8 de Octubre, 2021
The Cabin Festival se celebra anualmente alrededor del lago de Annecy, un área preservada en Haute-Savoie (Francia) que es reconocida internacionalmente por su paisaje escénico y la alta calidad del agua. Para el evento de este año, los organizadores lanzaron una convocatoria abierta para diseños de cabañas en torno a temas de territorio y asentamiento.
Se pidió a los participantes que crearan una cabaña hecha de madera que mida menos de seis metros cuadrados en total. También, que fueran construidas con tipos de madera que se encuentran en los bosques circundantes.
Es así como las cabañas ganadoras flotan, se posan y se balancean sobre pilotes, o se esconden entre los árboles del bosque cercano. “La cabaña como edificio construido representa sólo un punto de vista: un hito, un signo de puntuación. Un hito que le da al cochecito la oportunidad de ubicarse dentro de un paisaje más grande”, dijo Philippe Burguet, organizador del festival.
“Es la cámara enfocada en un punto de vista elegido”, agregó. Lea a continuación la selección de cabañas destacadas de Burguet del festival de este año:
Delicadamente colocado en su sitio, se funde en la matriz vertical del bosque, con su estructura inspirada en los templos japoneses. Las cuerdas estiradas en cáñamo tienden a dibujar al principio un volumen cerrado. Luego, a medida que avanza la aproximación, las cuerdas se abren para dejar que el paisaje se vea a través del límite entre el interior y el exterior, que se difumina.
Onna-Ji es un pequeño santuario que requiere un viaje introspectivo. Se invita al caminante a entrar al interior y sentarse frente a la naturaleza.
Este proyecto es un ejemplo perfecto de una buena comprensión del contexto. Escondido entre los árboles, prácticamente invisible, parece que ha pertenecido a este paisaje desde siempre.
Su estructura inclinada desaparece en las múltiples líneas dibujadas por los árboles. Su diseño escultórico crea un frágil equilibrio que hace que se balancee suavemente cada vez que alguien decide subirse a él. Sus movimientos se asemejan a la flexibilidad de los árboles.
Subirse a él se convierte en un juego lúdico, en el que hay que reconectarse con la confianza infantil para vencer el miedo a las caídas. Se trata de una arquitectura con una narrativa fuerte que permite el movimiento y la flexibilidad para crear una experiencia completa de descubrimiento.
Esta intervención utiliza inteligentemente distintas zonas del sitio para integrarse en su paisaje. Una estructura simple, construida y separada del suelo, que está vestida con madera flotante recogida del lecho del río.
Las numerosas ramas que cuelgan del techo crean la sensación de un volumen pleno y flotante desde el exterior, ocultando el vacío que queda en el corazón de la cabina. Caminar por el interior requiere tejer dentro y fuera entre la cortina de madera flotante, llenando el espacio con el sonido de su encuentro.
Este refugio es una invitación a enfocarse en los sonidos del sitio —el murmullo del río, el canto de los pájaros, el susurro de los árboles— creando e integrando su propio sonido en este lugar.
Este proyecto tiene sus raíces en un uso existente del lugar: encuentro, reunión, apreciación de la belleza y de la vista. La materialidad del muro de heno ofrece una invitación a los animales a unirse al encuentro.
La cabina crea dos espacios distintos y opuestos. En el interior, el espacio cerrado y protegido te hace sentir seguro y como en casa. El espacio abierto, en la parte superior, es donde nos sentimos más expuestos, lo que permite una nueva comprensión de la realidad del vacío al lado del mirador.
Este proyecto propone una definición de cabina como un techo simple. Este enfoque esencial, sobrio y simple, crea un espacio definido por un techo delgado y afilado que se eleva sobre el suelo sobre pilares delgados.
Desde muy cerca, la entrada del refugio es bastante baja, y el visitante debe agacharse para entrar. Este esfuerzo acerca el cuerpo al suelo, creando una nueva perspectiva para admirar el río.
El principio constructivo de esta cabaña nace en la imaginación de la infancia. Una simple cuerda estirada entre dos árboles constituye el marco principal que sostiene una serie de listones de madera. El peso de los listones deforma naturalmente la cuerda, para darle una hermosa curva que invita al visitante a descubrir su interior. Entra en este lugar, acuéstate en la hamaca, deja que tus sentidos te lleven y déjate llevar por una pequeña siesta.
El proyecto está inspirado en el viento que sopla a través de las hojas del árbol. Una verdadera reinterpretación arquitectónica de la figura del árbol. El tronco es el marco principal y las ramas, el secundario. En verdadera artesanía, los “tavaillons” —un material local de la región— se cosen a mano en las ramas para dejar que el viento le brinde vida a esta arquitectura.
Los curiosos levantan las láminas de madera y observan el paisaje como a través de un ojo de cerradura. Una abertura enmarca la torre de la iglesia, que también suena. Si miras hacia arriba, puedes ver las líneas sombrías que atraviesan el follaje de madera.
La estructura de madera clara dibuja su forma desde lejos. Su estructura delgada y de elegantes proporciones se integra perfectamente en el panorama. Se encuentra en el campo, tocando sus campanas en concierto con las vacas que pastan. La fuerza del proyecto radica en su sencillez y ausencia de superfluos.
Como su nombre indica, es a la tonalidad de color que celebra esta construcción. Las dos aberturas crean una sombra en la que el visitante se fusiona, que atraviesa para finalmente encontrar la luz.
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