23 de Noviembre, 2017

La madera se rebela en la obra de Beatrice di Girólamo

A partir de duelas de roble y tejuelas de alerce que han sido desechadas, la artista chilena Beatrice di Girólamo desarrolla un trabajo que transita entre la pintura y la escultura, entregando a la madera un nuevo significado.

Tablas ensambladas, unas encima de otras, cuelgan sobre la pared. Beatrice di Girólamo está terminando de aplicar el color y desde lejos pareciera que un rayo de luz traspasa la estructura, creando una composición llena de luces y sombras.

Ese es uno de las últimas obras en las que está trabajando esta artista chilena, quien lleva más de 10 años desarrollando esculturas con madera pintada, piezas que tienen un común denominador: han sido construidas con madera desechada.

“Hay un tema del reciclaje, pero no como discurso. Hoy, el que no recicla es un irresponsable, pero eso no lo uso como discurso… es reutilizar el material y sobretodo descontextualizarlo. Tomarlo, recogerlo, transformarlo y llevarlo a otro escenario”, explica di Girólamo.

El origen de la obra

Así crea piezas de mediano y gran formato a partir de madera provenientes de cubas de vino utilizadas para macerado, tejuelas o incluso marcos de ventana o estructuras que han sido derribadas. “Es una madera ultra muerta, en el sentido de que la tabla es un sometimiento. La han moldeado, la han estandarizado para ser mueble. Esa es la madera que se revela, que dice: ‘ahora soy arte’”, reflexiona.

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Diseñadora de profesión, di Girólamo comenzó a experimentar con diversos materiales, como arena sobre bastidores de tela. Sin embargo, la madera pronto pasó a transformarse en su soporte, justamente porque le ofrecía una gama de texturas mucho más amplia.

Esculturas pintadas o pinturas volumétricas

Ha desarrollado un reconocido trabajo que comienza por ir a las viñas y recolectar tablas. Otras maderas le llegan como regalos o donaciones. De esta forma, adquiere la materia prima a la que primero da una preparación: limpieza y secado. Algunas piezas son lijadas y finalmente se les aplica un tratamiento anti termitas y un sellante para la humedad.

Posteriormente, a través de un trazado laser va marcando las tablas para definir de dónde provendrá la luz y cómo será el color y transparencia de cada pieza. En este punto destaca en su trabajo la constante apariencia de las vetas de la madera incluso aunque exista color sobre ella. “Uso la pintura muy transparente para que todo eso transpire, que ella te diga ‘acaban de cortarme, me aserraron por acá, acá se secó mucho’”, explica la artista.

Otro punto que destaca en su trabajo es el ensamblaje, que muchas veces aporta volumen a las obras. Así, con clavos, cola, corchetes y compresores, esta artista crea una pieza que puede ser descrita como una escultura pintada o una pintura volumétrica. Ella transita entre esos dos mundos, no se define en ninguno y prefiere esa constante pugna entre ambos.

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Para di Girólamo generar sorpresa en público es un deseo constante y es por eso que incluso cuando la obra ya está terminada, hace hincapié en el montaje como proceso fundamental. Ya sea en una sala de exposición o en el muro de un hall de entrada, ella estudia muy bien el espacio, el material de los muros, las entradas de la luz y los accesos por donde pasará la obra.

“Es importante cuando te enfrentas a un trabajo de arte, lograr cierta distancia entre el espectador y la obra montada, que tú sientas cierto misterio, cierta curiosidad, que no la puedas abarcar”, finaliza.

Esta artista nacional, ha recorrido Chile mostrando su trabajo en galerías y museos. Además ha desarrollado proyectos para algunas instituciones privadas y el 2016 llevó parte de sus obras a Art Toronto, la feria de arte contemporáneo más importante de Canadá, siendo una de las tres chilenas en exponer en ese espacio.

 

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