Este proyecto nace de un concurso para dotar de infraestructura al naciente Centro Cultural Matucana 100. El desafío fue plantear un proyecto de auditorio en madera para 1.000 personas, cosa que no se realizaba en Chile desde el Teatro Municipal de Iquique (hace 100 años atrás), y lograr cumplir con la exigente normativa de resistencia al fuego F-120 que se requería.
Por ello, fue un gran desafío ganar un concurso público con todas las aprehensiones que existían en el MOP contra la madera, y construir un proyecto prefabricado en tres meses de montaje, en medio de un contexto patrimonial y de antiguas bodegas de la DAE que datan de 1907. Así, el montaje se realizó con extremo cuidado para no afectar los muros perimetrales existentes, socalzando fundaciones de estructuras de las cuales no se tenía datos técnicos para calcular su estabilidad sísmica.
La estructura es de madera laminada de pino insigne, en espesos de 185 mms para cumplir con las exigencias de fuego, y de seda expuesta como recurso plástico para sostener un lenguaje acorde a los grandes muros de ladrillo existentes. Los revestimientos interiores se realizaron en tableros de contrachapado de 12 mms, de madera nativa de ovillo, coihue y mañio, alternando sus texturas para dotar de una expresión artesanal a un edificio de prefabricación industrial.
Los revestimientos exteriores se realizaron con placas de fibrocemento con textura madera y se tiñeron de los mismos colores de la madera nativa interior, para disminuir al mínimo la manutención en los muros exteriores. La estructura se cubrió con hojalatería y la cubierta se realizó en zinc emballetado
Se trata de una antigua construcción muy potente; muros gruesos de ladrillo, grandes cerchas y toscos portones de madera noble –pino oregón y raulí– que poseen una valiosa carga matérica. Decidimos hacer una caja que sirviera de contenedor para este gran espacio interior que es el teatro.
El volumen se situó junto a los muros perimetrales y a un costado del galpón, optando por generar un marcado contrapunto entre la materialidad de ladrillo y la madera de la caja, configurando una piel matizada por las tonalidades del coihue y el olivillo. Así, se funden pasado y presente a través de un atractivo lenguaje expresivo.
El edificio posee un enorme zócalo de hormigón y, sobre él, se dispuso una estructura de madera laminada que forma la techumbre –cuyo aspecto es el de una curva invertida con triple ondulación– y la volumetría interior. La imagen de este esqueleto está dada por estudios técnicos que aseguran una mejor acústica y visión ideal del escenario. Así el proyecto tenía que sacar músculos para dialogar con las edificaciones existentes y mantener el principio de una obra gruesa habitable.
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