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Pérez y Olea: “La clave está en la combinación de técnicas”

La aparición del CAD/CAM no significa la extinción del trabajo artesanal o  que uno vaya a superar al otro. Tampoco se trata de que el trabajo artesanal sea mejor. La clave es la mezcla y la armonía de ambas técnicas. El CAD/CAM permite, por un lado, serializar un producto, industrializarlo, estandarizarlo. El trabajo artesanal, por otro, permite darle carácter a una pieza, vuelve cálido un producto fabricado por CNC, le da una firma y le agrega valor.

Un ejemplo de esto fue la producción de las Animáscaras que presentamos en el Concurso de Diseño de la Semana de la Madera 2016. La producción de este proyecto fue más eficiente porque fue lograda gracias a la dualidad de ambas técnicas.

La Router CNC tardaría muchísimo tiempo de maquinado –elevando los costos– para lograr una superficie lisa, y aún así habrían detalles que no podría pulir correctamente. Con el tallado a mano, en cambio, se requeriría de una gran habilidad y experiencia para generar el espesor continuo y simetría de la máscara, algo que una Router CNC podría lograr en mucho menos tiempo.

Sin embargo, decidimos trabajar en conjunto. Un maquinado tarda entre 30 y 40 minutos de Router CNC, convirtiendo un bloque sólido de madera en la base de una máscara. Luego, con el trabajo artesanal, se terminan los detalles, se borran todos los bordes filosos y se pule hasta alcanzar una superficie tan lisa como se desee. De esta forma, se logra un proceso mucho más económico, genera trabajo para los artesanos y no los deja aislados del proceso. Y la terminación del producto es de excelencia.

En clases pasa mucho que los proyectos se trabajan con personajes imaginarios, usuarios que uno genera de forma ficticia en una situación simulada. El Concurso nos presentó una experiencia muchísimo más cercana y concreta, desde hacer trámites hasta visitar un jardín, observar a los niños y pasar tiempo con ellos, compartiendo el espacio, el lugar, las situaciones, las relaciones, etc. Por primera vez, pudimos ver para quién estábamos trabajando, una situación y una necesidad que se presenta tal cual es en la realidad.

La madera, como material, es un soporte que permite abrir miles de posibilidades, tiene muchos valores y significados. Para nosotros, la madera era ideal en este proyecto por sus propiedades organolépticas, un material que invita a darle carácter, una intención y una personalidad. Tiene una facilidad para ser moldeada y una belleza única e irreplicable. Cada madera es diferente a otra, así como no hay una persona igual a otra en el mundo.

Cada madera está cargada de expresión –hasta la más mínima astilla rebosa de esto– pero permanece en silencio; ella no habla hasta que la haces hablar. Puede susurrarte, pero no va a hablar a menos que uno lo haga. Es un material en donde no hay nada dado, pero en donde está todo.

Hay que explorar, hay que cortar, lijar, tallar, perforar, pintar, barnizar; hay que hacerla hablar para encontrar lo que uno está buscando, y cuando lo encuentras, queda ahí para siempre, casi estático en el tiempo. La madera permite conservar esta expresión, exponer este diálogo y conservarlo durante muchísimo tiempo intacto.

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Gilbert Pérez (izquierda) y Daniel Olea (derecha), ganadores del Primer lugar en el Concurso de Diseño 2016 con su proyecto “Animáscaras”.
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