En el contexto de la Semana de la Madera, el escultor David Cofré se encuentra inmerso en la creación de un puma gigante, armado con cientos de mosaicos de madera, impregnados en preservantes de la empresa Arxada Quimetal, que busca educar al público sobre la importancia de cuidar y valorar la madera, bajo el lema “Protege lo que más quieres”.
En el mundo del arte, algunas obras trascienden lo estético para convertirse en un manifiesto de la naturaleza, un llamado a la reflexión sobre la relación entre lo humano y lo natural. Es en este cruce donde encontramos a David Cofré, un artista que ha dedicado su vida a esculpir madera e ideas que conectan al hombre con el entorno que lo rodea. En su reciente colaboración con Arxada Quimetal, empresa líder en productos de preservación de madera, nace El Puma, una monumental escultura que releva la majestuosidad del felino andino y que se alzará como símbolo de la importancia de proteger lo que más queremos.
Puma significa “poderoso” en quechua y en la cultura andina es más que un temido depredador, es un guardián, un protector. Y como tal se levantará en la Semana de la Madera, mostrando cómo cada una de las piezas que lo conforman requieren ser protegidas para conservar su longevidad.
Bajo el lema “Protege lo que más quieres”, el Puma es una escultura y también un mensaje. Arxada Quimetal, al unirse a esta obra, contribuye con sus productos de preservación de la madera y participa en una cruzada de concientización. “Construir de manera responsable implica usar madera preservada, especialmente cuando se trata de especies como el pino radiata que, si no se protege, pierde su durabilidad en pocos años”, comenta el gerente general de Arxada Quimetal, Rodrigo Besnier.
Y David agrega: “lo que más valoramos, lo que más amamos, debe ser protegido. El puma en esta escultura es un guardián de la naturaleza, y la preservación de la madera es nuestro modo de honrar ese ciclo natural, extendiendo la vida útil de este recurso tan preciado. No se trata solo de construir con madera, sino de hacerlo de manera que perdure, que respete y honre el tiempo que la naturaleza ha invertido en ese árbol”.
La madera, al igual que el ciclo de vida del puma, es un recurso que refleja la ciclicidad natural. Un árbol tarda décadas en crecer, absorber carbono y convertirse en parte del paisaje. Sin embargo, cuando se corta, se usa y no se preserva adecuadamente, su vida útil se reduce drásticamente y lo que podría haber sido una construcción duradera y sustentable se convierte en desperdicio. “Es un ciclo que debemos romper y eso es lo que queremos simbolizar con esta obra: la necesidad de cuidar, de proteger, de preservar.” comenta Rodrigo.
El puma y la madera
David Cofré describe su conexión con la madera como algo casi espiritual, una relación que se remonta a su infancia. “La madera siempre me ha cautivado, desde que era un niño. Hay algo en su olor, sus vetas, que me deja en silencio”, comenta Cofré, recordando cómo jugaba con materiales naturales mientras otros niños preferían el fútbol. Esta fascinación por la madera no es solo una cuestión de técnica o material, sino una expresión de su profundo respeto por la naturaleza y su ciclo de vida.
El puma, con una longitud de 10 metros y una altura de 4 metros, es una obra impresionante tanto por su tamaño, como por la dedicación y el simbolismo que encierra. David ha estado trabajando en ella desde marzo, dibujando, diseñando maquetas y construyendo una estructura que ahora está tomando forma. La escultura está compuesta por cientos de mosaicos de madera, cada uno cortado meticulosamente para encajar en la forma del movimiento y la musculatura asociada a esta representación de un puma.
“¡Qué importante es valorizar el material a través de esta creación!”, nos dice David. Para él, el arte es una herramienta para despertar la conciencia “esta escultura no se puede ir al vertedero, por lo tanto, la vamos a tener que cuidar” y desde esa identificación poder valorar también “la madera que te acompaña en tu vida, tus proyectos, donde pasas tu vida, donde reflexionas, en tu hogar”.
Para David, el proceso de creación de esta obra es un viaje de exploración y reflexión. ” Yo empiezo con un boceto, un garabato y termina esta cosa monumental. Y en el proceso he estado reflexionando sobre cómo las raíces de un árbol son lo mismo que las arterias humanas, o el micelio de los hongos. El viaje es el mismo. En ese rollo he estado dibujando, porque siempre estoy dibujando”, nos explica. Para él, el acto de esculpir es inseparable del acto de respirar. “El aire, la respiración, son fundamentales en mi trabajo. Cuando esculpo, hay un ritmo de respiración. Las cosas se hacen con ese ritmo, y pienso que deberíamos ponerle más atención. La respiración, el latido del corazón, todos esos aspectos que son esenciales”.
La madera es para David más que un simple material. “La madera me atrae por sus curvas, por el color que adquiere con el tiempo”. Para el escultor, el ciclo de la madera, desde el crecimiento de un árbol hasta su transformación en una obra de arte, es un reflejo de la vida misma. “Tomarle atención a todo este ciclo, es tomarle atención a la respiración que tiene la tierra, el medio ambiente, el impacto que nosotros tenemos frente a eso, que repercute en nuestra respiración, en nuestros latidos, en nuestra sangre” y cierra su reflexión “porque la protección de la madera es protección al medio ambiente, es protección a uno mismo también”.
El proceso de creación de esta obra aún continúa y David ya está preparando la logística para su traslado y montaje. “Es una escultura gigante, enorme y requiere logística para hacerla y moverla. Y parte del impacto que tiene es la escala. Así como la gente abraza un árbol, va a poder abrazar la pata del puma”. La escultura se trasladará al Parque Bicentenario “en tres o cuatro piezas en un camión y se montará con una grúa. Allá haré el ensamblaje”.
David es consciente que el puma será una atracción en la Semana de la Madera y también un recordatorio duradero de la importancia de la madera en nuestras vidas y en la preservación del mundo natural.
