El proyecto emplazado en la localidad de Ancud, Isla Grande de Chiloé, consta de un establecimiento educacional orientado a la formación técnico profesional, enfocado en la agricultura y gastronomía. El proyecto, pensado en una estructura modular, permite una libre circulación por todo el volumen, otorgando relevancia a los espacios exteriores. También, permite el ingreso de la comunidad a la plaza de ingreso a la escuela, generando una interacción entre estudiantes y vecinos.
El proyecto nace del concepto de un cubo, el cual mediante una abertura y pliegue superior, genera una deformación que permite una diferencia en su escala, una entrada de luz y circulación de aire (lucarna), que a su vez permite diferenciar las superficies, mediante el piso de hormigón y el jardín interior de cada volumen. Estos jardines interiores otorgan al proyecto una circulación coherente para el ingreso de las salas de clases, generando amplios pasillos para caminar.
Un factor importante del cubo modular, es su relación fachada y techumbre, entendiendo estas partes como un todo, una geometría compuesta que define al proyecto: En base a su libre circulación, debido a la mínima interrupción por muros o pilares; Su escala, ya que el proyecto se emplaza en un terreno en desnivel, cada modulo genera una sección escalonada.
El proyecto al contar con una estructura ligera, permite fluidez tanto para circular como la estancia interior. Mediante el Pilar V, los listones de madera se ensamblen con una pletina de acero en su interior. Estos pilares diagonales se posan sobre un basamento de hormigón armado, protegiendo la madera de la humedad. En cuanto a la fachada, dispuesta como celosía, controla el ingreso de luz natural, regulando la temperatura interior de los módulos.
Una de las prioridades del proyecto es ofrecer espacios comunes confortables, donde se frecuente la convivencia entre sus pares como el Patio común, una planta libre destinada a actividades académicas como recreacionales. Además de cumplir la función de vincular el área de cátedra, con el área técnico profesional. El establecimiento refleja un equilibrio entre la formación y espacios recreacionales, potenciado por sus áreas verdes, diseñadas para albergar la formación agrícola de la escuela, así como también un invernadero y laboratorios para la investigación agraria.
Este sistema de módulos individuales permite la resolución de diferentes espacialidades y configuraciones, cambiando de posición según el terreno o el uso. Haciendo del proyecto versátil y ligero en relación al potencial uso de la madera. Debido al clima presente en la zona, el diseño de los techos invertidos, los cuales permiten la recolección de agua y riego de sus jardines interiores, y un incremento de luz natural, haciendo del proyecto sostenible. Las instalaciones permiten entender el aprendizaje en aula de una forma práctica y vinculada a la utilización de sus espacios exteriores. Su configuración permite la creación de espacios semi-públicos para la comunidad, como lo son el gimnasio, la plaza central y el mirador que hace un fiel reflejo a espacios turísticos de la zona, como el Fuerte Real San Antonio.
