A lo “chileno-valdiviano”, con mucha creatividad, con un toque de innovación, con sentido humano y con crecimiento orgánico. Así nace y se desarrolla Mínima, un emprendimiento que se dedica a la fabricación de casas modulares en madera de alta calidad, que promueve la economía circular, mediante la generación de cero residuos.
La historia de Mínima está arraigada en la tradición familiar de amor por la madera. Patricio Escalona, un ingeniero civil industrial de profesión, pero forestal de corazón -como el mismo se describe- nos relata cómo surge este emprendimiento, derivado de un aserradero familiar y de la producción de madera en los bosques de la región de Los Ríos.
“La verdad es que llevo la madera en la sangre”, confiesa. Sus abuelos y sus padres estuvieron dedicados al manejo de bosques, con su hermana montaron un aserradero y siguieron prefabricando estructuras en madera a pedido. Pero el espíritu busquilla de este valdiviano lo llevó a indagar constantemente nuevos nichos de mercado, que fueran diferenciándolo y motivándolo para “cambiar el paradigma de la forma de vida de las personas”, según nos cuenta.
Fue así, como en un viaje en motor home por Francia, su instinto creador se despertó al cruzarse más de una vez con unos camiones con casas completas montadas arriba de ellos. De vuelta en Valdivia, se focalizó en el desafío de “hacer una vivienda de madera modular y que tuviera las prestaciones y el lujo de una casa grande”. Volvió a Europa, visitó Alemania y Holanda, y también China en busca de nuevos conocimientos para forjar Mínima.
El primer paso concreto fue construir una casa para él mismo. Con ayuda de un maestro de la planta y un amigo constructor, levantaron una vivienda de 37 metros cuadrados. “La casa quedó a un nivel casi de mueble, muy bonita”, recuerda. Esta primera casa atrajo la atención de amigos y conocidos, que lo llevó a construir más viviendas similares.
“Fuimos creciendo orgánicamente Nosotros queríamos responder a la demanda sin sacrificar la calidad ni el servicio y con el compromiso de entregar una solución habitacional en 90 días”, nos relata Patricio.
De a poco, el bosque y el aserradero se han puesto a disposición de Mínima. “Gradualmente hemos ido reduciendo la producción de madera para la venta a terceros y actualmente lo hacemos para autoabastecernos”. Utilizan maderas producidas por ellos mismos, creando detalles que logran gracias a sus propias máquinas, que permiten elaborar perfiles exclusivos tanto para el exterior como para el revestimiento interior de las casas, garantizando un toque distintivo y personalizado en cada vivienda.
Si bien hoy están enfocados en el montaje de casas, están abiertos a estudiar nuevos proyectos porque, nos dice Patricio, “el sistema modular se puede llevar a todo”.
Un equipo a toda prueba
En la medida que el aserradero ha ido mutando a la producción de módulos de madera y a las terminaciones que hacen únicas a estas pequeñas casas, el equipo se ha ido enriqueciendo. La necesidad de entregar una solución habitacional íntegra, ha hecho que se sumen al equipo constructores y arquitectos.
“Trabajamos ‘a cabeza agachada’. Somos un equipo de gente súper capaz y comprometida. Vemos lo que el cliente necesita y buscamos la forma de hacerlo”, nos relata Patricio y se entusiasma al contarnos que llegan a lugares inimaginables del sur de Chile, adaptando los módulos para hacer posible lo que parece no serlo.
Y en ese sentido, el método “a lo chileno- valdiviano” les ha permitido hacer desde la industrialización de la madera en la planta, hasta un nuevo diseño de ensamblaje de las casas. “No creas que te vas a encontrar con un robot en la fábrica -ríe Patricio-. No hay uno, pero sí un método que vi en un viaje y que aterricé a nuestra realidad. El módulo va transitando en un túnel como un sistema de ensamblaje, igual que una fábrica de autos”, nos cuenta con el entusiasmo creativo que caracteriza a este emprendedor.
Cero desperdicios
Una de las principales características de Mínima es su compromiso con el medio ambiente, a través del reciclado y reutilización de los residuos.
Patricio pone énfasis en la construcción limpia. “No hay traslado de materiales, ni de personal, no hay gasto de energía in situ, ni residuos en el lugar del montaje. Con el sistema de prefabricación en planta eso queda fuera. Nosotros aquí elegimos reciclar”.
Todos los residuos de madera se reutilizan. Los despuntes se convierten en leña para los trabajadores. El cartón se empaqueta en contenedores y se lleva a una recicladora local. Y en el caso del plástico, se entrega a una empresa que fabrica muebles de dicho material, reciclado de desechos domiciliarios y de procesos industriales. Y todo lo que es fierro, se vende a un reciclaje.
Actualmente están en proceso de medición de la huella de carbono. “Como todo se hace aquí en la planta, tenemos muy poco movimiento de vehículos, de montacargas, de traslado a terreno. Todo llega aquí y de aquí sale todo terminado. Nuestra premisa es impactar lo menos posible el medio ambiente”.