Un lugar puede mirar al futuro solo si mantiene su pasado en la memoria colectiva de su gente, los espacios comunes, lo de todos, su territorio, su paisaje, su gente, lo vivido… De estos conceptos nace la idea de tomar lo olvidado y llevarlo al presente, vivo en la contingencia, donde con una nueva mirada de ciudad, Lonquimay (por años olvidada), ahora se reinventa y apuesta por como destino de intereses especiales, el turismo sustentable. Un paraíso en la cordillera de la Araucanía chilena, donde colonos y Pehuenches, trabajan como uno, con respeto a sus creencias y costumbres, manteniendo las tradiciones ancestrales y el progreso en equilibrio, todo esto con un fin común: el reconvertir mediante el turismo de intereses especiales a la comunidad como una aldea de montaña, una comunidad visible, muchas veces cambiando sus oficios de generaciones a esta nueva mirada.
Pero esto se logra también potenciando, de parte de sus autoridades lo de todos, lo común, el territorio, su paisaje cultural. Es ahí donde potenciar el territorio es necesario, pero de una manera respetuosa “que no inquiete”, de esto nace la idea de potenciar la memoria, tradición y turismo, en una zona declarada recientemente ZOIT, uniendo dos cosas muchas veces contrapuestas, turismo y memoria. Es así que se pretende con la ciclovía sobre el eje del ex ramal ferroviario, truncado del tren que uniría las costas de Chile y Argentina, una manera de mantener presente la memoria del lugar, visibilizando en su recorrido el tesoro del lugar y su paisaje, pero mediante un espacio para todos residentes y turistas, una vía recreativa, de 20 km de extensión desde el túnel Las Raíces al acceso de Lonquimay.
El proyecto cuenta con la construcción de seis paradores en la ruta que van haciendo de lugares de descanso a los que recorren el ramal, y que a su vez van mostrando las distintas condiciones paisajísticas de Lonquimay, además de reacondicionar tres puentes que estaban muy deteriorados, otorgándole condiciones unitarias a conceptos del territorio. Es así como se establece el puente del glaciar, el de mayor longitud, que es el escenario perfecto para contemplar el glaciar de sierra nevada; el puente del viento, a modo de un elemento escultórico en movimiento; y el puente del silencio, en el bosque cordillerano, donde con dos portales se enmarca el recorrido y la apertura hacia el paisaje, además de elementos de señaléticas, que indican las distancias recorridas y por recorrer.
El proyecto toma elementos constructivos que rememoran al ferrocarril, su esencia acero y madera. Acero para las estructuras de unión y errajes (para refuerzos de puentes y señalética), y madera en durmientes protegidos con carbonileo, en escuadrías de durmientes, 12 x 8” 10 x 6” aserradas, y elementos basales en gaviones con bolones de río.
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