3 de Noviembre, 2020
Sebastián Grau Zabala es licenciado en Letras de la Universidad Católica de Chile. Su experiencia laboral, previo a dedicarse a Albura Spa, se abocaba al plano editorial. Desde 2015 que viene practicando la carpintería: “Me cautivó muy rápido la madera nativa”. Y así de rápido también fue como se internó en el mundo de las herramientas y técnicas de la mueblería tradicional. Su abuelo, ingeniero civil industrial, al jubilarse se dedicó a la carpintería. “Me enseñó el lado ingenieril y de la carpintería, a ordenarme, a hacer planos, presupuestos. O sea, por un lado cómo gestionar un negocio y las técnicas de la mueblería como tal”, recuerda.
Se independizó, montó un taller, y comenzó a armar el contenido y fotos para las redes sociales y sitio web gracias a la autogestión y sus ahorros. En 2017 se consolidó Albura Spa con su padre, Antonio Grau, como socio. “El nombre Albura surgió del gusto por la literatura. Desde siempre me ha gustado la palabra albor, que significa ‘primera luz del día’. Cuando me enteré que la albura era una parte del tronco que transmitía los nutrientes al árbol, la más joven pero al mismo la más vieja, encontré lindo el nombre”, explica.
El taller se ubica en Huechuraba, Región Metropolitana. Sebastián Grau dirige el taller de lunes a viernes y se encarga de las labores administrativas y del manejo de las redes sociales y sitio web. No tiene a otra persona de planta fija, solo ayudantes que han ido rotando, pero siempre ha tratado de “rodearse de gente carpintera para ir aprendiendo”. Tampoco ha recibido ningún fondo o ayuda estatal: “En este país se tiene poca educación cívica y burocrática por lo que no es fácil postular a fondos. Hasta el momento no he recibido apoyo de nadie”.
En Albura se diseñan y fabrican mesas de comedor, escritorios, mesas de centro, repisas, veladores, percheros, pedestales de maceteros, arrimos y libreros. Y para la cocina: tablas, especieros y juegos de sushi, entre otros. En toda la oferta de productos se puede apreciar una gran prolijidad y belleza, inspirada en el diseño japonés y nórdico. En cuanto al stock de venta, Grau suele manejar una cantidad de productos fijos y los otros son pedidos “a la medida” del cliente. “Ha sido el caballo de batalla que ha permitido luchar contra el retail y la importación asiática”, señala. La venta se realiza principalmente por Instagram gracias a clientes fidelizados y cadena de nuevos pedidos que surgen por recomendaciones. Actualmente también vende a través de Vitrina Diseño.
La base de los productos de Albura es la madera de Lenga, la cual proviene de dos empresas con manejo de bosque sustentable que ofrecen madera seca, proceso que según Grau, se consigue en una cámara especializada donde la inteligencia artificial “logra un secado de la madera sin dañar su estructura celular”. Otra empresa le entrega a Grau la madera calibrada.
Las herramientas y maquinaría son las habituales en un taller de carpintería: cepilladora, canteadora, caladora y sierras (sin fin, circular, de mano y de banco). Pero pese a la industrialización, no abandona la carpintería tradicional: la generación de encastres, diseño estructural y estético, lijado y acabado, sigue siendo a mano. “He leído mucha literatura japonesa para aprender más sobre el uso de cuchillos y lograr mejores uniones y terminaciones más prolijas”, explica. Para el acabado y protección de la madera utiliza la cera Osmo.
En promedio, en una mesa comedor se demora tres o cuatro días en fabricarla. El diseño, dice, es clave porque también agiliza el proceso, y lo realiza a mano, en papel y luego traspasa a SketchUp. En cuanto a productos más seriados (no a pedido) puede fabricar diez en un día.
Grau le saca provecho a los desperdicios de taller: recicla la viruta y reutiliza los descartes de madera. Al recibir material con este grado de industrialización (piezas y partes calibradas), y con un secado que asegura su estabilidad, los restos son aprovechables y se pueden unir para formar nuevas unidades. Para el mueblista es clave que los emprendimientos en madera comiencen a integrar tecnología industrial que ayude a que se aproveche todo y se agilicen los procesos.
En el sitio web de Albura se puede apreciar un fuerte compromiso por la sustentabilidad y el medioambiente, poniendo énfasis en el origen de la madera y el respeto al bosque. “Ya trabajar con madera es algo que te conecta con el mundo natural”, explica Grau sobre esta consciencia. El encantamiento inicial por el material fue derivando en querer saber más sobre sus propiedades y en mejorar la técnica de carpintería y fabricación.
El gusto por la literatura también ayudó bastante: “Me puse a leer mucho sobre madera y a ver webinars. He seguido bastante las investigaciones de CIM UC-Corma, de Pablo Guindos, lo que se publica en Madera21 y todo lo que ofrece Corma en general”.
Rethinking Wood (varios autores) y El alma de un árbol, de George Nakashima, son algunos de los libros que Grau ha leído para inmiscuirse en el mundo de la madera. En su bibliografía habitual también está el trabajo de Suzanne Simard —científica canadiense experta en ecología forestal— quien propone reemplazar la explotación de monocultivos por la regeneración de bosques nativos y aprovechar su materia prima. “De esta forma se asegura una mayor captura de la huella de carbono, la preservación de la biodiversidad y madera de mejor calidad. Hay muchas investigaciones del hemisferio norte bastante interesantes”, explica Grau.
Albura fue parte de los expositores del rubro de diseño e innovación en la versión digital de la Semana de la Madera 2020, específicamente en “Hecho en Madera, Hecho en Chile”, espacio dedicado a los emprendimientos madereros. Aquí pudieron mostrar sus productos, dictar charlas técnicas e intercambiar conocimientos y redes de contacto.
Para Grau dicha instancia fue una gran oportunidad. “Me siento muy orgulloso de todos mis colegas. Siento que se está generando una comunidad de emprendimientos donde no hay competencia sino que ganas de compartir experiencias”, dice. Destaca que últimamente han aparecido nuevas ideas y negocios, los cuales se apoyan en la autogestión y el marketing de las redes sociales. Pero también está consciente de los desafíos: “Hay una separación muy grande entre los monopolios y los emprendedores locales. Yo me considero uno de ellos. Falta espacio para crecer porque aún hay mucha dominación del mercado asiático”.
El dueño de Albura considera que los emprendimientos deben operar desde un mínimo de requisitos para que su impacto en la sociedad sea positivo. Como procurar que el origen de los materiales y procesos productivos sean sustentables, que se gesten correctamente los desechos y que se generen buenas relaciones laborales con las comunidades. También se ha caracterizado por crear relaciones horizontales, de tú a tú, con la clientela, proveedores, instaladores y otras personas que se involucren en la cadena productiva. “Todo esto es parte de un entorno sustentable”, enfatiza.
Sin duda que la pandemia del Covid-19 ha impactado la economía en diversos sectores productivos. En el caso de Albura, Grau afirma que ha “vendido un montón de escritorios gracias al teletrabajo”. En general ha visto un boom en el ámbito del diseño: “Después de las cuarentenas mucha gente quería construir o comprar cosas por lo que no había disponibilidad de mueblistas o maestros. Me he enterado de colegas que han tenido mucho trabajo”. Grau también opina que la pandemia ha servido para “consolidar una cultura” donde consumidores cada vez más están apostando por “comprar un mueble por una red social, a la medida, y con madera chilena, proveniente de manejo sustentable, con propiedades específicas. Ahora la gente está dispuesta a gastar en pymes”.
Grau concluye este tema con una reflexión: “Ojalá en un futuro Chile se convierta en un país productor, no solo exportador de materias primas”. Y en dicho desafío se requiere potenciar la identidad, aspecto en el cual “el diseño jugará un rol fundamental”.
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