“A orillas de un camino rural, un frondoso renoval, rústico, impenetrable, sin huella, sin camino”. Había que trabajar en descubrir el lugar. La invitación a desarrollar un encargo comenzaba por entender dónde y cómo.
La búsqueda del lugar para emplazar el proyecto se hizo usando una larga escalera para asomarnos a la altura de la copa de los árboles, así descubrimos con asombro las privilegiadas vistas hacia el Canal de Yal y la Isla de Lemuy.
El asombro, esa capacidad de encontrarse y sorprenderse por algo inesperado fue lo impactante del lugar y debía ser parte importante del proyecto.
El encargo: Una vivienda de encuentro familiar, que debía acoger a la familia cuando venía completa, o solo a una fracción de ella. Debía ser un lugar íntimo, que transmitiera paz y tranquilidad, que reúna a la familia en torno a la naturaleza, y en donde las vistas del lugar se asomen en cada recinto.
El proyecto desde su etapa inicial, fue acomodándose al terreno, reconociendo el recorrido del sol, los niveles del terreno y las vistas, permitiendo también, mantener la mayor cantidad de árboles existentes sin limpiar el terreno por completo.
Desde el acceso la obra se presenta como un volumen hermético, a dos aguas, lineal, como un galpón, absolutamente negro, que se camufla en el bosque y se hace parte de él.
Se accede desde el volumen central, a través de un zaguán, que no da albor a las vistas que tiene el lugar. Lo que permite sorprendernos al descubrir las vistas solo al momento de acceder al interior.
El interior en contraste con el negro del exterior, es un espacio blanco, iluminado, orientado a su exterior. Desde el interior el proyecto se organiza en 3 volúmenes: uno central, amplio común, en donde está el espacio de encuentro: living, comedor, cocina y terraza principal, y dos adyacentes a cada extremo: uno con el dormitorio principal independiente y el otro: un volumen colectivo de 3 dormitorios y un estar familiar. De esta forma, los volúmenes independientes entre sí, son integrados por un corredor común, extendiéndose formal y funcionalmente en el terreno.
El corredor, comunicador de toda la vivienda se extiende longitudinalmente por la vivienda y se proyecta al exterior, al terreno, creando espacios exteriores vinculados con la vivienda. De esta forma, la vivienda no termina en su interior, termina en su exterior, organizando diversas situaciones paisajísticas con el bosque.
Construida íntegramente en madera de pino impregnado, su exterior en tingle negro y su interior con aguada de color blanco que deja entrever la veta de la madera, la cual contrasta, con las estructuras mayores que quedan a la vista en madera de Mañio en secciones de 3” x 12” , en su color natural.
Esta estructura se planteó como elementos ornamentales y funcionales, que están al servicio de la arquitectura, como las fachadas vidriadas, y el corredor central, en donde la estructura es también mueble, repisa, soporte, configuradora de espacios y recintos.
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