19 de Diciembre, 2016
Matzal Vukic y Francisco Morandé no sólo comparten su profesión de arquitectos, sino que también su amor por el sur de nuestro país. Ambos ─casi recién egresados─ pero en distintos periodos, deciden dejar las grandes urbes para arriesgarse a nuevos proyectos de vida. Matzal se fue de Santiago con rumbo a Puerto Montt en 1990. Francisco lo hizo en el 98, y hoy está radicado en Puerto Varas.
Por décadas han visto cómo en el sur de nuestro país la construcción en madera nativa ha ido evolucionando. Concuerdan que hace 15 o 20 años la tala indiscriminada era amplia, pero que el surgimiento de formas de manejo sustentable del bosque ha permitido una arquitectura medioambiental armónica.
El arquitecto Francisco Morandé relata orgulloso que hoy que el 98% de su arquitectura presenta madera nativa, recurso que comenzó a trabajar cuando participó en el desarrollo y diseño de los parques Pumalín y Patagonia de Douglas Tompkins.
“Es un lujo trabajar con maderas nativas, es más noble, cada madera tiene una característica en particular. Por ejemplo, el ciprés es muy bueno para la humedad, la tejuela de alerce para resistir las inclemencias del mal tiempo; el ulmo por su dureza es muy bueno para revestimiento de pisos, el coigüe lo mismo, y además todos tienen distintas tonalidades, aromas y texturas”, agrega.
En la actualidad, su trabajo privilegia las especies nativas principalmente en la madera a la vista, tanto en estructura como en revestimiento de pisos o muros. La razón ─según él─ es que la oferta aún es escasa y los valores de mercado son muy altos. “El que haya poca oferta te limita a la hora de poder diseñar, restringe tu ámbito de acción y te obliga a trabajar con materiales más comunes”.
Tiene claro, eso sí, que difícilmente el mercado cambiará si no se mejora la visión de los bosques nativos y de cómo se manejan para asegurar su sustentabilidad.
La arquitecta Matzal Vukic tiene una historia similar. Llegó en los ‘90 al sur y cuenta que fue una de las primeras en utilizar sistemas y soluciones constructivas que apuntan a la eficiencia energética. Al respecto asegura que es responsabilidad de los profesionales “conocer de dónde vienen las maderas, saber cuál es su manejo, de donde se extrajeron y qué certificación tienen”.
A lo largo de estos años ha realizado una gran cantidad de proyectos residenciales, institucionales e industriales, utilizando y resaltando la madera como protagonista. Entre ellos destaca el recién inaugurado Centro de Investigación de Salud de Peces Ewos Innovation-Carhill, en Los Lagos, que es ─hasta ahora─ el proyecto más grande de inversión privada del país en materia de investigación científica, con una inversión que bordea los 10 millones de dólares.
Opina que “la madera se desprestigió mucho tiempo, porque se construyó muy mal, se perdieron los oficios y nos quedamos analfabetos en cómo se debe construir”.
Hoy, con proyectos de viviendas en madera nativa en Puerto Montt, Puerto Varas, Futaleufú, Pucón, Tunquén, entre muchos otros, esta profesional ─al igual que Morandé─ estima que “la construcción en madera no debe ser 100% nativa, sino que se puede mezclar. La idea es utilizarla para enmarcar la belleza en elementos puntuales o estructurales, si se trata de envigados a la vista, pero no hay que exagerar”.
La razón apunta al alto valor de mercado de los productos nativos y a que hoy, además, los materiales de construcción masivos entregan una calidad tecnológica muy buena sí se quiere desarrollar estructuras, dejando lo que queda a la vista de los clientes con productos en madera nativa.
Toda esa preocupación en el origen, manejo y certificación de las maderas nativas que manifiestan Morandé y Vukic, es la que, según Roberto Tirado, gerente general de Ignisterra ─empresa dedicada al manejo de bosque nativo─ comparten un sinnúmero de otros arquitectos y diseñadores del país y fue lo que motivó a desarrollar un ciclo de charlas en la que buscan trasparentar sus manejos, procesos industriales e ingeniería que aplican a la madera nativa.
“Nos interesa promover algunos productos de ingeniería de la madera que fabricamos, como puertas, pisos, revestimientos y molduras. Creemos que el bosque nativo tiene que jugar un rol importante en el mercado nacional e internacional, no solo porque es un recurso natural, renovable, chileno y carbono neutral, sino debido a que esta madera posee características únicas y diferenciadoras”, asegura Tirado.
Ignisterra maneja bosques específicamente de Lenga, producto altamente valorado en Chile y el extranjero por su estabilidad estructural, docilidad para trabajar y acabado.
Puerto Varas y Ancud fueron las primeras ciudades que recibieron estas charlas, una réplica de los cursos dictados en Santiago y que son muy valoradas por arquitectos, diseñadores, constructores y profesionales afines.
“Nuestro propósito es hacer extensiva esta invitación de reunirse en torno a la madera de Lenga a profesionales del sur del país, donde hay una gran tradición en el uso de este recurso. Pudimos comprobar que existe mucho interés en el uso de la madera, razón por la cual estamos muy satisfechos de haber podido aportar con la realización de estos encuentros” sostiene Tirado.
En Chile la legislación permite un uso comercial cercano al 33% de los 3,4 millones de hectáreas de bosques de Lenga. Ignisterra posee cerca de 10 mil hectáreas en Tierra del Fuego y el 2015 procesó 15 mil metros cúbicos de madera aserrada. El 70% fue destinado al mercado interno y el 30% a la exportación, cifras que hablan de un mercado de maderas sustentables creciente, que espera consolidarse en el mundo de la construcción.
Publicado originalmente en Corma.cl
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