29 de Noviembre, 2021
WoodArch, empresa chilena de soluciones arquitectónicas en madera, organizó este año un concurso para estudiantes y profesionales de la arquitectura enfocado en el desarrollo de un espacio habitable reducido, es decir, una vivienda de 50 m2 para dos personas que permitiese dormir, bañarse, trabajar, cocinar y comer.
El proyecto, según las bases, se podía emplazar en cualquier región y zona geográfica del país, utilizando madera certificada, “pudiendo usar indistintamente pino radiata, madera Yakisugi, o una combinación de ambos, tanto en interior como exterior, como estructura o cerramiento, de un modo creativo y atingente”. Yoshifumi Nakamura, destacado arquitecto japonés ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional al estudio y desarrollo de espacios reducidos armónicos, fue miembro honorario de su jurado.
“Fueron 133 proyectos, en las dos categorías de estudiantes y arquitectos Sub40, que se emplazaron en los más diversos rincones de Chile, desde el Desierto de Atacama hasta la Isla Dawson. Abordaron necesidades de un amplio espectro de realidades sociales: desde pescadores, temporeros de la fruta, arrieros, isleños, etc”, indicó Andrés de Solminihac, socio gerente de WoodArch.
El primer lugar lo obtuvo “Lluvia Hut”, propuesta de Ignacio Correa y Aaron Salin de la Universidad Católica de Chile, que contó con la guía de los profesores Guillermo Zilleruelo y Benjamín Lezaeta. Según se explica en la memoria, el proyecto se ubicó en la ribera oriente del lago Llanquihue, en el sur de Chile. La cabaña, situada en la angostura de dicho lago y el volcán Osorno, se construyó “a través de un muro negro, de madera Yakisugi Shikkoku, que se pliega como homenaje o fortuna hacia estos dos cuerpos geográficos”.
Sobre el muro se posó una cubierta de estructura ligera, que recibía la lluvia recurrente en el lugar. La estructura, “celebra la lluvia, recoge el agua mediante su techo y la conduce a través de una serie de receptáculos, que arropados por el muro, marcan una procesión del movimiento del agua”.
El equipo compuesto por Camila Nuñez, Alonso Quintanilla, Chiara Consigliere y Vicente González; y su profesor guía, Pablo Soza, de la Universidad de Chile, alcanzó el segundo lugar con el proyecto “50 m2 de sombra”. Sus imágenes se emplazan en una viña donde, según su memoria, “el proyecto exalta la ausencia de descanso y las paupérrimas condiciones laborales de los trabajadores temporeros de la zona central de Chile”.
La obra, que redefine el concepto de refugio, consiste en “una estructura de poste y tensor, una envolvente de puertas revestidas independientes, y dos volúmenes herméticos, que componen una arquitectura de crujía estrecha con una terraza interior sombreada por un textil plisado”. El parrón exterior de 10 pilares arriostrados en sus extremos, “estructura la arquitectura, donde 32 puertas independientes pueden responder a uso y programa”. Por otro lado, “los volúmenes proveen a las faenas de cosecha tanto de servicios sanitarios como de sombra y descanso”.
Bajo la guía del profesor Jean Araya, el equipo de la Universidad Andrés Bello compuesto por Luca Carraresi, Leonardo Cepeda y Julián Jara, obtuvo el tercer lugar con la “Cabaña Tramoya”. Tal como lo sugería su nombre, esta cabaña se asemejó a un teatro. “La estructura de marcos prefabricados construye un galpón como masa de aire, generando un vacío vertical, que aloja y guarda las escenas diarias. Un sistema de poleas manuales permiten construir cada una de las escenas subiendo y bajando el mobiliario. El suelo disponible (20 m2) se convertirá en el escenario de esta obra y flotará un sofá, una cama o una mesa, a la espera de entrar en escena”, explica la memoria.
El equipo compuesto por Pablo Rojas, Claudio Deocares, Sofía Garrido, Catalina Tello, Loreto Cerda y Catalina Briones, obtuvo el primer lugar con “Tent”. El proyecto se emplazó en Puerto Viejo, una pequeña localidad ubicada en la comuna de Caldera. “Puerto Viejo nació de una toma progresiva en el tiempo de distintos habitantes que fueron ocupando la playa y construyendo sus segundas viviendas pero sin las condiciones de urbanización necesarias”, se describe en la memoria.
La obra apostó por una construcción en madera laminada con uniones carpinteras simples. Como una carpa, se generó sombra gracias a dos catenarias que cuelgan de tres marcos de madera. La Yakisugi fue aplicada “para cerrar los extremos del proyecto, de manera de proteger del sol y dar privacidad al interior y para la definición material de los cerramientos interiores de los módulos”.
El segundo lugar recayó en Gino León y Francisco Galli por “Fog Hut”, ubicada en Alto Patache, localidad de Iquique (Región de Tarapacá). El proyecto formó parte del Desierto de Atacama y abordó el problema de sequía que afecta al norte grande del país. Su estructura, además de ser habitable, también ofrecía un sistema de extracción de las partículas de agua suspendidas por medio de la técnica de “atrapanieblas”. En la memoria se explica una motivación por el desarrollo de la sustentabilidad en lugares hostiles y un emplazamiento poco invasivo con el medio ambiente.
Sus componentes constructivos, señala el documento, “están planteados como piezas modulares y seriadas con la finalidad de que el volumen construido tenga la capacidad de ser desmontable, considerando que podría funcionar como un modelo replicable en zonas geográficas hostiles de similares condiciones o refugios para fomentar el estudio tanto del agua de niebla, líquenes o astronomía”.
“Progresión cotidiana (Un cuadrado y dos triángulos)”, de Felipe Contreras, se llevó el tercer lugar. El habitáculo se emplaza en la isla Navarino, frente al canal del Beagle, en un radio de distancia de 25 km de la ciudad de Puerto Williams. En la memoria se aprecia que la casa posee una planta cuadrada de 5.28 cms de lado, que da origen en elevación a un triángulo equilátero y otro rectángulo. Se observa que la madera Yakisugi actúa como revestimiento, mientras que en las estructura se distingue “un sistema portante de vigas de madera laminada de pino radiata, con piezas prefabricadas y moduladas, y un sistema de paneles SIP que permite rápidamente cubrir las secciones entre vigas, y al mismo tiempo poder aislar apropiadamente la vivienda”.
Actualmente se mantiene abierta otra convocatoria de concurso, también organizada por WoodArch: “Artefactos del paisaje: Intervenciones con #maderasinhuella”. Certamen que busca valorar la arquitectura de contemplación y valoración de entornos naturales, por medio de una infraestructura o intervención en madera de escala menor. Sus bases e inscripciones se encontrarán disponibles hasta el 30 de diciembre de este año.
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