Tan resistente como el CLT pero con menos recursos: así es el biocompuesto chileno que se expande en Europa

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El CEO y co-fundador de Strong by Form, Andrés Mitnik, se suma a la Semana de la Madera 2023 para detallar cómo su solución basada en madera se posiciona como sustituto del plástico, del acero o el hormigón, innovando en el uso eficiente del elemento por medio de la digitalización y la manufactura robótica. ¿La promesa? Construir más y mejor, con la menor cantidad de recursos. 

Andrés Mitnik se conectó a esta entrevista desde Alemania, sentado en un sillón de la oficina de atracción de inversiones de Berlín que alberga un programa de softlanding para fomentar la llegada de organizaciones extranjeras a suelo alemán. 

Mitnik será parte de la Semana de la Madera 2023, en donde narrará parte de su experiencia en Europa y su búsqueda de sustitutos ecológicos para el hormigón, el acero o lo que proviene del petróleo, como invita su presentación en el evento organizado por Madera21; “Biocompuestos como reemplazo al plástico y sus derivados”. 

Eso es lo que busca Strong by Form, la empresa de la cual Mitnik es CEO y líder en el desarrollo de soluciones estructurales ligeras y biocompuestas en base a madera, que, a partir de tecnología digital y fabricación robótica, aprovecha su inteligencia natural para afianzar un futuro sostenible.  

El resultado de este esfuerzo es un compuesto natural, altamente resistente y maleable para industrias como la construcción o la automotriz, siendo uno de los avances que mayor valor agregado ha brindado a la madera como recurso. 

Es por eso que la agenda de Mitnik ha estado agitada. La semana pasada participó del foro Future Forest Initiative en la región de Harz. Anoche llegó a Berlín desde Múnich, tras unas reuniones con BMW, y su plan era mantenerse el resto de la semana allí tras obtener la aprobación para un proyecto piloto con Deutsche Bahn, la empresa de ferrocarriles alemana; su primer cliente en un país que tiene la sostenibilidad como norte. 

“Acá en Berlín hay un aeropuerto antiguo, así como con el de Cerrillos en Chile, que cambiará su uso y que se transformará en un proyecto residencial, el cual tiene la obligación de ser en madera. Esto también está pasando en otros países como Inglaterra, Suecia y Dinamarca. Es una tendencia que existe. Sin embargo, la industria de la construcción en particular es tan conservadora y difícil de cambiar, que las tecnologías para lograr lo que están buscando, en lo que tiene que ver con sustentabilidad, no están ahí”, dice.  

Y agrega: “Lo que más hay es mass timber, que tiene la gracia de ser sustentable y capturar mucho carbono, pero hace poco salió un reporte que decía que si nos movemos hacia ellas, no habrán los árboles suficientes para construir los edificios que se estiman hacer. Quedó la escoba y es ahí donde nosotros levantamos la mano con nuestro uso eficiente, en donde consumimos un 25% del total que emplea la madera maciza, con la misma resistencia. Por lo tanto, ofrecemos construir mucho más, ocupando menos árboles”. 

Todo esto gracias a “Woodflow”. Desarrollo que está ligado a la manufactura digital, que orienta los niveles topológicos de las fibras, de la densidad y la fuerza dentro de la madera, obteniendo un componente final liviano, dúctil y rígido, capaz de resistir altas presiones y cargas que requiere la materia prima exacta, sin emitir desperdicios. ¿Cómo lo hacen? 

“Ocupamos tres capacidades. La ciencia de la materialidad, la optimización y la fabricación digital. Con la primera, combinamos una resina con fibras de madera de distintas especies, caracterizando el material, lo que nos hace saber cómo se comporta. Es un input en nuestro software de optimización estructural, que genera la forma y la arquitectura de fibras que permiten lograr la resistencia requerida, utilizando una mínima cantidad posible”.

Es ahí cuando otro de sus sistemas toma esa información y la traduce en los movimientos con que sus robots finalmente alinean las fibras madereras, en búsqueda de su máximo refinamiento. Eso luego se prensa y así se obtiene el producto final: una serie de cáscaras ligeras de alta robustez y flexibilidad, y que como volumen permiten ser una alternativa para la construcción y una opción de alto rendimiento en peso y fortaleza para automóviles y otros medios de transporte. 

– Anticipando tu presentación en el evento de Madera21, ¿Cómo podemos hacer competir a la madera con el plástico y la industria petroquímica?

– Desarrollando las tecnologías y la productividad para hacerlo, y para eso hay que empezar a trabajar en biomateriales. Hay que encontrar nichos donde se pueda hacer, con énfasis en quienes están dispuestos o en donde lo que se usa no es tan barato. La tecnología se puede crear. El punto es encontrar el modelo de negocio que lo permita.

– Lo que comúnmente se logra a través de la colaboración entre el mercado, el Estado y la academia. ¿Cómo ves esa relación?

– Cuando es difícil competir con precios, el Estado tiene que poner un incentivo. Garrote o zanahoria, como puede ser una regulación que promueva la innovación. En Francia, por ejemplo, el carbono embebido de un edificio no puede superar cierto límite, apareciendo un espacio para innovar. 

Dicho eso, acá hay grandes subsidios para expandir la tecnología. Yo tengo la mejor impresión de Corfo, que nos ha ayudado mucho, pero lo cierto es que no tiene fondos como los de acá para hacerlo. Es otra escala y una ayuda porque son soluciones complejas que tienen que ver con hardware, no solo con software, por las que hay que invertir tempranamente en maquinarias y robots.   

– ¿Cuáles son tus expectativas en la Semana de la Madera?

– Siempre que participo tengo generalmente dos intenciones. Mostrar que las cosas se pueden hacer de manera muy diferente, con un elemento noble como la madera, y ojalá poder abrir la mente desde los estudiantes a grandes corporaciones. Podemos hacer las cosas con innovación y estamos compitiendo de igual a igual con todo el mundo. 

La segunda es inspirar a que otros encuentren maneras de agregar valor con madera. Algo que en Chile se hace poco. El INFOR tiene una estadística que indica que tenemos industrias forestales asemejables con Nueva Zelanda pero ellos tienen 13 veces más empresas que lo hacen. La madera bien podría ser un motor de desarrollo económico mucho más potente que lo que ya es, como la segunda o tercera mayor exportación del país. Pero podría ir mucho más allá.

Casos destacados como este es lo que se verá el próximo 28 de septiembre desde las 11 de la mañana, en el seminario “Rol de la Ciencia y la Innovación en el Desarrollo Tecnológico y Económico del sector forestal: Bioproductos y Biomateriales”. Allí se espera relevar los diversos beneficios que ofrece la madera en términos de sostenibilidad y rendimiento ambiental.

Los bioproductos, así como la madera contralaminada (CLT), los paneles de fibra de madera, los bloques de construcción de biomasa, los biocompuestos y los biotextiles, no sólo permiten disminuir las emisiones de carbono sino además desarrollar productos innovadores que pueden dar el salto para cambiar la forma en que estamos haciendo las cosas hoy. Una invitación a re-pensar el futuro que ya está aquí. Más información en Semanadelamadera.cl

Autor: Marcelo Salazar Medina.

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