Muchos hemos estado reflexionando sobre las razones detrás de los recientes reclamos de la sociedad y la naturaleza, los primeros reflejados en el estallido social y los segundos en la pandemia. Tal vez para muchos no tienen nada que ver, es una mera casualidad que hayan venido tan juntos, quizás produzca hasta risas el vincularlos y buscarle “la quinta pata al gato”; sin embargo, para otros, entre quienes me incluyo, están estrechamente vinculados.
La naturaleza, en la que obviamente incluyo al ser humano, nos está frenando y llamando la atención para que reflexionemos. Nuestras vidas han ido en una aceleración vertiginosa, en un “deber hacer” constante y nos queda poco tiempo para pensar, entender y sacar conclusiones.
Chile ya no es el mismo de décadas atrás. Sin duda, nuestro ingreso per cápita ha subido notablemente, la desnutrición y mortalidad infantil han disminuido drásticamente, la pobreza ha bajado, al igual que el desempleo. Ya no somos el país tercermundista de comienzos de los años 70, y sí, lo hemos hecho bien hasta ahora, pero ya no basta. Tenemos que aspirar al equilibrio social, no basta con tener empleo, tenemos que aspirar a un trabajador feliz, no basta cubrir la vivienda básica, tenemos que aspirar a áreas de esparcimiento y mayor confort. No se trata de ser inconformistas, pero tampoco debemos ser autocomplacientes; dejamos de ser algo, pero para ser lo otro, tenemos que crecer y ser mejores en un ámbito global y holístico de nuestra realidad.
La arquitectura y la construcción no se escapan de esta reflexión, no sólo en el ámbito social, sino también en el de la sostenibilidad, en el de la naturaleza pura, esa que nos está llamando a meditar. Hemos usado hasta el cansancio materiales que han sido tremendamente útiles y económicos hasta el momento, pero que sus procesos de extracción y producción son enormemente contaminantes. ¿No es tiempo de un autollamado a reutilizar en forma masiva otros más amables con esa naturaleza que hasta el minuto hemos ido arrasando? ¿No es ahora cuando también debemos decir “no basta” y agregar valor a la obra arquitectónica con materiales respetuosos del medioambiente? Tampoco es ser crítico extremo o conformista inmóvil, es simplemente, tender al equilibrio. Ni ser un romántico del pasado, ya que la tecnología que se ha implementado en materiales sostenibles, permiten su uso racional, masivo y real.
En este sentido, la madera, única materia viva utilizada en la construcción -lo que le da la condición de renovable- cumple a cabalidad con el concepto de sostenible, definido en la RAE como “que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medioambiente”. El proceso se lleva a cabo en planes de explotación, donde Chile alcanza las 2,87 millones de hectáreas de plantaciones forestales, con extracción y producción menos contaminantes en comparación con cualquier otro material de la construcción. Adicional a esto, es un elemento reciclable y reutilizable casi en su totalidad, sumando puntos al concepto de sostenibilidad del material, entrando en un 100% en el concepto de economía circular, estrategia que tiene por objetivo reducir la utilización de nuevos elementos y la producción de desechos cerrando los flujos económicos y ecológicos de los recursos.
Debemos dejar de pensar en la madera como material solo para edificaciones menores y comenzar a utilizarlo en forma masiva, en edificación en altura, en que se constituya en forma real como una alternativa al hormigón armado, material por excelencia en la mayoría de nuestros proyectos, en los que difícilmente nos estamos planteando otras opciones.
Sacudámonos un poco, salgamos de nuestro espacio de confort y utilicemos la madera con la tecnología añadida -madera masiva (mass timber), madera contralaminada (CLT), microlaminado (LVL), madera laminada- para proyectar y construir nuevos edificios. Modifiquemos nuestra legislación, que como ocurre comúnmente, se ha quedado atrás en el tiempo y no ha evolucionado con la rapidez con que ha evolucionado este material. En general, producto de la pandemia, al menos para estos temas, no tenemos la excusa del apuro y la inmediatez. Se nos ha dado el espacio para reflexionar: pensemos entonces, propongamos, acordemos, concluyamos y pongamos en práctica nuestras deducciones.
No basta seguir proyectando edificaciones que entienden el valor arquitectónico solo en aspectos icónicos. Es una variable, sin duda, pero somos responsables también de diseñar edificios de “Impacto Positivo”, diseñados con un enfoque sistémico mediante la correcta incorporación de variables espaciales, funcionales, de modularidad, adaptabilidad al cambio y respeto por la naturaleza que nos reclama pero, a su vez, nos da este espacio para la reflexión.