SANTUARIO BARRIO SAN ISIDRO
La ciudad debe poder integrar un conjunto de variables biofílicas con el objetivo de proyectar lo que tanto anhela el ser humano, la conexión con la naturaleza. tomando en cuenta su necesidad de propiedad que le ha sido arrebatada frente a los macizos de concreto, hoy se reafirma el sentido de formar parte de la tierra, su flora y fauna. Si además lo basamos en un contexto de COVID esto comienza a tomar más peso, sobre todo en los espacios de trabajo, ¿Y si no contamos con un ambiente grato? Tenemos el deber de reconocer los ciclos y tipos de vida que puedan habitar nuestro entorno, para lograr una mejor integración urbana que puedan contener estos dos componentes, el entorno que conocemos y la naturaleza que se encoge.
Reconocemos el contexto del barrio San Isidro, ubicado a los pies del cerro Santa Lucía como un espacio de naturaleza que alberga una cierta tipología de flora y fauna, se considera una estación que acoge estas premisas para integrar al proyecto, albergando especies de aves nativas, como el picaflor chico, que en su mayoría habitan el cerro, teniendo una proximidad cercana al proyecto, proporcionando un hábitat en el para estas aves, transformando esto en una oportunidad, siendo un componente educacional importante. El retranqueo en el volumen se usa como estrategia para la integración urbana, donde se incorpora y conecta un recorrido ciclovíal que se encuentra en el eje Marín, considerando que podría ser un factor clave si analizamos que es el transporte que más beneficios entrega. Se considera la importancia del ciclo del agua lluvia al devolverla a sus orígenes y la reutilización de aguas grises para la mantención de la vegetación del lugar, misma vegetación que aporta un beneficio sociológico a quien lo habite. Aplicado a esto también existen diversos programas que se complementan con lo mencionado anteriormente, espacios que se anteponen de manera jerárquica y dan cuenta de distintas atmósferas. La esquina del eje Carmen con Marín se convierte en una gran explanada pública, anunciando una reactivación programática para diversos usos que contemple el usuario/peatón
La utilización de pilares aislados con 15 x 15 cm de grosor componen una columna con nueve pilares, dejan vislumbrar la luz solar y forman un conjunto permeable estructuralmente, generando a su vez ciertas recintualidades multi programáticas que componen el proyecto. Por otro lado la envolvente se divide en tres partes, siendo la de Carmen una fachada textil la cual se sostiene a través de barras metálicas que permiten cerrar y abrir a modo de cortina que se desliza de manera vertical, las envolventes de Marín se dividen en una fachada vegetal que se sostiene en varillas metálicas horizontales y por último la celosía de madera vertical con la misma dimensión de un pilar de 15 x 15 que se extiende solo por una parte del proyecto, esta cae y sale hacia afuera por calle Marín tomando la vereda generando un pórtico que separa la de peatones y de ciclovía, de esta manera invita a que el espectador capte su atención hacia el interior del proyecto al pasar por ahí, desde el exterior deja entrever la vegetación y se convierte en una manera de invitar a adentrarse al proyecto. El medianero construido con hormigón armado se trabaja no solo como separador del contexto, sino que es multi programático según su nivel, entre esto se programa un muro calorífico capaz de captar luz solar para entregar confort térmico en niveles inferiores, receptor de aguas lluvias por canalización, también a modo de muro verde con cascada integrada y eficaz para albergar distintas funciones como almacenaje o según la actividad que requiera la sala de trabajo o estudio. También se considera el uso de barandas vidriadas para dar más transparencia y énfasis hacia los interiores de vegetación.
Como propuesta innovadora se construyen y se integran de manera física y/o visual a los ambientes de trabajo la vegetación, de este modo da cuenta de un espacio cargado de riqueza para la flora y fauna que siempre se concentra hacia los interiores del proyecto o abalconamientos, proponen una nueva forma de relación entre naturaleza y ciudad.
