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Empresa / oficina: Moure Arquitectos
Arquitecto a cargo: Francisco Javier Moure Zubiaguirre
Ingeniero Estructural: Juan Martinez
Cliente: Ivonne Villada
Ubicación: Punta de lobos, Pichilemu
Superficie construida: 162
Año de construcción: 2020
Sitio web:
Fotógrafo: francisco moure
Casa 36 marcos
La Madera, que importante e imponente material, es uno de los materiales más abundantes en chile y de menor impacto. Que maravilloso ver los trabajos ancestrales hechos con maderas, rucas, embarcaciones, puentes etc. Ahí se encuentra la expresión, trabajo, oficio de este material único. Para esta obra trabajamos la madera en sección y axonométrica, ya que confiere un trabajo de unión, ensamble, arriostramiento, ajuste, calce y casar la madera para poder llevar el peso al suelo y controlar las diferentes deformaciones. Qué bonito es ver un bote o un puente en madera, ya que muestra su trabajo y su expresión más estructural y más fina. Porque las casas de madera generalmente no se les deja ver este sistema tan elemental de unión, donde la madera se muestra tal cual es, se les esconde y disfrazan con otros materiales, no dejando ver lo que hay dentro. Esta casa es parte de una serie de ejercicios volumétricos y estructurales con madera, donde se deja en evidencia su esfuerzo estructural como parte significativa del orden y la estética del proyecto. Esta casa, está compuesta de una grilla regular de la cual genera en su interior 6 pilares y 10 diagonales que soportan una viga reticulada en madera de 36 marcos. Esta viga perimetral, como una exo-estructura es la que soporta y arriostra todo el proyecto y es a su vez es una piel exterior que combina y dialoga entre el interior y el exterior formando dos espacios intermedios protegidos del viento y la inclemencia del tiempo.
Desde un punto de vista constructivo y de estructura, la casa propone cuatro vigas reticuladas y prefabricadas de madera de pino acerrada de dimensiones comerciales, tratada con imprimantes de poro abierto, que se apoyan sobre 10 vigas maestras. La propuesta propone un orden constructivo claro y rápido de ejecución, per a su vez el proyecto expresa únicamente las piezas que lo sostiene, un ejercicio más estructural que formal, llevando a la madera a su expresión en la compresión, tracción y extremándola lo más posible. La casa vuela en su contorno un total de 4 metros y está dos metros cincuenta suspendida del suelo.
La casa se propone como un edificio separado del suelo, entendiendo y dialogando con la pendiente del terreno generando un cuerpo más eficiente energéticamente y logrando vistas limpias al horizonte. En su interior esta vestida con dos núcleos de madera de ocho por ocho metros con unos pequeños desfases que produce dos patios-terrazas exteriores. Las terrazas se vinculan, como espacios intermedios unidos visualmente y programáticamente ampliando y duplicando la experiencia volumétrica y vivencial del proyecto, pero a su vez genera espacios protegidos, cálidos y visualmente conectados con el viento, las vistas de punta de lobos y la rompiente del océano pacifico.
La casa 36 marcos, fue un intenso ejercicio de dibujos hecho en líneas para expresar la formación plástica de los marcos estructurales y diagramáticos de la casa. Siempre encontré fascinante la posibilidad que te dan los dibujos, las líneas, las isométricas ya que son abiertos y abren distintas directrices posibles del proyecto.