En solo diez días, diez espacios comunitarios se levantaron en distintos rincones de Chile, durante el mes de enero. Una hazaña que parece impensable en los tiempos habituales de la construcción, pero que fue posible gracias al proyecto FURŌ x Capilla País, una colaboración entre la empresa FURŌ y la iniciativa social Capilla País, con el apoyo de Volcán y CMPC. El modelo combina diseño industrializado en madera con trabajo voluntario y participación comunitaria, dando forma a un nuevo paradigma de construcción rápida, eficiente y profundamente humana.
Capilla País es un proyecto de la Pastoral de la Universidad Católica que, desde hace más de una década, construye capillas en comunidades vulnerables y alejadas del país. Un aporte a la resolución de problemas de infraestructura, construyendo en comunidad.
Cada edificación fue ensamblada por estudiantes universitarios y vecinos, a partir de componentes modulares prefabricados en madera laminada de Hilam Arauco y diseñados por FURŌ x Capilla País. El resultado es un modelo de construcción híbrida; parte del proceso ocurre en una planta, con maquinaria de alta precisión; la otra, en terreno. Las estructuras pueden adaptarse a distintos paisajes geográficos, manteniendo su identidad y funcionalidad.
Precisión industrial en madera
La tecnología constructiva, que permite la velocidad, eficiencia y facilidad en la construcción tiene como base una arquitectura modular en madera laminada, producida con exactitud milimétrica mediante maquinaria de control numérico. Los elementos –vigas, pilares, paneles, piezas de techo, mobiliario– son etiquetados y enviados listos para ser ensamblados en terreno por personas sin experiencia previa en construcción.
Cada pieza fue concebida para ser intuitiva: paneles numerados, conexiones simples y un manual de ensamblaje claro que cualquier persona podía seguir. Una vez en las comunidades, los voluntarios y vecinos los ensamblaron como expertos, en cuestión de días.
“Cada elemento de la estructura FURŌ se fabrica en nuestra fábrica en Santiago y puede ser ensamblado en terreno por equipos pequeños usando herramientas simples. Esa combinación de precisión, velocidad y colaboración es lo que hace única esta metodología”, explica Ignacio Durruty, gerente de fábrica y cofundador. Esta lógica de piezas estandarizadas, pero adaptables, permitió que diez estructuras se levantaran de forma simultánea en distintas regiones del país. Además de la rapidez, la tecnología constructiva logra una excelente eficiencia en el uso de los materiales lo que se traduce en un costo inmejorable -alrededor de 5 UF por m²-, transporte eficiente y cero residuos..
La comunidad se involucra, aprende, se apropia del espacio y lo transforma en un punto de encuentro. Como señala Javier Peró, CEO de FURŌ: “Los principios de diseño de nuestra tecnología constructiva nacen del deseo de hacer que la construcción sea verdaderamente accesible, replicable, colaborativa y de alta calidad”.
FURŌ: innovación desde la madera y colaboración en movimiento
La palabra FURŌ, de origen japonés, significa “fluir”. Y precisamente eso es lo que busca esta empresa chilena fundada en 2022 por los ingenieros Javier Peró e Ignacio Durruty, hacer fluir los procesos constructivos, eliminando las ineficiencias típicas del rubro mediante industrialización, diseño optimizado y trabajo colaborativo.
En un país como Chile, con una industria maderera robusta y una creciente demanda por soluciones más sostenibles, FURŌ apuesta por la madera laminada como base de sus sistemas. Desde su fábrica-laboratorio, desarrollan y prototipan componentes estructurales de alta precisión, capaces de adaptarse a distintos usos y territorios. Todo el proceso está guiado por una lógica de integración temprana entre todos los actores involucrados en la construcción.
La propuesta de FURŌ es democratizar el acceso a una construcción de calidad, replicable y sustentable. Su equipo multidisciplinario –más de 30 profesionales entre arquitectos, ingenieros y diseñadores– trabaja bajo principios de mejora continua, con un enfoque que une tecnología, impacto social y eficiencia. “Nuestra historia es dinámica”, declaran, “y queremos seguir escribiéndola junto a más personas que se sumen a una nueva manera de construir”.
Lo realizado en enero fue solo una muestra de lo posible. El equipo de FURŌ plantea una propuesta que podría escalarse como estrategia de política pública: un municipio, una ONG o un ministerio podrían adoptar este modelo para construir rápidamente salas comunitarias, bibliotecas, capillas o puestos de salud en distintas regiones.
El sueño es grande y factible para estos diseñadores y constructores de espacios y estructuras industrializadas en madera laminada. Desde su experticia imaginan un plan nacional donde cada año se entreguen cientos de pequeños equipamientos comunitarios, armados con la gente, para la gente. Una infraestructura construida con madera, participación, identidad y futuro.