24 de Noviembre, 2022
Por lo general, y sobre todo después de las podas, las ramas y pequeños troncos de desecho suelen terminar como leña. Sin embargo, un grupo de estudiantes de Ingeniería en Diseño de la Universidad Adolfo Ibáñez (Santiago) —conformado por Lukas Yunge, Luca Dalbosco, Camilo Paredes y el profesor guía Felipe Véliz—, tras analizar proyectos que sacaban provecho a las bifurcaciones de árbol, decidieron realizar uno propio que, a través de la utilización de un objeto, pudiera ser sometido a distintos tipos de esfuerzo.
La particularidad de la propuesta, que los llevó a ganar el XI Concurso de Diseño organizado por Madera21, más allá de que la idea ya era de por sí interesante, es la elección del mencionado objeto, pues, en este caso, se trata de la fabricación de una bicicleta que fuera particularmente amigable con el medio ambiente.
Si bien el equipo realizador de “Tree Cycle” consta de tres estudiantes y un profesor, una compañera de carrera de los primeros jugó un papel clave. Y es que el padre de ella, Jorge Bueno, es un agricultor independiente de Talca que anualmente debe podar sus nogales. Restos que no son utilizados para ninguna otra finalidad más que ser depositados en el vertedero.
“En un viaje que hicimos a Talca como amigos, conversamos un poco del tema y nos percatamos de que él justamente maneja madera de nogal, por lo que hablamos de la posibilidad de usar los retazos de su poda en nuestro proyecto”, comentó Luca Dalbosco, uno de los miembros del equipo.
Así, ya con el objetivo trazado y los nodos de árbol recolectados —se denomina así a cada elemento que contiene un árbol; en este caso, puede pertenecer a la raíz, ramas u hojas del mismo—, se realizó una comparación entre los que se tenían y la geometría con que pretendían fabricar la bicicleta.
Ahondando un poco más en el aspecto comparativo recién mencionado, es necesario detallar que para la elaboración de este medio de transporte todo se realiza de forma manual. Sin embargo, existen procesos más sofisticados que priorizan la alineación entre la fibra interna del material y el eje que se conecta al resto de la geometría. Al respecto, y como concepto fundamental para comprender mejor el proceso, debemos destacar a la madera como un elemento anisotrópico, es decir, como uno que posee propiedades físicas distintas según la dirección en que se mida.
Lo anterior, por ejemplo, explica en cierta forma el porqué las bicicletas suelen hacerse de metal, ya que es un material que se comporta de igual manera en todas partes. Ahora bien, ¿puede la madera lograr un efecto que entregue una resistencia mecánica similar?
Como explicó Dalbosco, “la madera se comporta de forma distinta si una fuerza se aplica a favor o en contra de su fibra. Por ende, el proyecto busca aprovecharse de la dirección que tienen las tres salidas de estas bifurcaciones, para repartir las fuerzas de la bicicleta de forma natural, sin tener que intervenir ese trozo con alguna resina u otro elemento para asegurar sus propiedades mecánicas”.
Los nodos seleccionados son procesados, sacando los trozos de corteza externa para, luego, fotografiarlos minuciosamente de forma individual. Al obtener las imágenes, éstas vuelven a ser procesadas mediante la utilización de un software de fotogrametría que entrega un resultado tipo mesh, o sea, como una especie de nube de puntos o malla para crear modelos 3D de objetos reales.
Posteriormente, los nodos son mecanizados para alcanzar una geometría acorde al lenguaje visual de la bicicleta configurada. Método que es más eficiente utilizando un router CNC de cinco ejes, o bien, un brazo robótico que permite este tipo de trabajos. Así, por último, lo obtenido se conecta a unos segmentos longitudinales de madera de pino, dada su abundancia en el territorio chileno, para formar el marco de la bicicleta.
En lo que concierne al aprovechamiento de estos nodos con fines estructurales, si bien es un tema poco estudiado, hay registros que señalan que en los Siglos XVII y XVIII ya se utilizaban estas bifurcaciones de árboles para la construcción de navíos. No obstante, los primeros acercamientos académicos son mucho más recientes, sacándole provecho, sobre todo, a las técnicas de fabricación digital.
El proyecto, que fue realizado con maderas locales, provoca un gran impacto positivo en la reducción de la huella de carbono en la agricultura local. No solamente reduce hasta diez veces el impacto medioambiental de la fabricación de una bicicleta, sino que utiliza madera que la industria desecha, otorgándole un nuevo propósito.
Nombradas ya sus ventajas con el medio ambiente, es importante también destacar que el proyecto “Tree Cycle” es una muy buena oportunidad para revalorizar, a través del diseño y de la fabricación digital, elementos que en la industria maderera se suelen subutilizar o desechar, siendo un volumen importante en la línea de producción nacional.
Por todo lo indicado anteriormente, esta propuesta fue la merecedora del primer lugar en el XI Concurso de Diseño de la Semana de la Madera 2022, atractivo que también conquistó por su intencionalidad, ya que cualquier persona que utilice una bicicleta de este estilo sabrá la forma en la que se fabricó y el valor añadido que tuvo su proceso.
Acerca de las impresiones por haber resultado ganadores, Luca Dalbosco destaca la instancia como un gran aprendizaje, uno que, con miras a futuro, puede llevarlos a indagar en áreas todavía no tan exploradas; siempre con la vista puesta en el crecimiento y el desarrollo profesional.
“Una primera gran reflexión es tener en cuenta cuánto tiempo toma desarrollar y llevar a cabo una propuesta. Este proyecto tiene el alcance suficiente como para seguir siendo desarrollado académicamente, pero eso requiere de bastante tiempo. Sin duda, a lo largo del proceso aprendimos muchísimo; tanto del proyecto mismo como de las estrategias que tenemos que adoptar a la hora de diseñar en equipo. Sería increíble poder seguir participando en instancias como ésta que nos permitan desarrollarnos a nivel profesional”, afirmó.
El profesor guía del proyecto, Felipe Véliz, también expresó sus impresiones sobre el primer lugar de sus estudiantes. “Mi reflexión del proyecto TreeCycle se organiza en dos: en función de lo estrictamente académico y, por otra parte, la propuesta. En relación a lo primero, creo que es muy satisfactorio el observar la capacidad de los alumnos en aplicar el conocimiento adquirido en cursos de fabricación y procesos constructivos. Por otro lado, la propuesta tiene la virtud de entender la naturaleza de la madera, exponer sus propiedades mecánicas y estéticas, entre otras. Y así, dar solución a un problema de diseño, a partir del uso de tecnología y conocimiento material”.
Por su parte, el director de la Escuela de Diseño de la Universidad Adolfo Ibáñez, Pablo Saric, destacó el espíritu innovador y la responsabilidad ambiental aplicada por parte del equipo ganador, la que se conjuga con la formación basada en la creatividad aplicada y la interdisciplinariedad que fomentan desde DesignLab UAI.
“La investigación proyectual que se refleja en el proyecto da cuenta de un profundo análisis de la madera como material de construcción y aprovecha sus condiciones naturales para potenciar la construcción de partes y piezas que, en este caso, se formalizan en la estructura principal para una bicicleta y que permite mejorar la huella ambiental de este producto. Es claro que esta investigación puede contribuir no sólo a desarrollos de este tipo, sino también a una amplia gama de objetos que pueden ser repensados a partir de la técnica constructiva que plantea el proyecto, abriendo importantes preguntas respecto de posibilidades constructivas de la madera en realización a sus propiedades materiales, pero también geométricas, que es justamente lo que este proyecto pone en valor”, mencionó.
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