Llevamos muchos años hablando que en Chile se invierte poco en investigación y desarrollo. ¿Qué dicen las cifras al respecto? Según los últimos datos publicados por la OECD, nuestro país invierte en torno al 0,36% de PIB en I+D, que, si lo comparamos con el promedio de los países de la OECD de 2,57%, claramente es un porcentaje bajo.
Profundicemos un poco más en estos indicadores para sacar algunas conclusiones adicionales. Si miramos a los países que más invierten en I+D, podemos identificar a Israel con 4,94% de PIB y a Corea, con 4,53%. Ambos lideran el ranking, aunque con estrategias diferentes. En el caso del primero, hay un estado que invierte muchos recursos en temas de seguridad, dada su ubicación geopolítica. En cambio, en el segundo, el liderazgo lo llevan las empresas, donde invierten un 78% de los recursos que destina la nación a I+D. En nuestro país, las empresas solo financian el 31% de dicha inversión.
Es sabido que la investigación en Chile depende mucho de los recursos públicos. Las empresas en su totalidad, en cambio, invierten en torno a los U$300 millones al año. Si miramos las que más lo hacen en el mundo en I+D, vemos que Samsung lidera el ranking con U$14.800 millones y luego viene Google, con una cifra similar. Esto significa que invierte, como empresa, 14 veces más que nuestro país.
A pesar de lo anterior, estamos viendo que de a poco van surgiendo interesantes iniciativas en la industria de la madera. Por un lado, hay esfuerzos por potenciar la industrialización de las edificaciones. Ahí vemos que los ejemplos de Patagual, E2E y Tecnofast son muy interesantes, incluso con presencia más allá de nuestras fronteras. También hay potentes esfuerzos en la oferta de nuevos productos de ingeniería en madera, como lo están haciendo las empresas Niuform, Hilam y Timber, quienes aprovechan las bondades del CLT para crear soluciones constructivas.
Quizás lo más innovador en la industria se esté dando con dos startups muy distintas, pero que incorporan tecnología de punta para resolver desafíos. Por un lado, tenemos a Strong by Form, empresa que crea estructuras de madera mediante un procedimiento de reordenamiento de sus fibras, permitiendo crear formas complejas que en madera sería muy difícil. La otra es Odd industries, quienes partieron utilizando inteligencia artificial para analizar variables en la industria de la construcción. A finales del 2020 la empresa fue adquirida por Arauco y recientemente anunció un proyecto llamado “Lemu”, que contempla el lanzamiento de un satélite que permitirá crear un atlas de la biosfera y así ayudar a enfrentar la crisis medioambiental del planeta.
Como podemos ver, no todo está perdido. Es indudable que nuestro país tiene que hacer un esfuerzo mucho más grande por la investigación y parte de esa responsabilidad le compete a las empresas. Los ejemplos mencionados muestran el tremendo capital humano que hay en Chile para crear soluciones innovadoras.
Recientemente el Centro de Innovación en Madera de la Universidad Católica se adjudicó un importante fondo público para fortalecer la investigación de punta en el uso de la madera en edificaciones de altura, cuidando el medioambiente y apoyando a la industria local. En las interacciones entre el mercado, la academia y el mundo público se genera el círculo virtuoso que permite a los países sacar adelante sus desafíos. Esperamos que este sea el camino a seguir por nuestra industria forestal y de la construcción en madera, y que, de esta manera, pueda transformarse en líder latinoamericano y mundial en la materia. A poner manos a la obra.
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