24 de Octubre, 2019
La idea de la Silla 7 surgió del curso “Fabricación Digital”, impartido en el segundo año de la carrera de Diseño de la Universidad Adolfo Ibáñez. El encargo era crear una escultura de madera a través de herramientas digitales y maquinaria avanzada, pero los alumnos Bruno Marsino y Esteban Gutiérrez quisieron ir más allá y crear un objeto utilitario.
Guiados por su profesor Juan Cristóbal Karich, desarrollaron el proyecto para crear una silla con un proceso especial –digital y artesanal– y, con la ayuda de la tecnología que ofrece el Fablab de la universidad, dieron forma a la Silla 7.
Como cuenta Marsino, la silla les dio la oportunidad de crear un objeto de diseño a partir de la reutilización de retazos de madera de raulí, nogal y cerezo obtenidos de barracas industriales, con lo que le dieron un toque único al mueble. Además, aprovecharon la tecnología de las máquinas para darle una forma moderna y futurista que difícilmente se podría replicar de manera artesanal. “La tecnología se presenta tanto con el diseño y modelaje digital de la silla en programas CAD en conjunto con el corte de las piezas por maquinaria Router CNC, mientras que el trabajo artesanal se ve con el dimensionado de los retazos y el ensamblaje final de las piezas”, explica.
Esta mixtura de técnicas digitales y artesanales es lo que inspiró la forma de Silla 7, que marca un punto de transición entre los procesos tecnológicos y el trabajo artesanal. Como explican sus creadores, el mueble alude a una estética retrofuturista o googie que nació en Estados Unidos en los años sesenta, época en que la sociedad miraba con optimismo los avances tecnológicos como la carrera espacial y la era atómica, y cuya arquitectura se caracteriza por sus ángulos agudos y formas que aludían a alas y alerones de aviones y naves espaciales. “Sabíamos cómo queríamos fabricar la silla aprovechando estos procesos industriales y maquinarias para darle forma. Y fue la estética retrofuturista la que mejor representaba a este tipo de fabricación”, explica Marsino.
Luego de los buenos resultados que obtuvieron en su curso de la universidad, Marsino y Gutiérrez -junto a su profesor guía- decidieron participar en el Concurso de Diseño de Madera21 en el marco de la Semana de la Madera 2019, ya que su creación se ajustaba a la invitación de presentar productos de uso diario que integraran la madera como material principal, desde un enfoque tecnológico, bioeconómico y sustentable.
Además de obtener el segundo lugar del certamen, esta instancia les permitió abrir sus opciones y seguir trabajando en su creación. “Pensábamos que ésta iba a ser la última etapa del proyecto Silla 7, pero nos dimos cuenta del gran interés que hubo y de todas las oportunidades que aparecieron, entre ellas seguir desarrollando el concepto de la silla a partir de retazos. Además estamos pensando en fabricar la Silla 7 en una colección de pocas unidades en conjunto con el Fablab UAI y el FablabABG del colegio Blest Gana”, concluye Marsino.
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