En nuestra oficina nos dedicamos solo a proyectos de madera, desde una casa pequeña a edificios de mediana altura o grandes obras, como aeropuertos. Y siempre le preguntamos al cliente, generalmente un arquitecto, su experiencia con el material, para ver el diálogo que vamos a entablar y sugerir algunos temas o conceptos importantes cuando se inicia un estudio de diseño y construcción. Y sobre todo si se trata de pino radiata, que es un material excelente, pero que no sirve para todo, pues tiene limitaciones en su uso, como cualquier material que existe en el mercado.
Ese es el primer rol de un ingeniero: intervenir para asegurar el buen uso del material.
Posteriormente, en la etapa de diseño, se acompaña a los arquitectos para poder realizar una obra lo más fidedigna en escuadrías y plasticidad que se requiere por arquitectura. En esta etapa, que dura alrededor de un par de meses, depende del tipo de proyecto, se generan los modelos estructurales y se discute sobre posibles elementos que requieran un estudio más elaborado. Esta etapa es fundamental, ya que las discusiones o puntos de vistas son los que permiten el progreso y enriquecimiento del proyecto.
Esto toma gran parte del período de análisis de cálculo, ya que el exceso de razón, ya sea de parte del arquitecto o ingeniero, “es la verdadera insensatez que hay que combatir”, como señalaba William Blake. Muchas veces el criterio de ambas disciplinas no coincide y se debe llegar a un acuerdo que vaya en beneficio del proyecto final.
Una vez definido el proyecto general, se viene el proceso de Ingeniería de detalles. Esta etapa debe ser trabajada muy de cerca con la arquitectura, ya que saldrán herrajerías y medios de uniones que deben ser validados y aceptados. En esta etapa se recalculan los elementos y se consideran las exigencias de resistencia al fuego.
En el proceso de fabricación, es deseable que el ingeniero participe en el desarrollo de la elaboración de elementos de maderas, ya sean MA, MLE, CLT, LVL etc., entregando los conceptos en EETT y Planos. También es un aporte visitar la fábrica para verificar, por ejemplo, cortes, destajes, entalles, protección, contraflechas, etc.
En la etapa de montaje, tiene que ser una exigencia la participación del ingeniero calculista, en lo que se debería denominar “Inspección Técnica de Estructuras”, ya que las constructoras tienen poca experiencia en construcción en maderas, desconocen ciertas herramientas, herrajes y las distintas fases del montaje desde el transporte, elección de la grúa, acopio, taller de montaje, sellado de piezas, inspección, elección de autoelevadores, eslingas, etc.
Como último proceso de evaluación el más importante, a mi entender, es la protección y mantención de los elementos de madera. No basta con un manual, se debe cerciorar que las construcciones sean registrables. Este concepto es nuevo en el mercado chileno (no se utiliza), pero en otras latitudes, por ejemplo en Japón —donde se construye mucho en madera—, sí se aplica desde tiempos milenarios.
A modo de ejemplo, las casas de madera se modifican o se amplían cada 20 años en promedio, con dos propósitos específicos. El primero es que, generalmente, el padre muestra a sus hijos el esfuerzo que significa el trabajo noble de la construcción en madera, para que se interioricen en la actividad. Y el segundo, es que se aprovecha de inspeccionar por dentro la estructura, lo cual permite verificar el estado de la construcción y poder mejorar o mantener la estructura en buen estado.
Lo anterior es lo que se debería aplicar en toda construcción en madera de Chile. Es importante programar una mantención de todos sus elementos estructurales. No basta con mantención estética: debe ser una preventiva estructural. En resumen, con una arquitectura excelente,una buena ingeniería, usando materiales de calidad y una construcción óptima, no basta. Ese es el “desde”.
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