Luego de recorrer Los Ángeles, Las Vegas y Río de Janeiro, en el año 2017 y gracias a su participación como speaker de la Semana de la Madera en dicho año, llegaron las “paredes felices” a Santiago. Hablamos de grandes muros negros que permitieron distintas expresiones verbales, por medio de pequeñas tablas de madera que giraban y simulaban píxeles de colores. A cuatro años de esa experiencia, su autor vuelve a nuestro país para presentar a una troll gigante de madera, llamada “Ulla”, que recorrerá Chile para recordarnos el valor y la preservación de los bosques nacionales.
Porque a esto se dedica el artista danés Thomas Dambo: entrelazar a la comunidad con su arte en madera de forma corriente, de manera casi innata, tras adquirirlo en su formación como carpintero y luego en la Kolding School of Design. En dicha institución precisó su interés por trabajar con materiales comúnmente desechados por las personas, especialmente con la madera descartada desde las construcciones. De hecho uno de sus primeros proyectos, “Pájaros felices de la ciudad”, reutilizó enormes cantidades de este material desaprovechadas de una sola construcción.
Desde esa primera iniciativa hasta hoy, la trayectoria de Dambo considera más de 3.000 piezas artísticas en diferentes ciudades del mundo, respaldando su carrera internacional como diseñador urbano y de artista consciente del panorama ambiental contemporáneo. Motivo por el que estará presente en el Festival Hecho en Casa, que comienza hoy y que se extenderá hasta el 4 de noviembre.
El evento es realizado en nuestro país desde el año 2012, y aunque debió cancelar su versión 2019 por la contingencia nacional y digitalizar su versión 2020 debido a la pandemia, vuelve en este 2021 en un formato presencial que abrirá paso a la fantasía con esta troll que alcanza los cinco metros de altura y promedia tres toneladas de peso. Este nórdico ser mitológico comenzará su recorrido en el Parque de la Familia de Quinta Normal, para luego recorrer Concepción, Valdivia y finalizar en Iquique, dejando una estela del folclore escandinavo por medio de una estructura conformada por pallets recolectados en Santiago y reciclados junto al colectivo Bla!.
“Ulla” forma parte de una serie de más de 80 trolls de madera escondidos alrededor del mundo. Cada uno tiene su propia historia y todos forman parte de una red de protectores de los bosques y ecosistemas naturales. Y es que para Dambo, el arte es “combinar tus ideas, tus sentimientos y tus visiones por algo que sientes que debes hacer y no que tienes que hacer para pagar la renta o comprar comida. Es algo que haces por amor más que por necesidad”.
–¿Cuándo y cómo se interesó en la idea del arte comunitario, entendido como uno que dialoga con su contexto y la comunidad?
–Crecí con el graffiti, que fue el primer tipo de arte que hice. También me dediqué al hip hop, a lo audiovisual y a la confección de poleras. Por lo tanto, para mí siempre fue normal hacer arte en la ciudad y no en la galería. Luego hice otros proyectos antes de volverme conocido por mis esculturas, siempre involucrando a la comunidad con mi mensaje. Cuando comencé a ser famoso por mis esculturas, ya era común para mí involucrar a las personas. Pienso que si quieres hacer algo y disfrutarlo, es bueno hacerlo también con el resto. Para mí es aburrido sentarme solo en un estudio para hacer mi arte. Siempre quiero ir afuera a mostrarlo e interactuar con otros porque lo mío trata sobre educación. Sobre cómo puedes construir, reciclar y hacer algo hermoso de asuntos que son un gran problema como los desechos.
–¿Cómo se hizo consciente sobre la importancia del reciclaje y, en el caso de su trayectoria, con respecto a la madera?
–Es algo que también comenzó hace mucho tiempo. Mis padres me enseñaron sobre el reciclaje y también aprendí en la escuela, donde todos los niños eran hippies y conscientes del medio ambiente. Esa mentalidad se mantuvo en mí al hacer arte callejero, porque debes ser ingenioso. Con el tiempo se ha manifestado aún más en mí que ésta es mi forma de hacer las cosas: construir desde la basura.
–¿Y cómo es su proceso con la madera en sí, desde que la obtiene hasta que es una obra de arte? Por ejemplo, con “Ulla”.
–Normalmente, construyo algo del rostro antes y, en ese caso, diseñamos un poco de la cabeza en Dinamarca, especialmente las partes más pequeñas y complejas como los ojos, la nariz o la boca. El resto lo traemos todo en un avión para luego terminar de construir en los lugares en que se expondrá, en este caso en Santiago. Hacemos la frente, las mejillas, la barbilla, la parte de atrás de la cabeza, los pies y las manos. Teniendo eso, comenzamos con el esqueleto de la estructura. Suelo tener un bosquejo, pero cuando estamos construyendo todo cambia porque tengo que probar lo que funciona, lo que está bien y lo que está mal. Siempre estoy esculpiendo, no tengo dibujos de ingeniero. Sólo voy construyendo y viendo si está bien. Si es necesario cambiarlo o hacerlo más fuerte.
–Durante su trayectoria trabajando con madera, ¿cuáles son las ideas o conocimientos más significativos que ha aprendido del material?
–He construido cosas en madera por mucho tiempo y de muchas formas, al igual que ocurrió con algunas civilizaciones donde su éxito se debió, en gran parte, a construir con el material. Para mí la modernización de la civilización fue problemática al ignorar lo que la madera podía lograr. Se comenzó a utilizar otros elementos y ahora estamos nuevamente usando madera porque nada de los otros se acerca a lo bueno que significa esta materia prima para construir. La madera es la simbiosis del planeta. Es un material asombroso comparado con cualquier otro creado por el hombre, ya sea el aluminio, el plástico, el concreto o el metal. Volvemos a ella porque simplemente es un material superior: crece del suelo y crea oxígeno mientras almacena el CO2 de la atmósfera. Es mucho mejor que cualquier cosa.
–Con la crisis climática a nuestro alrededor esto puede sonar obvio, pero, ¿podría explicar por qué es necesario dejar de desechar materiales o ser consciente sobre el planeta?
–Es importante dejar el mundo igual de hermoso que cuando lo conociste por primera vez, ya que es un regalo y nadie debería destruirlo. Si quitas todas las montañas y las transformas en metal, si quitas todo el combustible fósil del suelo, lo conviertes en plástico y llenas las calles, la comida y el agua del mismo, no habrá montañas, ni campos, ni océanos para el futuro. El planeta es un gran sistema donde todo está conectado y si sigues llenándolo de basura, al final solo tendremos una bola de cristal navideña en la que se esparce todo por el lugar tras agitarla. Ningún humano merece vivir en ese ambiente.
–¿Tiene una visión negativa o positiva sobre el futuro?
–Creo que ambas, positiva y negativa. Estoy seguro de que los humanos y la naturaleza prevalecerán en este planeta, pero eso tomará un gran sacrificio de la especie humana antes de realmente entender cómo necesitamos cambiar. Soy positivo sobre el futuro a largo plazo, pero a corto plazo pienso que dolerá y tomará mucho trabajo. Cuando hablo de corto plazo, me refiero a 500 años y ese es el problema de nosotros; que pensamos desde la perspectiva de nuestra duración como humanos, de 60 a 100 años, cuando eso no es nada para la cantidad de tiempo que un plástico permanece en el mar, que son miles. Solo pensamos en el ahora y en los lugares más pobres del planeta solo pueden pensar en su siguiente comida, no en el agua que beberán los hijos de los hijos de sus hijos, porque ni siquiera ellos la tienen asegurada. Eso es un gran problema.
Esta es la cuarta vez de Thomas Dambo en Chile, un país que considera hermoso por la gente y por su panorama forestal, recordando que los bosques alcanzan un 23,3% de la superficie total según CONAF. “Tienen una de las industrias forestales más grandes del planeta y espero que siga disponible para producir madera de forma sustentable y mantener así los bosques hermosos que tienen, porque el mundo realmente los necesita”, finaliza.