1 de Junio, 2017

Retardancia o resistencia: ¿De qué hablamos cuando hablamos de protección de la madera ante el fuego?

Para los expertos, no es lo mismo proteger una estructura o elemento constructivo como tal, que proteger un material que puede o no formar parte de alguna estructura. Por eso, cuando hablamos de madera y fuego es importante distinguir el qué, el por qué y el cómo queremos proteger la madera.

Salvar la vida de las personas, reducir el riesgo de incendio, reducir la propagación o facilitar la extinción son sólo algunos de los objetivos que se persiguen y, por lo general, se buscan todos al mismo tiempo.

Sin embargo, pueden haber diferentes formas de conseguirlo. Podría lograrse a través de la forma o el diseño de una construcción, el uso de una materialidad específica, protectores o métodos de extinción, entre otros.

“Si hablamos de la industria de la construcción, en Chile las normas están referidas al concepto de resistencia al fuego”, explica Andrés Ducaud, Gerente de Operaciones y Nuevos Proyectos de Lonza Quimetal, “que es la capacidad de un elemento o solución constructiva de soportar la exposición a un incendio durante un tiempo determinado. Por eso hablamos de los F30, F60, F90 o F120, en donde los números indican los minutos que es capaz de resistir la estructura”, agrega.

Pero este concepto, dice, con frecuencia se confunde con la retardancia al fuego, que más bien está asociado a productos químicos, pinturas u otro elemento que retardan o no permiten la aparición de la llama, es decir, aumentan los flujos de calor o la temperatura requeridos para que la madera combustione. “Esta retardancia se mide en el material protegido con el producto, mediante un análisis de pérdida de masa e índice de carbonización que presenta”, acota Ducaud.

Según el ingeniero del IDIEM, Miguel Ángel Pérez, existe una norma chilena ─la NCh1974Of.86─ que permite evaluar comparativamente la eficacia de tales productos, pero, asegura, es una norma insuficiente ya que no valoriza parámetros clave que caracterizan la ignición de la madera tales como la temperatura, el flujo de calor crítico, en otros aspectos.

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Por lo general, en un incendio las personas mueren asfixiadas por el humo generado, y los incendios ─en la mayoría de las veces─ se producen en elementos inflamables que no pertenecen a la estructura de una construcción, como cortinajes, muebles, revestimientos, etc. “Basado en este argumento es que los retardantes de fuego, y especialmente los que evitan la formación de humo, son importantes”, afirma Ducaud.

Disminuir la velocidad de carbonización de la madera también es algo clave y se logra mediante la aplicación de un producto que sea absorbido por la masa, es decir, mediante la impregnación. “Productos que buscan este objetivo tendrían incidencia en las etapas de un incendio totalmente desarrollado”, asegura Pérez. Y explica: “La velocidad de carbonización influye en la sección transversal residual no combustionada de miembros estructurales de madera, lo que impacta directamente en la resistencia al fuego de la estructura”.

Existen algunos antecedentes que indican que estos productos podrían disminuir la velocidad de carbonización hasta un 50%. Y según explica Pérez, la norma chilena NCh935/1 es la que indica el procedimiento de ensayo para evaluar la resistencia al fuego de muros, tabiques, losas y otros elementos estructurales como vigas y columnas, la que también se utiliza para medir la velocidad de carbonización de elementos de madera, en la que influye principalmente el contenido de humedad, la densidad de madera y su tratamiento de impregnación.

Actualmente, el IDIEM se encuentra trabajando en un proyecto mandatado por el Minvu y financiado por Corfo que buscar desarrollar una norma chilena para el cálculo de la resistencia al fuego de estructuras de madera (vigas, columnas y tabiquería).

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