16 de Enero, 2018
Sewell, un campamento minero ubicado a 150 km de Santiago y a 64 km de la ciudad de Rancagua, en la cordillera de Los Andes, se ha ganado un lugar destacado no solo por su atractivo turístico sino también por su legado patrimonial.
El campamento fue declarado “Zona Típica” en 1998 y nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006. Eso, debido a su incalculable valor histórico y cultural para Chile y el mundo. En esa instancia se destacó como un “ejemplo excepcional del fenómeno global de las ciudades obreras”.
Su construcción comenzó en 1904, por orden de la empresa Braden Cooper Company, dueña del yacimiento El Teniente, la mina subterránea de cobre más grande del mundo. Llegó a albergar a más de 15 mil habitantes y se hizo conocida también como “la ciudad de las escaleras” o “la ciudad derramada en el cerro”.
Recibe visitas durante todo el año, pero en mayo de 2017 ─con un campamento totalmente cubierto por la nieve─ alcanzó su peak, concentrando cerca 800 personas durante el Día del Patrimonio.
Y para que todo siga intacto, desde 2006 se han recuperado 23 edificios, esto gracias a un rescate patrimonial que ya abarca una superficie de 28 mil metros cuadrados.
¿Pero qué es lo que llama la atención de los visitantes? Además de estar emplazado a más de dos mil metros de altura y ser uno de los principales atractivos de la región de O´Higgins, del viejo Sewell aún se mantiene el centro de la ciudad con 50 edificios originales hechos en madera.
Para ello se utilizó el sistema constructivo de “Balloon Frame”, y desde Codelco ─actual administrador─ explican que este sistema fue perfecto para proporcionar el soporte a cubiertas y planchas de metal ondulado, con parámetros de estucos sobre malla o plancha metálica dispuestas directamente sobre la estructura.
Otro de los atractivos son sus colores: desde lejos ya se distinguen, como flores, estos edificios multicolores sobre el fondo nevado. Pero también se adaptan a las pendientes del cerro, abrazando el suelo con naturalidad.
Las instalaciones contaban con un hospital ─que en su tiempo fue el más moderno de Sudamérica─, una compañía de Bomberos, el Palacio de los Deportes, clubes sociales, cines, una iglesia, escuelas industriales, y hasta una cancha de bowling y una piscina temperada.
Aquí no hay veredas y son las escaleras las vías principales por donde se transita, desde las cuales se asoman pequeñas plazas para el descanso. Senderos peatonales enlazan a los distintos edificios de forma horizontal como “espina de pescado”.
Con casi un siglo de vida, Sewell sobrevive sobre la montaña y se mantiene en perfecto estado de conservación. Y por eso fue escogido para albergar el Museo de la Gran Minería del Cobre, inaugurado en 2010, otro de los atractivos imperdibles de este campamento minero.
Para coordinar una visita se puede hacer a través de dos agencias en convenio con Codelco, VTS Limitada (sewell@vts.cl) y Turismo Cultural Ltda (elplomo@elplomo.cl). Más información en Fundación Sewell.
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