29 de Abril, 2020
Comprendiendo la relevancia que tiene el desarrollo en la llamada cuarta revolución industrial y las tecnologías disruptivas que la caracterizan, es que el Comité de Transformación Digital de CORFO ha financiado el estudio “Oportunidades de la Manufactura Avanzada para la industria de la construcción”, realizado por Frane Zilic, arquitecto, director de Polomadera y docente de la Universidad de Concepción (UdeC); Vicente Hernández, ingeniero en Maderas, investigador y académico de la UdeC; y Juan Pedro Elissetche, ingeniero forestal, docente de la Facultad de Ciencias Forestales e investigador asociado del Centro de Biotecnología en UdeC.
“Sin duda la manufactura avanzada y sus tecnologías asociadas, modificarán profundamente el proceso artesanal actual de construcción, pero la aplicación con el mayor impacto disruptivo se visualiza en el entorno industrializado y sus posibles modelos de negocio. Con la prefabricación fuera de sitio, se generan nuevas oportunidades en la captura y procesamiento de datos para poder optimizar el proceso. Se visualizan también nuevos negocios de mantención y servicios de operación inteligente, y las nuevas tecnologías abrirán puertas a herramientas de aprendizaje y a una coordinación más eficiente. Si la industrialización se hace en madera se pueden conjugar esas ventajas con los beneficios de una economía circular”, expone Frane Zilic.
El informe se presenta como una contribución para comprender e identificar las oportunidades de la manufactura avanzada en la industria de la construcción, y una entrega de soluciones ante el débil escenario. Esto, debido a que a pesar de ser uno de los sectores económicamente más relevantes, muestra el peor desempeño en todos los aspectos de sostenibilidad económica, ambiental y social. Para avanzar, se vislumbran dos posibilidades: el cambio incremental (mejorar todos los procesos actuales, mejorar la tecnología y formar nuevas capacidades) o avanzar hacia la industrialización.
Según el Instituto Global Mckinsey, la primera opción provocaría sólo un 50% de incremento en productividad. La segunda, en tanto, promete por lo menos un 500% de aumento. ¿Por qué tal diferencia? Básicamente porque el camino de la industrialización de la construcción vislumbra la automatización, la precisión, recupera la seguridad laboral, mejora la empleabilidad femenina y disminuye los tiempos y costos de producción.
Hoy en día, para llevarla a cabo, sólo existen tres materiales estructurales disponibles: el hormigón, el acero y la madera. De los tres, el que presenta la mejor evidencia de sostenibilidad es, justamente, esta última. Por sostenibilidad, se entiende como la interacción entre la preocupación por el bienestar del ser humano, la protección del medio ambiente y el crecimiento de la economía, por lo que las credenciales de la madera toman delantera.
Al contrastar los materiales expuestos anteriormente, puede que la madera se perciba como el más “débil” a la hora de construir si se compara con el hormigón y el acero. Sin embargo, y si bien es un hecho que es el material más ligero de los tres, el estudio detecta y resalta una serie de cualidades que la alzan como la materia prima que mayor se adapta a las amenazas futuras (económicas, constructivas y medioambientales).
Si analizamos la primera, la madera sale muy bien parada en lo que se refiere a ahorro de tiempo y dinero, pues requiere de menos transporte (alcanza seis veces menos traslados de camiones a obras) y es mucho más portátil que el acero o el hormigón, conllevando que los viajes alcancen mayor eficiencia e incluso a que uno mismo pueda acarrearla si se da el caso.
Al adentrarse en las ventajas de construcción, aparecen muchísimas más. Entre ellas, está su poca aceleración sísmica, al ser de estructura más liviana; su menor probabilidad de causar accidentes, al ser más fácil de manipular y de transportar; el hecho de requerir menos fundaciones al edificar, causando un menor impacto en el terreno; su mejor aislación térmica, pues conduce diez veces menos calor que el hormigón y 100 veces menos que el acero; su capacidad de dejar menor huella de agua al construirse prácticamente en seco; su precisión, ya que el hormigón se trabaja con una exactitud en el orden del centímetro, el acero en el milímetro y la madera en el sub-milímetro; su rapidez para montar; su condición de ser altamente reparable y adaptable; y, por último, su versatilidad, ya que puede servir como revestimiento, aislación, mobiliario, etc.
En cuanto a los factores medioambientales que orbitan en la industria de la construcción, la madera cuenta con una ventaja fundamental: que es un material natural. Esto significa que es totalmente renovable, que requiere de menos energía para su procesamiento, que genera menos desechos, que es reciclable (si sobra, se puede utilizar para construir muebles, objetos y hasta se puede extraer pulpa para hacer papel), que genera menos emisiones de CO2, que produce un ambiente más saludable (absorbe y libera humedad, regulándola) y que hasta genera menos contaminación acústica en las faenas. En síntesis, que es una muy buena aliada si se habla de cuidado del planeta.
Como se puede apreciar, y pese a la multiplicidad de ventajas que ostenta el material, Chile presenta sólo un 18% de construcción en madera. Muy lejos si se compara con países que tienen la misma vocación forestal como es el caso de Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda o Suecia, donde la construcción con esta materia prima alcanza cifras cercanas al 90%.
Ante este escenario, a la hora de arrojar sus primeras conclusiones, el estudio señala que la industrialización va a requerir de la formación de nuevas capacidades, pero va a abrir nuevas oportunidades para el sector nacional en distintas áreas, permitiéndole llegar a una construcción sostenible en todos sus ámbitos. Asimismo, indica que este cambio requiere de preparaciones técnicas que aún no se encuentran ofertadas en el ámbito local, lo que significaría un inmenso emprendimiento en el área de la formación y automatización.
Otra de las conclusiones relevantes que arroja el estudio, señala que la baja productividad actual abre las puertas para una industrialización y, dado que ésta es más factible que se dé a través de la madera por las ventajas ya señaladas, es bastante probable que el cambio provenga orgánicamente desde el mismo mercado. Lo que sí, hay que considerar una serie de tendencias que afectarán a la construcción (de hecho ya la está afectando) y que, más que luchar contra ellas, hay que tomarlas como oportunidades de adaptación e innovación. El estudio las identifica y enumera: el cambio climático, el cambio demográfico, la revolución de la tecnología digital, el trabajo independiente de tiempo y lugar, la crisis económica (ahora quizás también habría que sumarle los efectos de la pandemia), el valor de la energía, la globalización, los recursos y agotamiento del medio ambiente y el desarrollo urbano.
En definitiva, se apunta a que la mejor manera de promover el uso de la madera es mejorando los estándares de construcción y de la eficiencia energética. Del mismo modo, el reciclaje y la reducción de todos los factores que rodean la actividad (tiempo de construcción, traslado, ruido, accidentes, contaminación, etcétera) incentivarán la inversión de nuevas tecnologías para modificar el proceso actual. Así, nacerán negocios de mantención y servicios de operación inteligente que abrirán puertas a nuevas herramientas de aprendizaje y permitirán una coordinación muchísimo más eficiente, pavimentando el camino para lograr una auténtica industrialización de la madera.
Ver más sobre: