La construcción es de madera laminada a excepción del cielo que está revestido en tablas de pino “clear” seleccionado. Toda la estructura y cerramientos fueron prefabricados y mecanizados computacionalmente en una planta en Los Ángeles, Chile. Esta tecnología permitió elaborar la compleja geometría de la estructura que de otra manera hubiera sido inviable. El montaje en terreno demoró 45 días.
La gran abertura que recorre todo el largo de la caballeriza controla la cantidad de luz natural que pasa al interior, entregando 300 lux durante todo el año. El espacio más iluminado está en el centro, donde se llevan a cabo las tareas que requieren de buena iluminación. Hacia los extremos, donde están las pesebreras, la apertura se angosta disminuyendo la cantidad de luz.
Las superficies curvadas del cielo de madera evitan el contraluz, que sumado al doble vidrio blanco de la lucarna, generan un espacio luminoso, sin contrastes, como si el aire estuviera iluminado.
La geometría de la cubierta es imperceptiblemente compleja. La diferencia entre la arista recta del alero con la curva de la lucarna en la parte superior, resulta en una superficie curvada asimétricamente. El manto de tejas metálicas funciona como un textil que negocia sin problemas con esta geometría. El color es bronce satinado, que adopta distintos matices dependiendo de la luz en el entorno.
La primera vez que me subí a un caballo debo haber tenido dos años, como es normal para el hijo de un equitador. Desde entonces, los caballos y la equitación han sido parte de mi vida.
Aunque la equitación en su esencia no ha cambiado demasiado, el cuidado y la dedicación por los caballos se ha modernizado. Un establo para unos 14 caballos de salto se maneja con dos o tres personas. Temprano en la mañana se forrajea, luego aseo y preparación de cada caballo para el ejercicio. Después limpiar las camas (pesebreras) y ducha para terminar la jornada matutina. Por la tarde ensillar, desensillar, duchar, limpiar aperos y nuevamente forrajear.
Todo este trabajo sucede en la actualidad en espacios muy distintos de esa imagen melancólica de rancho acampado que se nos viene a la cabeza de primera. La nave de pesebreras es parte de un conjunto de construcciones esparcidas en dos hectáreas, en un faldeo de la cordillera de Los Andes poblado por enormes quillayes.
El centro es una cancha de entrenamiento perfectamente nivelada y el resto de las instalaciones se completa con un galpón de fardos, un picadero techado y una terraza. La contención de los terrenos se ha hecho con pircas de piedras encontradas en el lugar. Maicon y Almendra son parte del staff a cargo de los caballos. “Chico Messi” a cargo de la cancha. La jornada de trabajo comienza a las 06:00 AM y salvo algunas excepciones, la mayoría de las tareas se lleva a cabo al interior de la nave. La iluminación natural de este espacio es primordial.
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