6 de Marzo, 2023
La arquitectura tradicional que se despliega en “La Guía Arquitectura tradicional en madera del Lago Llanquihue” tiene una historia de casi un siglo. La particular belleza de tejuelas, vigas, ventanas y galerías de madera que se han mantenido intactas a pesar de los años son el resultado del trabajo minucioso de colonos alemanes que se asentaron en la zona lacustre del sur de Chile a comienzos del siglo pasado.
Se trata de una guía que muestra las edificaciones lacustres mediante textos, fotografías, cartografías y planos. Este archivo colabora como registro para el conocimiento de las futuras generaciones que pueden reconocer los valores arquitectónicos en madera que alguna vez se albergaron en este territorio.
Los autores de la recopilación son los académicos de la U. San Sebastián (sede Patagonia) Heike Höpfner, Tomás Jacobsen, Pablo Moraga y Drago Vodanovic, actual Director de la Escuela de Arquitectura, quien profundiza en el valor de este libro fundamental para los arquitectos de este tiempo.
-¿Por qué la madera fue el elemento predominante en las construcciones de la cuenca del Lago Llanquihue?
–La madera es parte del patrimonio y la cultura del sur de Chile. Ha estado presente en gran parte de la historia de los habitantes de este inmenso territorio. Se desarrolla como material de construcción al ser el material disponible gracias al entorno natural que configura el sur austral de Chile. Se expresó primero muy fuertemente en madera de árboles nativos, los que permitieron que los habitantes construyeran estructuras que tenían gran capacidad de durar gracias a su condición endémica. Posteriormente, en las últimas décadas, se ha transitado al uso de madera en base a especies plantadas para fines productivos, como el pino insigne, el que igualmente con los conocimientos técnicos ha permitido un uso de manera extensa y sustentable en el territorio.
A diferencia de otros materiales como la albañilería, la tierra, el hormigón o el acero, la madera en el sur resulta un material muy dúctil y apropiado para el medio. Por un lado, los conocimientos originarios de la cultura han permitido que tanto la arquitectura vernácula como la que se ha traído y adaptado de otras latitudes haya encontrado en la madera un gran aliado para sus construcciones. Las misiones circulares de los jesuitas fueron un gran farol que con sus iglesias en el archipiélago de Chiloé. Ellos fueron educando y configurando una cultura, la que junto con la carpintería de rivera fueron construyendo verdaderas escuelas del uso de la madera. Ya en la segunda mitad del siglo XIX la llegada de los colonos alemanes dio un nuevo impulso al uso de la madera, adaptando técnicas e imaginarios foráneos al clima, materiales y conocimiento local, generando la arquitectura que hoy vemos en la cuenca del Lago Llanquihue y otras latitudes de las regiones de Los Rios y Los Lagos, una verdadera escuela de carpintería y arquitectura única en el mundo.
-¿Cómo han podido mantenerse en pie aún estas casas a pesar del tiempo y el clima?
-La arquitectura en madera desarrollada en el sur de Chile finalmente mezcla conocimiento y cultura local con técnicas e imaginarios foráneos, donde se avanza adaptando estos conocimientos al clima. La madera es protegida al separarse del suelo con fundaciones de piedra, se utilizan revestimientos de maderas locales resistentes como el alerce, además de otros revestimientos que llegan gracias a los puertos, como las latas metálicas, que van desarrollando una arquitectura que entiende muy bien el agreste medio ambiente y clima, protegiendo las estructuras del exceso de humedad, utilizando formas más eficientes para enfrentar el clima, incorporando sistemas de ventilación pasiva y entendiendo de las orientaciones para enfrentar vientos y lluvias predominantes. La arquitectura tradicional utiliza madera nativa, que por ser del territorio es muy resistente, pero además incorpora técnicas y estrategias de diseño que permiten “proteger” a la estructura de madera en el interior, proponiendo soluciones que han podido durar más de un siglo y siguen aún vigentes. Obviamente estas construcciones no tienen las cualidades que la arquitectura tradicional en piedra de Europa ha mantenido por muchos siglos, pero con acciones de mantención y cuidado son piezas de arquitectura que podemos proyectar a mantener por muchas décadas más con gran parte de su madera original.
-¿Qué le asombró en el recorrido?
-El recorrido en torno a la cuenca del Lago Llanquihue es un espacio geográfico excepcional en sí mismo. Un paisaje natural único que asombra a todo visitante. Sin embargo, desde nuestra perspectiva y lo que los textos de historia proponen, la arquitectura que participó del proceso de colonización desde la 2da mitad del siglo XIX se desarrolló con ciertos patrones que fueron construyendo un paisaje, entendiendo este concepto como la interacción y convivencia de la geografía con el ser humano y su habitar. Las casas y galpones, las plantaciones y espacios pecuarios entendían del clima, la producción y el vivir, ofreciendo así maneras que eran comunes entre todos los habitantes de la cuenca del lago, generando así una verdadera cultura -única en el mundo- que hoy podemos visitar y reconocer. La relación entre la topografía, la vegetación, los elementos geográficos estructurantes (como el lago, la cuenca y los volcanes) junto con la arquitectura, forman un conjunto indivisible y excepcional de gran armonía, que para quienes habitamos hoy esta porción del país nos ofrecen además un espacio de recorrido y habitación que esperamos pueda mantener sus valores por muchas generaciones más.
-¿Por qué dejar este legado impreso en esta guía?
-La idea de desarrollar una publicación es parte de lo que un grupo de colegas entendemos como una responsabilidad con el territorio en que vivimos. Hemos intentado aportar con un pequeño grano de arena a lo que grandes maestros -que incluso con menos recursos disponibles- fueron registrando la valiosa historia de siglos en esta porción del país. Como arquitectos hemos querido profundizar en el aporte de la arquitectura a esta rica historia reciente, con lo que esperamos pueda ser un traspaso más del testimonio de los diferentes procesos de construcción de esta única historia y lugar. Por otro lado, fue relevante la comprensión de que -independiente de lo valioso y reconocido que podría ser este verdadero patrimonio arquitectónico que tenemos en la cuenca del Lago Llanquihue- su arquitectura requiere de apoyo y esfuerzos para mantenerse por más tiempo. Sabemos que algunas construcciones no dudarán mucho y consideramos fundamental que quede registro de ellas. Con la publicación aportamos a la puesta en valor y conocimiento de este patrimonio.
En el prólogo de “La Guía Arquitectura tradicional en madera del Lago Llanquihue” se propone que el libro sea usado para recorrer el lago y apreciar las viviendas mediante este nuevo conocimiento de ellas que se entrega. Los inmuebles seleccionados en la guía están divididos en cuatro planos, dando una vuelta completa al lago, siguiendo las manecillas del reloj, empezando en Llanquihue y terminando en Puerto Varas.
Del tramo uno, que parte desde Llanquihue y sigue en Frutillar destaca la casa Schöbitz, un ejemplo de construcción tipo chalet, hecha e madera el año 1920, desarrollada por la primera generación de descendientes de los colonos arribados en la segunda mitad del siglo XIX. Su estructura es madera ensamblada, tejuela partida de alerce en muros y cubierta. El encamisado de tablón al interior fue cubierto por arpillera empapelada y pintada. Las terminaciones interiores y exteriores fueron hechas con madera nativa: guardapolvos, cornisas, zócalos y jambajes). Fue la primera sede del colegio alemán de la ciudad de Llanquihue y su forma responde a un tipo de volumetría compuesta. Su estado de conservación es regular, luciendo aún sus ventanas, ornamentos, entejuelado de cubierta y muros originales sin intervenciones. Se ubica en la calle Salomón Negrín #1014, Llanquihue.
Del tramo dos, en el norponiente de lago, desde Frutillar hasta Puerto Octay, destaca la casa Klocker (Mogno), construida al estilo chalet, entre los años 1910 a 1935. Se ubica en la ruta V-155 camino Frutillar-Los Bajos. Su estructura fue ejecutada con madera ensamblada y los muros exteriores del primer nivel se encuentran revestidos con tejuela de alerce partida de canto redondo y pintada. Los esquineros de madera imitan mampostería y los muros exteriores del segundo nivel cuentan con entablado vertical con cubrejunta. El zócalo presenta entablado vertical ventilado y las fundaciones están realizadas con tacos de madera. Esta casa perteneció a una rama de la familia Klocker luego la familia Mogno compró la propiedad, siendo sus dueños hasta hoy.
En el tramo tres, destaca la casona Los Guindos (Weisser), construída entre los años 1900 a 1915. La tipología de la vivienda corresponde a volumetría compuesta y estilo Chalet. En cuanto a la estructura se usó madera ensamblada. Presenta entablados horizontales de madera como revestimiento de muros en el primer novel y tabla vertical con cubrejuntura en hastiales del segundo nivel. En la cubierta se usó tejuela partida con canto recto. Fue construida para la familia Weisser y en el libro se describe como “un excepcional caso de inmueble de estilo Chalet”. Incorpora galerías vidriadas y cubiertas. En el año 2005 la Casa se empezó a usar como hospedaje. Aún es posible apreciar cabalmente el trabajo original en maderas tanteo pisos como en muros. Algunos tabiques fueron despejados dejando a la vista los pie derechos y diagonales del inmueble, con lo que se puede apreciar el tradicional trabajo de ensamble de piezas de madera, típicos de la Escuela de carpinteros alemanes.
En el último tramo, que va en la Ruta 225 desde Puerto Varas a Ensenada se levanta la Casa Fundo El Copihue. Fue construida entre los años 1900 a 1918. Su estructura es de madera ensamblada, encamisado de tablones y revestimiento exterior de tejuelas en muro y cubiertas. Este inmueble, fiel exponente del estilo primitivo, se encuentra en un tramo antiguo de la ruta Ensenada, retirado a unos cien metros del actual trazado. En las fachadas que aún se conservan sin alteraciones destaca el uso de la tejuela, el jambaje de ventanas, la rigurosa simetría de lleno-vacío en su composición. Con tejuelas en muros y techo, ventanas, ornamentos y hojalatería en buen estado se aprecia una óptima conservación del inmueble.
En suma, cada una de las viviendas seleccionadas y descritas en ese guía son un ejemplo de lo que decía el escritor mexicano Octavio Paz: “la arquitectura es el testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones”.
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