Código de equipo: ARQ437
Universidad: Universidad Central
Sede: Región de Coquimbo
País: Chile
Ciudad: La Serena
Equipo:
Gabriel Rojas
Siboney Vega
Diego Zuñiga
Florencia Araya
Profesores guía:
Pablo Bello Rodriguez
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DOCUMENTOS ADJUNTOS
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Descripción general
En la ribera sur del río Limarí, entre quebradas marcadas por el viento, se encuentra la Cueva de San Julián, un lugar cargado de relatos, leyendas y espiritualidad. Inspirado en este contexto, se propone un módulo arquitectónico efímero y móvil, construido en madera, que busca reactivar el vínculo entre las personas y el territorio. Este pabellón funciona como un umbral simbólico hacia lo intangible y ofrece una experiencia inmersiva que conecta al visitante con el relato vivo del lugar.
Fundamentación del proyecto
La propuesta nace desde una profunda comprensión del territorio, tanto en su dimensión geográfica como simbólica. La tradición oral que rodea la Cueva de San Julián —como espacio de reunión de brujos y sanadores— otorga sentido al proyecto, que no busca imponer una arquitectura sino hacerla parte del relato local. El pabellón actúa como un espacio de transición entre lo visible y lo invisible, entre lo cotidiano y lo sagrado, invitando a una experiencia de escucha, observación y conexión con el entorno.
Estrategia de localización, emplazamiento y resolución programática y espacial
El módulo es itinerante y se traslada entre las plazas de las cinco comunas del valle del Limarí, siguiendo un calendario lunar. Cada luna nueva, cambia de ubicación, evocando la movilidad de los antiguos rituales del territorio y renovando su conexión simbólica con el paisaje. Esta estrategia cíclica refuerza el vínculo con lo ancestral y con los ritmos naturales del entorno. Cada emplazamiento se selecciona estratégicamente para que el pabellón interactúe con el viento, generando sonidos suaves que enriquecen la experiencia sensorial. Formalmente, la estructura varía en altura y ancho, lo que permite distintas formas de recorrido y apropiación libre del espacio. No tiene funciones fijas, sino que se concibe como un lugar de contemplación, conexión y tránsito simbólico.
Propuesta arquitectónica desde el material
La madera es el material central, elegida por su valor estructural y simbólico. Se trabaja con piezas modulares que permiten un fácil montaje y desmontaje, lo que facilita su movilidad y la participación comunitaria. La madera quemada, dejada sin tratamientos industriales, añade una dimensión sensorial: su textura, aroma y huellas de carbón refuerzan el vínculo con lo ancestral. El contacto directo con la materia —incluso mancharse al tocarla— es parte de la experiencia que propone el módulo, como una forma de relación íntima con el territorio.
Innovación de la propuesta
La innovación del proyecto reside en su enfoque sensorial y simbólico: más que una construcción funcional, es un gesto arquitectónico que convoca una experiencia emocional, cultural y espiritual. Transforma la noción de turismo tradicional en una vivencia de conexión lenta y consciente con el entorno. El uso de materiales tradicionales como la madera se entrelaza con una estrategia contemporánea de activación del paisaje, donde el viento, la luz, la sombra y el sonido se convierten en protagonistas activos del relato arquitectónico. La arquitectura, en este caso, no busca permanecer, sino dejar una huella significativa en quienes la atraviesan.
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