaje (2009), en el metro Universidad Católica. 

Sin embargo, la red de transporte subterráneo –de la que desde 2008 forma parte de su comisión artística– cobijó a una de sus máximas expresiones madereras,  El Puente (1999). Una representación del caminar de una persona esculpida en ciprés y coihue, que transita por sobre un tronco enorme y vigoroso. La obra, que estuvo en la estación Baquedano por más de 14 años, desde 2015 puede verse en la intermodal Santa Ana, sumándose a otras creaciones en madera como Alegoría a la fundación de Panguipulli (1996), Mesa de Chile de la ExpoMilán de 2015 y A la sombra del árbol (2016).  

“Hace unos años nevó y se cayeron muchos árboles en Santiago. Recuerdo que partimos con mi mujer para recoger los que habían caído y así subirlos a la camioneta, porque eran muy importantes para nosotros”, menciona. 

El artista tiene una destacada trayectoria, siendo galardonado por su creatividad y expresión / Osvaldo Peña

Peña indica que para su trabajo en madera se autoexige ejemplares duros o semiduros para mejores acabados y cortes, pues estos le permiten mayores facilidades para las expresiones que busca al curvarlas y aprovechar su textura. Suele inclinarse por maderas nativas que sean resistentes a la pudrición, repitiendo siempre la misma rutina. Primero trazar y obtener volúmenes básicos, “para luego ensamblar con cola, con prensas, ocupando cepillos de mano y también uno eléctrico, para después ocupar gubias, formones y todo lo que emplea un tallador tradicional, lo que claramente significa un tiempo largo de trabajo”. 

–Gran parte de sus obras, tanto las de madera como las que no, están en espacios públicos. ¿Qué siente al verlas como parte del paisaje?

–Es complicado, porque puede resultar bien o mal. Generalmente, siempre me quedo con la sensación de que podría haberlo hecho mejor, con cosas que no resolví bien, pero todo desde un punto de vista práctico. Tener una obra en un espacio público habla de lo democrático que llega a ser el arte. Está a disposición de la ciudad, del paisaje, de la gente, de todos. 

–¿Qué le brinda la madera como artista?

–Veo todo con el siguiente ejemplo. Si hablamos de un trabajo fundido en bronce, aluminio o traspasado en fibra de vidrio, la diferencia está en que esos materiales siempre necesitan un intermediario. Los moldes, el yeso, la fundición, pero con la madera eso no ocurre porque el material está frecuentemente a la vista. Siempre estás viendo cómo va quedando la obra y puedes decidir si seguir o dejarlo listo. Por otro lado, la madera permite conocer su relación con las personas en términos de que un árbol es un símbolo del ser humano. Tiene tronco, tiene raíces y nosotros pies, tiene ramas y nosotros brazos, entonces se establece una suerte de humanidad en la naturaleza que es relevante. Todo esto me brinda el material y se suman además sus nudos o su aroma. Por ejemplo, el ciprés y el cedro tienen sus propias características y para mí olerlos es pegarme un viaje de Chiloé para el sur. Son evocadores esos olores, colores, esas texturas. 

–Es de los pocos materiales que activan varios sentidos.

–Es como cuando uno es niño y en la escuela te enseñan las letras, luego las palabras, después las frases, y uno queda muy atento de eso cuando comienza a leer y escribir. Con el tiempo, se tiene tan clara esa enseñanza que usas las palabras siempre, porque están incorporadas a tu forma de ver y trabajar. Con este material pasa lo mismo al reconocer sus colores, aromas y formas. Cuando empecé siempre veía la madera como recta, derecha, pulida, pero ahora busco formas, curvas, incluso si están quebradas. Antes, si tenía una grieta, lo primero que hacía era taparla. Ahora esa grieta me parece importante. Si antes tenía un árbol podrido al centro, no lo terminaba usando, pero ahora le saco todo lo está malo y lo ocupo, porque de alguna manera la naturaleza intervino y la esculpió a su manera. Yo ocupo esas cosas, como también los sopletes que ocupo para colorear y obtener negro. Con el tiempo uno empieza a afinar la puntería y empieza a ver cosas que antes no. 

Peña comenzó trabajando con fibras de vidrio y resinas de plástico, para luego incursionar con la madera / Osvaldo Peña

–De acuerdo a su trayectoria y lo que conoce, ¿cómo se considera a la madera desde el sector artístico?

–En estos tiempos cada uno hace lo que quiere, en términos de que hay algunos que trabajan desde un computador, diseñando obras para luego hacerlas. Todo me parece bien, aunque no necesariamente yo lo haga. Pensaba hace poco que si me daban a elegir entre una máquina con un corte láser, que modele y haga todo, me seguiría quedando con mis otras herramientas porque hay una poesía en ese trabajo. El proceso de trabajar el material me interesa en términos de que es mi momento de reflexión acerca de lo que estoy haciendo y de lo que voy a hacer. 

–¿Qué le recomendaría a un artista interesado en trabajar la madera pero que aún no da ese primer paso, como Ud. lo dio?

–Primero, que sepa que en internet puede mirar ejemplos para el resto de su vida. Es una ventana abierta. La actitud es simplemente hacerlo, porque atreviéndose van apareciendo posibilidades, te vas poniendo desafíos personales de habilidad y desarrollo de técnicas, pero también te abres a otras posibilidades como uso de maquinarias, tornos y sierras que te facilitan la vida y te abren nuevos caminos. Lo importante es trabajar y considerar que el tallar y el esculpir madera es una forma de expresión como hablar, como escribir, como pintar. Hay que verlo de esa manera. 


Escrito por Marcelo Salazar Medina
Fotografía principal cortesía de Osvaldo Peña

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